Luego, los usuarios tienen la opción de conectar sus dispositivos mediante cable Ethernet o expandir la señal de forma inalámbrica a través de Wi-Fi. Ambos métodos presentan ventajas y desventajas, que van desde la velocidad hasta los costos asociados.
En términos de rendimiento, la conexión por cable Ethernet ofrece ventajas significativas. Es más rápida, más confiable y tiene una latencia mucho menor que las conexiones inalámbricas. Esto la convierte en la opción preferida para quienes buscan máxima velocidad y estabilidad, como aquellos que utilizan PCs para trabajar o realizan tareas de alta demanda de datos.
Aunque los avances en la tecnología Wi-Fi, como los estándares 802.11ac y 802.11n, han mejorado considerablemente la velocidad de las redes inalámbricas, aún no logran igualar la performance de una conexión por cable.
Las redes Wi-Fi han experimentado un crecimiento notable en velocidad en los últimos años, con estándares capaces de alcanzar velocidades de hasta 866,7 Mb/s con 802.11ac, y 150 Mb/s con 802.11n. Sin embargo, estas son velocidades máximas que deben compartirse entre todos los dispositivos conectados a la red.
Para la mayoría de las actividades cotidianas, como navegar en la web o hacer transmisiones en streaming, la conexión Wi-Fi es más que suficiente. En cambio, una conexión Ethernet puede ofrecer hasta 10 Gb/s si se utiliza un cable Cat6, que es ideal para aprovechar al máximo la velocidad del servicio de internet, aunque un cable Cat5e ya soporta hasta 1 Gb/s.
Otro aspecto clave a considerar es la latencia, o el tiempo que tarda la señal en llegar desde el dispositivo al servidor. Este factor es crucial en actividades como los videojuegos en línea, donde un ping bajo (medido en milisegundos) es esencial para evitar retrasos.
En este caso, una conexión por cable resulta ser la opción más estable, mientras que para actividades como streaming o navegación, la latencia no tendrá un impacto significativo.
En cuanto al alcance, la conexión inalámbrica tiene la ventaja de cubrir un área mucho mayor que la conexión por cable, especialmente cuando se utilizan amplificadores o extensores. Esto permite que la señal Wi-Fi llegue a lugares de la casa o la oficina que no son accesibles para los cables físicos.
Sin embargo, la señal Wi-Fi puede verse afectada por barreras físicas como paredes gruesas o electrodomésticos, lo que puede interferir con su rendimiento.
En lo que respecta a seguridad, la conexión por cable es generalmente más segura que la Wi-Fi. Al ser una transmisión física, es menos susceptible a ser interceptada por terceros. No obstante, la seguridad de la red cableada también puede verse comprometida si el cable es dañado o si alguien accede físicamente al router.
En contraste, la seguridad de una red Wi-Fi puede mejorarse con contraseñas robustas y cifrado de la señal.
Por último, el costo es otro factor a tener en cuenta. La instalación de una red por cable suele ser más cara, ya que implica la colocación de cables y la adquisición de equipos adicionales como routers y modems. Un cable de red de 30 metros puede costar alrededor de 3.000 pesos, mientras que un extensor de señal Wi-Fi puede superar los 12.000 pesos.
A pesar de estos costos iniciales, la red Wi-Fi puede resultar más económica a largo plazo, ya que permite conectar varios dispositivos sin necesidad de cables adicionales.
En resumen, tanto las conexiones por cable como las inalámbricas tienen sus particularidades y beneficios. La elección dependerá de las necesidades específicas de cada usuario: quienes prioricen la velocidad y estabilidad optarán por el cable, mientras que aquellos que busquen comodidad y cobertura sin cables pueden elegir la opción Wi-Fi.