Uretritis, mayor incidencia en los hombres
“Esta inflamación está íntimamente relacionada con las infecciones de transmisión sexual (ITS) originadas por algunas bacterias, como la gonorrea y la clamidia, aunque también podemos encontrar virus, destacando en estas lides al herpes simple y el papiloma humano (VPH)”, señala.
Y dado que son las ITS bacterianas y víricas conforman un claro diagnóstico habitual en la mayoría de casos de uretritis, debemos subrayar a las relaciones sexuales de pareja como gran factor de riesgo.
La persona o personas infectadas se transforman, consciente o inconscientemente, en un vector de la transmisión de microorganismos y, consecuentemente, de posibles enfermedades.
Este tipo de infecciones se dan fundamentalmente en aquellas relaciones sexuales en las que intervienen diferentes personas, múltiples parejas, más aún cuando alguna de ellas ha tenido o tiene infecciones sexuales previas.
“Pero existen otras causas de uretritis, no infecciosas, que están vinculadas, por ejemplo, a los productos de higiene genital, como puedan ser jabones, espermicidas y productos de uso femenino”, apunta.
Cabe señalar, además, que la uretritis no sólo es más frecuente en los hombres, sino que su conducto uretral forma parte de la vía de salida del esperma en la función sexoreproductiva: la misma estructura anatómica para los procesos de eyaculación y micción, no así las mujeres.
En este sentido, la uretra masculina mide alrededor de 15-20 centímetros de longitud, desde la salida de la vejiga hasta el meato uretral del pene en el extremo del glande.
La uretra femenina mide, en cambio, unos cuatro o cinco centímetros, desde el cuello de la vejiga hasta el meato localizado entre el clítoris y la abertura vaginal.
Síntomas, diagnóstico y tratamiento de la uretritis
Es importante, lógicamente, buscar atención médica si el hombre o la mujer están experimentando síntomas al orinar, y debemos fijarnos tanto en la frecuencia de las micciones como en el deseo de orinar, más aún si observamos secreciones uretrales.
Tanto el diagnóstico precoz como un tratamiento oportuno podrán ayudar a prevenir las complicaciones, que las hay… Y, sobre todo, tenemos que pensar en los demás, es decir, en minimizar el riesgo de transmitir la infección a nuestras parejas sexuales.
Los síntomas que nos harán sospechar de la uretritis serán el ardor, el escozor, la frecuencia no justificada y la urgencia por orinar. A veces, el paciente sentirá puro dolor en el pene o hinchazón de toda la zona genital.
Fiebre, en algunas ocasiones, aunque no diría yo que sea un síntoma de lo más frecuente.
La uretritis también ocasiona dolor durante las relaciones sexuales y, quizá lo más característico, una secreción anormal de fluido claro o blanquecino, a veces amarillento o verdoso, que puede ser, incluso, maloliente, especialmente en las mujeres, con un flujo vaginal extraño y dolor en toda la zona pélvica.
En los varones se puede detectar sangre en la orina y en el semen eyaculado, con un color más oscuro.
El diagnóstico de la uretritis es bastante sencillo
Primero, una buena anamnesis o información sustancial del paciente, con historial clínico y un examen físico detallado evaluando los síntomas y la secreción uretral. A posteriori, buscaremos analíticamente si detectamos bacterias u otro tipo de microorganismos.
Y recalco, es fundamental preguntar por los hábitos sexuales actuales del paciente y sus antecentes en las relaciones de pareja.
Un análisis de orina nos servirá para descubrir la presencia o no de microorganismos, aunque también se detecta en el fluido y compuestos de la secreción uretral.
Una vez obtenidos estos datos y extraídas las muestras pertinentes, podemos empezar a tratar la uretritis cuando recibamos los resultados del cultivo correspondiente, sea de la orina o la secreción.
El patógeno quedará así claramente identificado, núcleo del diagnóstico precoz
El tratamiento más eficaz de las uretritis femeninas y masculinas
La base terapéutica personalizada serán los antibióticos, puesto que son las bacterias el principal factor patológico. Disponemos de la doxiciclina, de amplio espectro como la azitromicina, la ceftriaxona y las ciprofloxacino.
Si la causa es una infección viral recetaremos antivirales, como el aciclovir para combatir el herpes simple.
Por supuesto, se dispensarán tratamientos analgésicos y antiinflamatorios para aliviar el dolor y la hinchazón uretral o de toda la zona que haga sufrir al paciente.
Todos estos fármacos, como no puede ser de otra manera, se administrarán mediante prescripción médica, especialmente en urología: se consigue aliviar el malestar y evitar las complicaciones… Y de paso poner una barrera más a las infecciones sexuales interpersonales.
Con el foco puesto en las mujeres, conviene que las revisiones ginecológicas periódicas se cumplan de forma sistemática, puesto que algunas infecciones son asintomáticas y los chequeos rutinarios son un aliado fiel que hace saltar todas las alarmas.
Se podrá aconsejar a sus parejas que reciban un tratamiento específico que reduzca significativamente la posibilidad de reinfección.
Las complicaciones uretríticas
Es crucial buscar un tratamiento médico temprano para cortar la trayectoria de la infección a otras zonas del tracto urinario o, en los casos más graves, que los microorganismos entren en el torrente sanguíneo (bacteriuria).
En este sentido patológico cabe la uretritis crónica, donde la inflamación, incluso con ausencia de bacterias o virus, es causante de los síntomas que el paciente puede mantener de manera permanente en el tiempo y de manera recurrente.
En los hombres, las complicaciones pueden generar epididimitis o inflamación del epidídimo (conducto fino y alargado localizado en la parte posterior y lateral de los testículos; forman parte de su aparato reproductor a nivel del transporte y almacenamiento de los espermatozoides).
Esta inflamación podrá afectar a todo el testículo y generar una orquiepididimitis, provocando su hinchazón y gran dolor. En casos graves, infertilidad.
A la vez, los testículos infectados pueden ocasionar una prostatitis o inflamación de la próstata, con síntomas todavía más importantes al orinar, dolor pélvico y fiebre.
Tanto las uretritis como las ITS correspondientes llegan a generar estenosis: cicatrización y estrechamiento de la uretra, que nos llevará a la dificultad mayor para el vaciamiento de la vejiga.
Quizá es la secuela más grave y compleja de esta enfermedad de origen básicamente infeccioso, con posibles repercusiones futuras en la salud y calidad de vida del paciente.
En las mujeres, la complicación de una uretritis puede derivar en una enfermedad inflamatoria pélvica (EIP): la infección se propaga a los órganos reproductivos, causando dolor pélvico, problemas de fertilidad y dificultades durante el embarazo.
Además, la infección de la uretra puede extenderse al resto del tracto urinario (ITU): vejiga, con cistitis, uréteres y riñones, desencadenando una pielonefritis secundaria.
Sin tratamiento, entre un 20-35 % de las embarazadas con infección bacteriana del tracto urinario desarrollará pielonefritis aguda en el segundo o tercer trimestre de la gestación.
Algunos estudios apuntan a un mayor riesgo de prematuridad en el bebé, bajo peso al nacer y mortalidad perinatal.
El principal consejo de prevención de la Dra. Carmen González Enguita, médica cirujana y uróloga jefa del Hospital Fundación Jiménez Díaz de Madrid frente a las uretritis y las infecciones de transmisión sexual: “Disfruta con tu pareja de forma libre, sana y segura”.
El uso del preservativo reduce exponencialmente el riesgo de infecciones bacterianas, víricas y de otros microorganismos… Y no es poca cosa tener en cuenta que el preservativo sólo cubre parte de las prácticas sexuales.
A las bacterias y los virus les encantan todo tipo de placeres, ya sean naturales, mecánicos o robóticos.
Cabe ir en la buena dirección manteniendo una buena y adecuada higiene personal y genital, lo que sin duda ayudará a prevenir infecciones.
Por ejemplo, es conveniente cambiarse de bikini, tanga o bañador cuando salgamos del agua del mar o la piscina en verano. La humedad favorece el desarrollo microbiológico y la cistitis.
Si a todo esto, fundamentalmente a nivel de relaciones sexuales, le añadimos una ingesta adecuada y constante de agua, el mecanismo puramente expulsivo de la micción ayudará a eliminar la posible concentración de microorganismos en la vejiga.
Desde el punto de vista de la alimentación, mejor no irritar nuestro sistema urinario con comidas muy especiadas y picantes o bebidas excitantes, como el café en este último apartado.
Tampoco debemos usar tejidos, jabones o cualquier producto irritativo en la zona genital, menos aún en las zonas sensibles o más expuestas a la acción erosiva.
Ante la mínima duda, el teléfono móvil facilita la posibilidad cierta de pedir una consulta en el especialista. A la urología nos corresponde ver, diagnosticar y tratar a los hombres para obtener el mejor pronóstico posible, aunque también atendemos a las mujeres con uretritis.