Pero en plena semana de la Moda en París, sus boutiques se transformaron en lugares blindados y con alta seguridad, a causa de los robos.
Dior, Gucci, Alais, Balmain, Botegga Venetta, Cartier o Bruno Cuccinelli son boutiques tan lindas como caras y para la mayoría, absolutamente inaccesibles. Esta excelente avenue del shopping se transformó, al igual que almacenes como la Galleria Lafayette y el Bon Marche en paraísos del “shoplifting” o el “robo hormiga” paquete.
Elegantes señoras pretenden salir con un tapado de Max Mara del probador como si fuera de ellas, sin pasar por la caja. O con una cartera Channel del brazo. Es la clase media empobrecida con la crisis económica en Francia, que no quiere perder hábitos que, hasta hace poco, podía acceder.
Los precios de los artículos de lujo han aumentado un 52% en Francia desde 2019. Los relojes elegantes aumentaron un 20% de precio en 2021. Un bolso de Chanel (que nunca fue barato, pero que antes era ahorrable) ahora cuesta 10.000 euros. Incluso los ricos no están seguros de poder permitirse estos precios. Los moderadamente pudientes están ahorrando para otras cosas más importantes que antes podían permitirse, pero que ahora no pueden.
Estas marcas pueden encontrarse en su versión “trucha”, como artículos contrabandeados, en los mercados italianos o españoles .En Francia están severamente penalizados. Pero los verdaderos están fuera del alcance de cualquier francés de clase media.
Cerraron las puertas del lujo
Las tiendas que aun sobreviven el apagón de vidrieras nocturnas de la alcaldesa ecologista Madame Hidalgo, que convierte las avenidas en una boca de lobo para ahorrar energía, la deserción del automóvil, que vuelve a las calles de shopping un desierto de clientes, han encontrado una forma de defenderse de los robos.
Se olvidan del pasado, de esas puertas enormes, de vidrios pesados y maderas preciosas que conducían al lujo y la elegancia. Las cierran con llave, las bloquean. Las reemplazan por un único y estrecho punto de acceso, controlado por una agente de seguridad implacable, forzudo, intimidante y cámaras.
Así impiden que huyan los que quieren llevarse de contrabando sus objetos de deseo sin pagar nada. El agente está vestido generalmente de negro y revisa carteras, bolsas, tapados. Hasta en los supermercados, la comida o el champagne tienen alarmas.
Estos grandes almacenes parisinos fueron los primeros del mundo. Sus puertas eran portales a un mundo de elegancia y refinamiento, antes inimaginable para las clases medias que gastaban allí y las masas que curioseaban, como si fueran un museo.
Estos templos del consumismo, el refinamiento y la aspiración social se han convertido hoy en rehenes de su proyecto. Son una vidriera de frustrado deseo.
Se rompió el contrato
Son el mejor espejo de la crisis financiera y económica en Francia y el fin de un proyecto social móvil .Se ha roto el contrato entre lo que antes se podía comprar, consumir, gozar y ahora se deben contentar con solo mirar y soñar.
Como los precios subieron tan rápidamente durante la crisis del costo de vida y no están bajando, ni siquiera cuando se alivia, claramente algunas personas, suponiendo que las grandes empresas las están estafando, no consideran un delito estafarlas a cambio. Nada de esto es una excusa para robar pero puede ser una buena explicación.