La asunción de Gabriel Boric en Chile, Gustavo Petro en Colombia, Xiomara Castro en Honduras, así como la victoria electoral de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil este año reinstaló la idea de un nuevo ciclo progresista en América Latina, con desafíos novedosos respecto a la «marea rosa» que gobernó dos décadas atrás y que se enfrenta a una «nueva derecha» que cuestiona los consensos democráticos, según analistas.Estos nuevos liderazgos se incorporaron a una serie de gobiernos que, desde 2018, son impulsados por los referentes de izquierda o progresistas de México, Argentina, Bolivia e incluso Perú, ahora en crisis.
Nuevos liderazgos
Castro se convirtió en enero en la primera mujer en ser presidenta en Honduras y fue bien recibida por parte de referentes de la región, pero también por la vicepresidenta estadounidense Kamala Harris y el rey Felipe VI de España.Antes de su posesión, la mandataria sorteó la crisis que se abrió entre diputados oficialistas que habían formado dos juntas directivas en el Legislativo, pero logró que éste sea presidido por un aliado.
Luego de alinear a los propios, Castro tiene el desafío de gobernar en un Congreso en el que cuenta con solo 50 de las 128 bancas.
En marzo, el exlíder estudiantil Boric asumió la presidencia de Chile, también sin controlar el Congreso. Y, sin pertenecer a un partido tradicional, debió ampliar su coalición electoral para formar otra en el Gobierno, con fuerzas de la ex Concertación. Así, su gabinete contó con referentes de esos partidos, además de una mayoría de mujeres.
Otro reto de Boric estuvo signado por el mandato de velar por el proceso de reforma de la Constitución que estaba en curso. En septiembre, cuando el nuevo texto fue sometido a un referéndum, terminó por frustrarse y por primera vez el mandatario tuvo que introducir reformas a su gabinete.
El año concluye con el anuncio del inicio de un nuevo proceso constituyente.
En tanto, Petro asumió en agosto como el primer presidente de izquierda en Colombia. Su agenda incluyó una reforma tributaria progresiva, la ley de «Paz Total» y la reforma política.
Las dos primeras ya fueron aprobadas por un Congreso, donde el oficialista Pacto Histórico no tiene mayoría, pero cuenta con aliados, ya que luego del primer turno electoral, Petro llamó a otros partidos a formar un «gran acuerdo nacional» para llegar al Gobierno. La reforma política está en debate parlamentario.
También creó el Ministerio de la Igualdad, que apuntala su agenda de género y diversidad.
Para la analista brasileña y doctora en Estudios Estratégicos Mónica Hirst, estos nuevos gobiernos no son necesariamente «proyectos de izquierda». En diálogo con Télam, aseguró que en realidad «lo que hay es un nuevo giro de valoración de las democracias con énfasis en temas sociales y que se distancian de modelos políticos de centro-derecha o de la extrema derecha».
En tanto, el especialista en Relaciones Internacionales Juan Gabriel Tokatlian dijo a esta agencia luego de la asunción de Petro que «parece asomarse una ‘marea rosada’ más soft que la de hace dos décadas», en referencia al término usado para definir al anterior ciclo progresista, cuando asumieron Lula en Brasil; José Mujica en Uruguay; Evo Morales en Bolivia, Hugo Chávez en Venezuela y Néstor Kirchner en Argentina.
El investigador aseguró que los actuales son gobiernos que tienen «mayores obstáculos internos y externos», además de «una agenda más modesta».
La idea del «socialismo del siglo XXI» dejó paso a otros programas, que hablan de un crecimiento con respeto al medio ambiente -sin fracking, ni transgénicos- y ponen en primer plano conflictividades de décadas, como las de los mapuches y de grupos insurgentes.
Agenda «verde» y por la paz
La agenda ambiental es uno de los temas que impulsan más fuertemente Boric y Petro. Ambos se sumaron al Acuerdo de Escazú, el primer compromiso regional sobre asuntos de medio ambiente. Y si bien gobiernos de diversos signos políticos como los de México, Argentina, Bolivia, Ecuador y Uruguay son parte, los nuevos presidentes de Chile y Colombia lo adoptaron como una de sus primeras medidas.
Boric además aprobó la Ley Marco de Cambio Climático, con la que se autoimpuso el ambicioso objetivo de la neutralidad en carbono para 2050.
Ambos buscan conciliar esa agenda «verde», crítica de modelos de primarización, con la búsqueda del crecimiento.
Respecto a las conflictividades, Boric tomó medidas como la creación «Comisión por la Paz y el Entendimiento» con el pueblo mapuche -luego de diversos episodios de violencia en La Araucanía- y Petro, con la ley de Paz Total como marco, reactivó el diálogo con el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Brasil: la vuelta de Lula en un escenario polarizado
En Brasil, pese al intento de descrédito del sistema de votación por parte del presidente Jair Bolsonaro, Lula ganó las elecciones en octubre y asumirá el 1 de enero su tercer mandato.
Sin embargo, el Partido Liberal, que llevó al exmilitar como candidato, será el que controle la mayor bancada en el Congreso y gobernaciones como las de San Pablo y Río de Janeiro.
Bolsonaro no reconoció a Lula como ganador, lo que dio aún más aire a sus seguidores para salir a la calle e intentar impugnar el resultado y pedir en los cuarteles militares la intervención de las Fuerzas Armadas.
La elección en Brasil dejó un escenario polarizado y la pregunta de si el aún presidente impuso nuevos rasgos a la derecha en América Latina. Además, en Colombia y Chile se vieron candidatos competitivos de una derecha no tradicional.
Para Hirst, «sí hay una nueva derecha en la región y en el mundo, que es un desarrollo creciente de la crisis del liberalismo a nivel global», que es un proceso político que no está y que «ganó más visibilidad en los últimos cinco años».
«En el caso de que este ‘nuevo’ giro no lograse sentar los pilares para una transformación más equitativa y sostenible, ¿qué tipo de derecha podría llegar al poder?», se preguntó Tokatlian.
«Me parece que también hay una derecha distinta, reaccionaria, que se entrelaza con una suerte de ‘internacional reaccionaria’ que viene avanzado, en especial, en el Occidente más desarrollado», apuntó.
El llamado «nuevo giro», que algunos analistas matizaron, convive con otros de signos políticos diferentes, como en Paraguay, Uruguay, y Ecuador. Esto además impone desafíos para la integración.
«En el caso de que este ‘nuevo’ giro no lograse sentar los pilares para una transformación más equitativa y sostenible, ¿qué tipo de derecha podría llegar al poder?»Juan Gabriel Tokatlian
Hirst dijo que en la región «parece que es más plausible pensar en coordinación de posiciones y políticas con énfasis en algunos temas importantes», entre ellos el del cambio climático, donde «hay mucha posibilidad de cooperación, principalmente entre los países amazónicos».
En ese sentido, el cambio de signo político en Colombia llevó a que Petro propusiera a Nicolás Maduro -post reapertura de relaciones con Venezuela, rotas desde 2019- una alianza para la protección de la selva amazónica.
Sin embargo, la especialista estimó que «la integración, tal como fue formulada hace 20 años, no tiene cabida en este momento».
Además, agregó que «América Latina, en la medida en que pueda construir proyectos de política internacional de mayor autonomía, va a buscar insistir en que la competencia entre China y EEUU debe mantenerse a nivel de las opciones de inversión económica, de comercio exterior, de incorporación de nuevas tecnologías y no de darle un sentido geopolítico, ni militarizarlas».