Las revelaciones de Elizondo causaron sensación.
Estas fueron reforzadas por videos explosivos y testimonios de pilotos de la Armada que se habían topado con fenómenos aéreos inexplicables, y dieron lugar a investigaciones en el Congreso, legislación y una audiencia en la Cámara de Representantes en 2023 en la que un exfuncionario de los servicios de inteligencia de EE.UU. declaró que el gobierno federal había recuperado objetos estrellados de origen no humano.
Ahora Elizondo, de 52 años, ha ido más lejos en unas nuevas memorias.
En el libro afirma que durante décadas ha existido un programa de recuperación de objetos estrellados de origen no humano que ha funcionado como un grupo paraguas supersecreto formado por funcionarios del gobierno que trabajan con contratistas de defensa y aeroespaciales.
A lo largo de los años, escribió, se han recuperado tecnología y restos biológicos de origen no humano de estos accidentes.
“La humanidad no es, de hecho, ni la única vida inteligente del universo, ni la especie alfa”, escribió Elizondo.
El libro, Imminent: Inside the Pentagon’s Hunt for UFOs (Inminente: Dentro de la búsqueda de ovnis por parte del Pentágono), fue publicado por HarperCollins el 20 de agosto tras un año de revisiones de seguridad por parte del Pentágono.
La autorización del Pentágono no implica aprobación.
The New York Times obtuvo un ejemplar anticipado de Inminent bajo embargo.
El programa del Pentágono que se ocupa actualmente de los avistamientos de ovnis —o “fenómenos anómalos no identificados” (UAP, por su sigla en inglés), como se les llama ahora— “continúa su revisión del registro histórico de los programas UAP del gobierno de EE.UU.”, dijo Sue Gough, vocera del Departamento de Defensa.
Hasta la fecha, añadió Gough, el programa “no ha descubierto ninguna información verificable que corrobore las afirmaciones de que hayan existido en el pasado o existan en la actualidad programas relativos a la posesión o ingeniería inversa de materiales extraterrestres”.
Elizondo fue, durante años, un oficial de inteligencia militar de alto rango, y dirigió programas altamente clasificados tanto para la Casa Blanca como para el Consejo de Seguridad Nacional. En 2009, fue reclutado para el Programa Avanzado de Identificación de Amenazas Aeroespaciales, que investigaba informes sobre OVNIS.
En Imminent, Elizondo describe su lucha dentro del programa para investigar los fenómenos, y su esfuerzo, desde su renuncia en 2017, para impulsar una mayor transparencia sobre lo que se sabe oficialmente sobre los ovnis.
También escribió sobre encuentros personales con ovnis:
orbes verdes que, según dijo, visitaron su casa mientras trabajaba para el Departamento de Defensa.
En el libro, expresó su alarma por el peligro potencial que supone para la humanidad la existencia de una tecnología que, según dijo, supera con creces lo que Estados Unidos u otros países tienen o pueden explicar.
Elizondo escribió que las naves y “la inteligencia no humana que las controla presentan, en el mejor de los casos, un gravísimo problema de seguridad nacional, y en el peor, la posibilidad de una amenaza existencial para la humanidad”.
Revelaciones
En un prólogo al libro, Christopher Mellon, ex subsecretario adjunto de Defensa para Inteligencia, escribió que, sin Elizondo, “el gobierno de EE.UU. seguiría negando la existencia de estos fenómenos. y no investigaría un fenómeno que bien podría ser el mayor descubrimiento de la historia de la humanidad”.
El programa dirigido por Elizondo investigó avistamientos, cuasiaccidentes y otros encuentros entre UAP y aviones de la Armada.
También recopiló datos de incidentes relacionados con operaciones militares y de inteligencia, incluidas imágenes de maniobras extraordinarias de naves que fueron captadas repetidamente por sensores sofisticados.
Dentro del programa, dijo, se enteró de que se habían observado vehículos que mostraban “tecnología más allá de la de siguiente generación” desde la década de 1940.
A principios de la década de 1950, cuando los ovnis se convirtieron en una preocupación de seguridad nacional durante la Guerra Fría, se impuso una estricta reserva.
“Quien controlara esa tecnología podría controlar el mundo”, escribió Elizondo.
Gran parte de la información recopilada por este programa sigue siendo clasificada, pero dos videos no clasificados de la Armada de UAP fueron autorizados para su divulgación pública a petición de Elizondo y publicados por The New York Times cuando dio la noticia de la unidad secreta de ovnis del Pentágono en diciembre de 2017.
En una entrevista, Elizondo dijo que tenía conocimiento de primera mano de lo que estaba hablando, pero que sus permisos de seguridad le impedían revelar la fuente de la información.
Obtuvo la aprobación del Pentágono para publicar su libro en parte atribuyendo parte de la información a otras fuentes cuyos comentarios habían sido aprobados previamente.
Elizondo también dijo que no estaba autorizado a hablar de su participación en otros proyectos secretos más allá del programa que dirigió en su momento.
Sin ningún interés previo en los ovnis, Elizondo creció en Florida, hijo de madre estadounidense y padre cubano, quien luchó junto a Fidel Castro antes de romper con él y unirse a la invasión de Bahía de Cochinos en 1961.
Su padre le enseñó a disparar, conducir motos y pilotear aviones; fue a la universidad y se alistó en el ejército.
Sirvió en Afganistán y también dirigió misiones antiterroristas contra ISIS, Al Qaeda y Hezbulá, y más tarde dirigió programas secretos en la base naval y la prisión de Guantánamo.
En 2007, la Agencia de Inteligencia de Defensa puso en marcha el Programa de Aplicaciones de Sistemas Avanzados de Armas Aeroespaciales, relacionada con el fenómeno ovni, financiado con 22 millones de dólares ocultos en un presupuesto no declarado asegurado por Harry Reid, quien entonces era el líder de la mayoría en el Senado.
En 2009, Elizondo se convirtió en el oficial de mayor rango que dirigía el sucesor de ese programa, el Programa Avanzado de Identificación de Amenazas Aeroespaciales, junto con James Lacatski y Jay Stratton.
Lacatski, científico de cohetes de la Agencia de Inteligencia de Defensa, y Stratton, funcionario de inteligencia del Mando Estratégico de EE.UU., formaron parte del programa precursor.
Frustrado por lo que describió como oposición interna y falta de recursos para hacer frente a lo que consideraba una grave amenaza para la seguridad nacional, Elizondo dimitió y decidió exponer sus preocupaciones a la comunidad de inteligencia en general, al Congreso y al público.
“Sigue habiendo una necesidad vital de averiguar la capacidad y la intención de estos fenómenos en beneficio de las fuerzas armadas y de la nación”, escribió a James Mattis, entonces secretario de Defensa, en su carta de dimisión fechada el 4 de octubre de 2017.
Tras la salida de Elizondo, el programa pasó a convertirse en la Fuerza Especial UAP.
Para 2022, se había transformado nuevamente, ahora en algo más visible, Oficina de Resolución de Anomalías de Todo el Dominio (AARO, por sus siglas en inglés), encargada por el Congreso de estudiar los reportes de fenómenos anómalos no identificados y divulgar información al público.
Elizondo dijo que se reunió con el director de la AARO y su personal durante tres horas en una instalación segura el 2 de febrero de 2023, y les dio información clasificada sobre la historia del programa de recuperación de accidentes.
Elizondo sigue gozando de los más altos permisos de seguridad y ejerciendo de consultor para el gobierno.
Un veterano científico con los más altos permisos de seguridad al que Elizondo cita en el libro, Harold E. Puthoff, formó parte del programa ovni de Elizondo.
Físico e ingeniero con un doctorado de la Universidad de Stanford, Puthoff trabajó como científico jefe en proyectos altamente clasificados para el gobierno durante 50 años, a menudo informando directamente al jefe de la CIA y a asesores de la Casa Blanca.
Elizondo “nos ha facilitado información que parece de primera mano y no tengo motivos para descartarla”, dijo Puthoff en una entrevista.
“Ciertamente tenía autorizaciones para obtener información primaria”.
Elizondo también escribió en las memorias sobre encuentros personales con fenómenos anómalos no identificados, describiendo orbes verdes brillantes del tamaño de una pelota de basket que invadieron su casa de forma intermitente durante más de siete años.
Los objetos eran capaces de atravesar paredes y se comportaban como si estuvieran bajo control inteligente, escribió.
Su mujer, sus dos hijas y sus vecinos también fueron testigos de los orbes.
En cuanto a “nuestros amigos de fuera”, no parecen ser benévolos, escribió; tal vez sean neutrales.
O podrían ser una amenaza para la humanidad.
“No podemos seguir escondiendo la cabeza bajo el ala”, escribe.
“Sabemos que no estamos solos”.
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