«Blues de la civilización», ópera prima de Guido Ferrari que se estrena este jueves en el Espacio Incaa Gaumont, indaga en el mundo del «oficinismo» por medio de la muerte de una empleada, que se presagia en suicidio aunque abre dudas al respecto.«Y, después de leer ‘Minuto para el Crimen’, de Nicholas Black, donde el asesinato ocurría en el Ministerio de la Moral Británico, se formó la idea en mí de realizar un policial que exponga las contradicciones mismas de un sistema que aparenta ser impoluto y no lo es. Por otro lado, se me cruzó la imagen de un detective que, en el lugar más miserable y dónde resolvía un crimen ruin, hallaba una esperanza, como una ventana que ilumina una pieza oscura, que le permitía ver la vida de una manera diferente», explicó Ferrari a Télam.
Resuelto en una locación de oficinas y filmada de noche, el director realiza una película coral en la cual el detective Beltrán sobresale al resto. Traído del policial negro, se trata de un investigador con un pasado a resolver y que en medio de las pesquisas se topa con la esa oscuridad que lo persigue desde hace años.
«El rodaje fue caótico, trabajamos de día y filmamos de noche, la pandemia interrumpió el rodaje y la inflación se devoró el presupuesto. Sufrimos mucho, la última jornada, en la última toma terminé llorando, porque pensé que no íbamos a terminar. Pero también vivimos momentos tan sublimes que me van a acompañar toda la vida. Con sus idas y venidas, muy positivo. Y eso se nota, en la pantalla sentís la voluntad del equipo de superar cada límite y cada escollo», agregó.
El elenco está conformado por Alfredo Castellani, Silvina Sinatra, Matias Flores, José Luciano González y Eduardo Perilli.
Trailer «Blues de la civilización»
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-¿Qué te atrajo del mundo del «oficinismo» para amar un policial en ese entorno?
-Quería poner la lupa en ese microcosmos de vínculos, porque trata de eso, de los vínculos sociales traumatizados, que impiden reconocer en el otro a un par, una persona que merezca el mismo trato. Y el mundo burocrático es un ejemplo de esto porque suelen ser personas que habitan esos espacios mucho tiempo y se pierde el decoro, volviéndose todo alienante. A su vez, se da un curioso clima de «guerra fría», dónde todos saben algo de todos, donde nadie se ayuda, pero siempre se opina, y donde la verdad vale bien poco, si es que, alguna vez importó. Lo que deviene en un grado de miserabilidad importante y obliga a Beltrán a desenmarañar chismes y viejas rencillas.
-¿Se puede decir que es una «trágica historia de amor» o de «amor» no tiene nada la relación entre Manuel y Nora?
-Se puede decir que sí, pero en un sentido más amplio, porque el amor atraviesa a todos los personajes y los daña por igual. Todos cargan con vínculos afectivo-tortuoso, que iremos descubriendo a lo largo de la historia. El amor está problematizado por presiones sociales y económicas que ahogan a los individuos. Todos los personajes se vuelven miserables y egoístas por esta misma condición trágica. Con observar el desdén de los personajes que en vez de querer saber qué le ocurrió a Nora, se preocupan por salir más temprano del trabajo. Ya nada importa, pero a la vez sí importa.