El comediante Pablo Fábregas está presentando en la sala Neruda del Paseo La Plaza, junto a Fernando Sanjiao, un espectáculo de stand up en el que cada uno hace su monológo y ambos interactúan sobre el escenario, lo que vuelve a poner el acento sobre un formato de humor que viene de afuera y llegó para quedarse pero que, en versión criolla, no puede obviar el inmenso legado de la comicidad y la comedia argentina.
«Todos nos creemos muy modernos hasta que vemos un video de Niní Marshall. Tenemos un siglo de comedia, un siglo de comedia pesado, con nombres gigantes, y los que llegamos ahora venimos a sumar porque atrás tenemos un ‘know how’ tremendo que, aún cuando no seas especialista, lo fuiste mamando en tu casa o en el barrio, es como el fútbol, que entendés de qué se trata casi por ósmosis, con la comedia argentina pasa un poco lo mismo», cuenta Fábregas en charla con Télam en una primera aproximación a los modos de comicidad y los formatos.
«Fabregas + Sanjiao» se llama el espectáculo que se puede ver los viernes a las 22.30 y los sábados a las 23.30 en el complejo teatral de avenida Corrientes 1660, que comienza con una encuesta al público y en el que cada uno despliega su monólogo con una comicidad a prueba de balas.
«El humor -continúa- tiene idiosincrasia y se apoya en esto mucho más que otros géneros, si bien el stand up es elástico y tiene también aspectos universales como cualquier otro formato, los temas y los modos de hacer comedia van encontrando su identidad en cada lugar y en relación con una historia. Si vas a Inglaterra no vas a tener la inmigración árabe-judía-española-italiana, o no va a ser un tema tan importante en los modos y los tonos de una forma de hablar y hacer humor», destaca Fábregas, que desde hace años protagoniza con Sebastián Wainraich y Julieta Pink del programa radial «Vuelta y media», que va por Urbana de lunes a viernes de 17 a 20, y que trabajó en el detrás de escena del nuevo show de Martín Bossi, «Bossi Live Comedy».
Télam: ¿Prima un guion o prima la improvisación en un número de stand up?
Pablo Fábregas: El stand up está escrito, hubo experiencias de gente que se tiró directo a la impro pero, por lo general, está escrito y después está quien respeta a rajatabla ese guion y el que modula. Yo trato de que sea lo más flexible posible y voy improvisando a medida que le voy encontrando la nueva forma arriba del escenario. La comedia, en general, se termina de escribir arriba de las tablas.
– Está el ida y vuelta con el público que en el stand up parece central.
– Sí, la gente te va marcando qué funciona y qué no, pero tampoco le tenés que hacer caso todo el tiempo; el chiste está escrito, es cerebral, lo interesante con la gente es que en la sala terminás de encontrar la verdadera identidad de esas líneas, si se dice así o asá, si el remate es adecuado, si tiene que llegar antes o demanda más suspenso, eso es lo que te da el escenario.
-La nobleza del stand up parece estar en que el humorista se ríe, en principio, de sí mismo.
-Es stand up es un tipo de comedia que se hace desde el padecimiento propio, siempre se está metiendo una crítica pero parte, casi por definición, del sufrimiento propio o del mundo, pero a partir de uno, eso es fundamental para generar indentificación con el que está sentado.
-En tu monólogo del Paseo La Plaza, hablás de varias cuestiones, entre otras, el monotributo o los karmas de los monotributistas, el público parecía muy cercano a las situaciones que contabas y se reía con eso, ¿pero si vas a hacer un monólogo a la Sociedad Rural, ahí no hay monotributistas?
-Elegiría otro material, los materiales también dependen del público, el 90% de la gente que viene a vernos al Paseo La Plaza sabe quiénes somos y está identificado con el padecimiento de los que vivimos en este país. Uno va tratando de modificar el material para que funcione, aunque también está bueno invitar a otras personas a tu mundo, no partir del supuesto de que todos nos entendemos y contarle a otro que está en la antípodas de vos «a mí me pasa esto».
-Estás colaborando, detrás de escenario, en el «Bossi Live Comedy», ¿cómo es el trabajo en un «big show» de este tipo?
– Hay algo más allá del big show y es que al trabajar con Martín (Bossi) todo tiene que ir hacia algún lugar. En algunas propuestas, el divague es parte de lo que hacés, es una parte que conduce a otras partes felices, en este caso no, todo es muy estudiado.
-¿El peor pecado en este caso?
-Entorpecer el ritmo sería lo peor que puede pasar en un show de este tipo, la obligación de los que estamos laburando en esta puesta es hacer lo mejor visualmente, hay una producción potente y que te tira para adelante pero tenés que poner lo mejor que tenés.
-¿La radio?
-Venimos trabajando hace 14 o 15 años, es más un disfrute que un trabajo arduo, estuvimos trabajando muchos años para que el programa haya encontrado su punto de equilibrio, aun cuando cada tanto el programa se replantea a sí mismo y pensamos en lo que hacemos cada vez que se prende al luz roja del estudio y salimos al aire. Ya tengo claro qué hacer, dónde callarme y dónde intervenir y después de tanto tiempo juntos hay cosas que si uno las navega llegan a buen puerto.
Foto: Alejandro Santa Cruz.