Y, especialmente, porque remontó un partido en el que llegó a estar 6-1 y 4-0 abajo. Por eso, al concretar el triunfo apoyó sus rodillas sobre el cemento de la cancha 5 del Billie Jean King National Tennis Center, se tomó el rostró y se mostró muy emocionada.
Había disputado la qualy del Abierto de Australia, Roland Garros y Wimbledon en la presente temporada sin lograr ganar más de dos partidos seguidos, lo que sí consiguió en el Major neoyorquino. Venció en forma consecutiva a Ekaterina Makarova (6-4 y 6-3), Alla Siedel (3-6, 7-5 y 6-2) y ahora dejó en el camino a Arconada para seguir soñando en Nueva York.
La marplatense, de 20 años, finalista de Roland Garros junior en 2022 y ganadora de 10 títulos ITF -tres de ellos en 2024-, es una de las grandes promesas del tenis femenino en la Argentina y una las jugadoras que lucha por unirse a Nadia Podoroska como representantes albicelestes consistencia dentro del Top 100 de la WTA.
Hoy es la número 159 del mundo y la cuarta argentina del ranking detrás de la propia Podoroska (67°), María Lourdes Carlé (86°) y Julia Riera (121°).
Sierra debutará en el cuadro principal ante la alemana Tatjana Maria, mientras que Podoroska hará lo propio ante la rusa Diana Shnaider y Carlé tendrá un duro debut frente a la ucraniana Elina Svitolina. En tanto, Riera, que disputó el cuadro principal en Roland Garros y Wimbledon, esta vez no pudo superar la clasificación.
La historia de Solana Sierra
Su talento natural para jugar al tenis, que su papá, Omar, descubrió casi de casualidad cuando fueron a pelotear en una cancha durante unas vacaciones familiares, apareció desde muy temprano y llamó la atención, ya que no tenía en su familia un espejo que la llevará a inclinarse por el deporte blanco. Su padre es un profesional en sistemas y su madre, Marta, una médica veterinaria.
«Era una enanita de cinco años y en la escuelita rápidamente se diferenció del resto de los chicos”, contó su primera entrenadora, Bettina Fulco, ex-tenista argentina que llegó a ser número 23 del ranking WTA en octubre de 1988, año en que alcanzó los cuartos de final de Roland Garros.
Durante su infancia en el barrio Perla Norte de Mar del Plata practicaba danza y también natación, pero llegó un momento en que debió elegir y la decisión estuvo bien clara. La raqueta y las pelotitas amarillas le ganaron por goleada a los zapatos de punta y a las antiparras.
Se inició en el club Teléfonos de su ciudad natal y rápidamente destacó por encima de la media. Fue la mejor jugadora argentina en las categorías sub-12, sub-14, categoría en la que fue campeona sudamericana, y sub-16. Además, consiguió una beca para realizar una gira por Europa y medirse ante las mejores jugadoras del mundo. A partir de allí comenzó a crecer a pasos agigantados.
Hacia finales de 2018 ganó su primer punto WTA en Villa del Dique, superando en la primera ronda a la argentina Candela Bugnon, pero su gran despegue fue en 2019. Ganó dos títulos en torneos J5, uno en Lambare (Paraguay) y otro en Córdoba, además de alcanzar las semifinales en el W15 de Buenos Aires y aparecer por primera vez en el ranking mundial, el 21 de octubre, en el 1.148° lugar.
«Al principio lo tomaba como un juego, pero de a poco se fue volviendo algo más serio. Me gusta entrenar, me gusta viajar y conocer personas y lugares. Eso es lo más lindo del tenis, que te permite viajar por el mundo», contaba la marplatense a fines de 2021, llena de ilusión.
Como a muchas otras jugadoras en todo el mundo, tanto a nivel junior como dentro del circuito de profesionales, la pandemia le cortó ese crecimiento explosivo, pero en 2021 se reencauzó y volvió a tener grandes resultados. Tiene a Serena Williams como referente y es fanática de Roger Federer, a quien se dio el gusto de conocer en la previa del partido exhibición que el suizo jugó con Alexander Zverev en Buenos Aires.
Sierra tiene un estilo de juego que difiere de lo que históricamente ha caracterizado a los argentinos. Busca ser agresiva en todo momento, no entretener con largos peloteos, e intenta acortar los puntos tomando riesgos con su derecha y subiendo a la red. Así se metió en el cuadro principal del US Open. Va por más.