Santa Lucía celebra los 400 años de su fundación

Mañana 25 de noviembre, la cuna de la horticultura celebrará el cuarto siglo de fundación. Desde el Ministerio de Turismo compartimos una breve reseña de su historia.

Las puestas del sol sobre los ríos Santa Lucía y Paraná, que rodean esta localidad, son el más bello espectáculo. Tierra de horticultores, su producción se basa en tomates, pimientos y otras hortalizas bajo coberturas plásticas llamadas tendaleros.

HISTORIA

El pueblo de Santa Lucía de los Astos, fue fundado por disposición de don Hernando Arias de Saavedra, conocido como Hernandarias, en la desembocadura del río Mepemé, hoy Río Santa Lucía; en 1615.

En ese lugar es conocido como Taba – cué (pueblo viejo en guaraní) y estaba en las proximidades  y estaba en las proximidades del actual paraje Rincón de Soto, pero  sus costas se desbarrancaron y ya no queda nada. Sus primeros pobladores eran todos indígenas, que formaron, bajo la dirección de los padres Franciscanos, una reducción donde fueron adoctrinados en la Fe Cristiana. Tenían una humilde capillita  de adobe donde veneraban una hermosa imagen de la Virgen y Martir Santa Lucía, que había sido traída por la familia de los Astos.

Como los indios de la otra orilla del Paraná,  llamado Chaco Santafesino, incendiaron y robaron la reducción en dos o tres oportunidades, los padres franciscanos resolvieron trasladar a la población, a un lugar más seguro, a una legua de distancia, sobre la margen derecha del Río Santa Lucía y lejos de la costa del Paraná.

Eso fue en 1716. Aquí volvieron a levantar una humilde iglesia, para venerar en ella a su querida patrona. Alrededor del año 1770, el Padre Doctrinero, Fray Juan José Pereyra, levanto una capilla de adobe, pero un temporal la destruyó.. Fue entonces cuando decidió levantar una capilla más grande y fuerte de ladrillo. Enseño a los indios a fabricarlos y descubrió a una  legua de distancia del asentamiento, una cantera de cal. Contrató a un maestro europeo que diseño la construcción de estilo colonial  y se empeño con alma y vida a llevar adelante la obra. Tardó casi 20 años en construirla y al final trajo de las misiones del Yaguarón, actual república del Paraguay, a dos artesanos especializados en la fabricación de retablos, Don Gaspar Bogarin y su hermano Nicolás, para que fabricaran el que actualmente se admira  con los nichos de la Santa Patrona  y de otros santos. A la muerte del Padre Pereyra, acaecida del 18 de Julio de 1790, estaba concluido el cuerpo principal de la iglesia y su sacristía, y comenzadas las obras de carpinterías y habitaciones parroquiales.

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