En un partido vibrante, con jugadas polémicas y una destacada actuación de Lucas Alario, River se coronó campeón de la Copa Argentina al vencer anoche 4 a 3 a Rosario Central en el estadio “Mario Alberto Kempes”, que presentó un pésimo estado del campo de juego.
El Millonario se adelantó en el marcador con un tanto de penal de Lucas Alario, a los 10 minutos del primer tiempo.
Sin embargo, el Canalla igualó el pleito mediante un gol de Damián Musto en una jugada donde Augusto Batalla –como ante Boca– salió mal y le dejó la posibilidad al volante para que, luego de acomodar el balón con la mano, convirtiera.
A los 29, Marco Ruben dio vuelta la historia después de una muy buena acción elaborada por Walter Montoya y Teófilo Gutiérrez.
No obstante, River empató con otro tanto de penal de Lucas Alario, a los 39, luego de un tonto agarrón de Dylan Gissi sobre el delantero.
En el complemento, otra vez Ruben puso adelante a Central después de una muy buena jugada colectiva que terminó con un centro de Jonás Aguirre.
Cuando parecía estar más cerca el 4-2 para el equipo de Eduardo Coudet, el ingreso de Iván Alonso por D’Alessandro cambió la ecuación.
A los 26, el uruguayo bajó un balón de cabeza y la empujó Alario, mientras que, a los 29, se invirtió la fórmula y el que terminó convirtiendo fue Alonso.
Central terminó con diez hombres por la expulsión de Marco Ruben, a los 38, por darle un codazo a Joaquín Arzura.
Con la obtención de este certamen, River logró clasificarse para la Libertadores, mientras que el conjunto rosarino perdió su tercera final seguida de Copa Argentina.
El Millonario pudo coronar así un año con muchos altibajos tanto a nivel local como internacional. Las últimas semanas, cuando los objetivos eran solo dos, ganar el superclásico con Boca Juniors y obtener la Copa Argentina, el nombre de Marcelo Gallardo parecía incluso tener “fecha de vencimiento”. Y todo ello se potenció con un partido, el pasado domingo en el Monumental cuando el Xeneize salía airoso del Monumental ante la atónita mirada del más de 60.000 personas.
La semana de trabajo entonces fue dura y Gallardo se veía mal a futuro, más por sus propias exigencias que por la dirigencia o el hincha.
Pero nuevamente el Muñeco mostró sus dotes de ganador y, otra vez, con un título.