La violencia que azota a Rosario y sus alrededores volvió a mostrar su rostro más crudo y desgarrador. En esta ocasión, una adolescente de apenas 13 años resultó herida por una bala perdida mientras jugaba inocentemente en el patio de su casa, ubicada en el barrio La Ribera de Villa Gobernador Gálvez. El incidente, ocurrido en la noche del viernes, es un nuevo y alarmante recordatorio de cómo la creciente escalada de los conflictos relacionados con el crimen organizado impacta directamente en la vida de los ciudadanos, incluso en la de los más vulnerables.
Según lo reportado por el portal Rosario3, la niña, cuya identidad se mantiene en reserva por tratarse de una menor de edad, se encontraba disfrutando de tiempo libre en el patio de su hogar cuando de repente sintió un fuerte ardor en la pierna. Inmediatamente la familia, presa de la alarma y la preocupación, la trasladó de urgencia al Hospital de Niños Zona Norte de Rosario. Allí, tras una minuciosa revisión médica, los profesionales de la salud confirmaron el peor de los escenarios: la lesión era compatible con un disparo de arma de fuego. Afortunadamente, y para alivio de sus seres queridos y de toda la comunidad, los médicos pudieron constatar que su vida no corre peligro. La bala, de milagro, no afectó órganos vitales ni causó daños irreparables, aunque la herida física y el trauma psicológico sin duda dejarán una marca.
El lugar exacto donde se produjo este lamentable suceso es en Edison al 200, una dirección que en el contexto actual de Villa Gobernador Gálvez y de Rosario, no resulta un dato menor. La ubicación se encuentra a pocas cuadras de otros episodios violentos registrados en los días previos, lo que inmediatamente encendió las alarmas de las autoridades y de la prensa. Estos ataques recientes no fueron hechos aislados, sino que estuvieron relacionados con viviendas vinculadas a familiares de presos ligados al crimen organizado. La hipótesis principal que maneja la Policía, y que se investiga con máxima prioridad, es si existe una conexión directa entre estos violentos ataques y la bala perdida que hirió a la joven.
La secuencia de hechos es preocupante y dibuja un panorama sombrío de la realidad rosarina. Apenas unos días antes del incidente de la adolescente, la ciudad fue escenario de dos balaceras de gran impacto. El pasado lunes por la noche, desconocidos armados dispararon contra una casa en Nogués al 200. Este domicilio, según se confirmó posteriormente, es la residencia del padre de Cristian «Pupito» Avalle, un nombre que resuena con fuerza en el oscuro entramado del crimen organizado local. Avalle es un conocido integrante de la banda Los Monos y actualmente cumple una condena a prisión perpetua por haber ordenado, desde el interior de la cárcel, una serie de extorsiones, homicidios y balaceras. El ataque a la casa de su padre, por tanto, no parece ser un hecho azaroso, sino un claro mensaje en medio de las disputas territoriales e internas de las bandas criminales.
Esa misma noche del lunes la violencia no cesó, otro domicilio fue blanco de un brutal ataque a tiros, esta vez en Magallanes al 1900. La vivienda fue impactada por 14 disparos. S