Sucedió este fin de semana, en Sevilla, durante el 41 Congreso Federal del PSOE en el que Sánchez alentó a los suyos con frases de pastor evangélico: “El PSOE se pone en pie ante las adversidades”, dijo.
Se refería, sin entrar a detallarlas, a las denuncias que en los últimos meses se han ido convirtiendo en investigaciones judiciales contra el ex ministro que estuvo más cerca suyo, contra su esposa, contra su hermano. El último escándalo apunta a la filtración de información fiscal sensible del novio de la presidenta regional madrileña, Isabel Díaz Ayuso, que habría salido del Palacio de la Moncloa.
En los diez años que lleva al frente del PSOE, Pedro Sánchez nunca estuvo tan “acorralado” por denuncias y sospechas de corrupción que, según él, están orquestadas por el Partido Popular y por Vox. “Los odiadores profesionales de la derecha y la ultraderecha”, los define.
“Nos quieren tumbar. A cada ataque, una nueva política progresista”, propuso ante unos siete mil militantes que le ofrendaron el 90 por ciento de los votos con los que consagró su reelección como líder del partido.
“Tenemos una sola prioridad, volver a ganar las elecciones autonómicas, municipales y generales en 2027 en toda España”, prometió.
Caso Koldo
Sin embargo, una lista de investigaciones judiciales opacan los anhelos triunfalistas del presidente Sánchez. El ex ministro de Transportes y ex secretario de organización del PSOE José Luis Abalos fue, durante años, su mano derecha. Abalos tenía un asesor, su ex chofer Koldo García, que sería una pieza clave en una trama de corrupción que se está investigando por comisiones millonarias en la compra de barbijos y material sanitario durante la pandemia.
Abalos dejó de ser ministro en 2021 pero se convirtió en diputado en 2023. Este año fue expulsado del partido pero no abandonó su banca. Como cuenta con fueros, es el Tribunal Supremo el que puede investigarlo. Fue imputado y está citado a declarar el 12 de diciembre.
Begoña investigada
Sonriente, Begoña Gómez, la esposa del presidente Pedro Sánchez, estuvo sentada en primera fila durante el cierre del Congreso Federal del PSOE.
De chaqueta roja -el color del partido-, fue recibida y mimada por los nombres de más peso dentro del PSOE, en un gesto de empatía con la primera dama española. Hubo selfies, besos y abrazos.
La mujer de Sánchez está siendo investigada por los presuntos delitos de tráfico de influencias, corrupción en los negocios y, desde hace unas semanas, por probable apropiación indebida. El juez pretende dilucidar si Begoña Gómez se apropió indebidamente de un software de la Universidad Complutense de Madrid que estaba asociado a una cátedra y a un máster que la esposa del presidente co-dirigía, cargos para los cuales, según la denuncia en su contra, no contaba con la formación profesional necesaria.
“Cada vez estoy más convencido de que el tiempo pondrá las cosas en su sitio”, dice Sánchez cuando le preguntan por la causa contra su mujer.
Begoña Gómez tendrá que presentarse ante el juez el 18 de diciembre.
El hermano menor del presidente
La onda expansiva de denuncias contra el jefe del gobierno y su entorno familiar alcanzó a su hermano menor, David.
David Sánchez está a cargo de la Oficina de Artes Escénicas de la Diputación de Badajoz. Anteriormente fue el coordinador de “Actividades de los Conservatorios de Música”.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a su mujer Begoña Gómez. Foto EFELa misma organización que denunció a Begoña Gómez presentó cargos contra el hermano del presidente por posibles delitos de malversación, prevaricación y tráfico de influencias. Argumentan que su contratación fue irregular y que lo eligieron por ser el hermano de Pedro.
El Juzgado de Instrucción 3 de Badajoz aceptó la denuncia, lo está investigando y lo va a citar. Este martes, sin embargo, la fiscalía recurrió la decisión de la jueza de imputar a David Sánchez y citarlo a declarar porque no le informó cuáles son los hechos que se le atribuyen.
El último escándalo
Dos días ante del congreso socialista en Sevilla, el secretario general del PSOE de Madrid, Juan Lobato, renunció a su cargo desnudando la polémica que se desencadenó en el gobierno nacional a partir de la filtración de información reservada sobre Alberto González Amador, el novio de la presidenta regional madrileña, que está acusado de fraude fiscal.
González Amador habría esquivado desembolsar 350 mil euros de impuestos aunque el foco está puesto ahora en quién filtró a la prensa el intercambio de mails de su abogado con Hacienda en el que se reconoce que el novio de Díaz Ayuso cometió el delito. Allí también plantea la posibilidad de realizar los pagos reparadores que sean necesarios para evitar que su cliente termine en el calabozo.
La filtración dio origen a una causa contra el fiscal general del Estado, Alvaro García Ortiz. Actualmente se lo investiga por revelación de secretos.
Como líder del PSOE en Madrid, Lobato solía enfrentarse a Díaz Ayuso en el Parlamento regional. Allí, el socialista le echó en cara a la presidenta madrileña el intercambio de mails que confirmarían el delito cometido por su pareja, conversaciones reservadas que nunca hubieran debido hacerse públicas. Esa información, que varios medios publicaron, se la habían pasado a Lobato desde La Moncloa. Y él, para cubrirse, dejó asentado ante un escribano cómo esos mails habían llegado a sus manos.
Con este rosario de causas judiciales a cuestas y con la mejor cara que encontró en su Manual de Resistencia, la autobiografía que publicó en 2019, Pedro Sánchez se presentó el fin de semana como un líder renovado.
“España adelanta por la izquierda”, fue el lema del congreso federal del PSOE. Se repartieron brazaletes luminosos rojos, como en los conciertos de Taylor Swift, y se entonaron, con el brazo en alto, las estrofas de “La Internacional”, el himno “de los trabajadores del mundo entero”.