Con el avance de la tecnología, los drones dejaron de ser juguetes sofisticados para pasar a ser herramientas clave en industrias tan diversas como agricultura, cine, seguridad, minería y rescate.
Tanto en la Argentina como a nivel global, muchas empresas ya buscan pilotos de drones certificados para tareas especializadas que combinan vuelo, recopilación de datos y análisis visual.
El trabajo cotidiano de un piloto de drones puede variar mucho dependiendo del sector en el que opere, pero hay un núcleo de responsabilidades que suelen repetirse:
Un piloto de drones que trabaja en agricultura de precisión volará sobre campos para detectar plagas, zonas con estrés hídrico, analizar índices NDVI o generar mapas de riego.
Otro que opere en cine utilizará el dron para tomas cenitales, tracking de escena o tomas aéreas complejas que antes requerían helicópteros.
Un tercer piloto de drones puede especializarse en inspecciones de torres eléctricas, construcciones, o supervisión urbana.
El valor está no solo en volar, sino en entender el contexto y extraer información útil para la empresa cliente, ya sea visual, geográfica o de monitoreo.
Hay varios factores que explican por qué el rol de piloto en los drones se volvió tan buscado:
Todo esto crea un ecosistema laboral favorable: hoy un piloto de drones certificado puede aspirar no sólo a trabajos técnicos, sino también roles de consultoría, gerencia de flotas, desarrollo de software asociado o emprendimientos basados en servicios con drones.
Para ingresar en esta profesión emergente, conviene tener una hoja de ruta clara. Acá algunas etapas fundamentales:
Con esa combinación, un piloto de drones puede dejar de ser un hobbyista y transformarse en un profesional cuya competencia demanda salario competitivo y proyección a futuro.