En una entrevista con Eldoce.tv, el cordobés de 29 años aclarón que aunque le digan El Maligno, «para nada soy malo. Pero no voy a negar que si me gusta hacer maldades todo el tiempo«.
Y acto seguido contó una anécdota reciente de lo que es el día a día en la Villa Olímpica de París junto a los demás ciclistas. Situación: las bicicletas que usan entre los atletas son públicas, es decir que cualquiera puede agarrar la que quiere, pero según contó Torres Gil, con el paso de los días los ciclistas iban eligiendo sus favoritas hasta llegar al punto de ponerles candado para que nadie más las usara. Y lo que sigue explica su apodo.
«Ya nos empezamos a indignar y dijimos: ‘¿Sabés qué? Vamos a sacarle los asientos’. Entonces agarramos las bicicletas, le sacamos los asientos y nos fuimos a dormir con los asientos». Desafortunadamente pequeña la maldad no dio sus frutos, ya que a la mañana siguiente tampoco estaban las bicicletas. «Dijimos ‘que bronca’ porque no tenemos las bicicletas y tenemos los asientos».
Pero eso no terminó ahí. El Maligno no se dio por vencido y decidió sacarles también las ruedas de adelante a las dos bicis. «Nos fuimos a dormir con las dos ruedas y al otro día sí estaban las bicicletas».
Toda picardía tiene sus consecuencias, y lo que ocurrió a la mañana siguiente lo asustó un poco. Contó que mientras estaban desayunando le llegó un audio del equipo argentino que decía: «A los que sacaron las dos ruedas de las bicicletas, espero que no sean argentinos», seguido de un ultimátum que les exigía que en diez minutos debían devolver las ruedas antes de que revisen habitación por habitación.
«Salimos corriendo y pusimos las dos ruedas», aseguró.
Pero definitivamente las maldades más grandes las hace dentro de la pista haciendo magia arriba de su bicicleta. No había otra manera de conseguir el oro olímpico.