Marcos vivía en la zona Oeste de la ciudad. Tenía tres hijos y desde hacía unos años se dedicaba a conducir el trolebús de la Línea K o 121, que conecta el Mercado de Concentración de Fisherton con la Ciudad Universitaria.
Anoche la despedida comenzó en la casa velatoria Caramuto y terminó alrededor de las 11.30 cuando el cortejo fúnebre partió hacia el cementerio para darle el último adiós.
Entre aplausos y pedidos de justicia, lo acompañaron. Marcos Daloia fue baleado el jueves 7 de marzo y el domingo, finalmente, falleció.
Su muerte inició un paro de transporte que llevaba cuatro días y que terminó este martes a las 13 cuando muchos de sus compañeros tuvieron que ir directamente del cementerio hacia los colectivos para cumplir el recorrido.
Durante tres días Daloia peleó por su vida en Hospital de Emergencias Clemente Álvarez. Había recibido un disparo en la cabeza mientras hacía el recorrido y lo trasladaron en ambulancia, donde sufrió un paro cardíaco pero lograron reanimarlo. Finalmente decretaron la muerte cerebral.
«Paren de ayer un show con la tragedia»
«Lo único que queremos es transitar esto en familia», dijeron a Clarín sus familiares. Pidieron que los «dejen en paz». Y cuestionaron la viralización de las imágenes del hombre inconciente en la mitad de la calle. «Paren de hacer un show con la tragedia que estamos pasando», pidieron.
El Ministerio Público de la Acusación (MPA) pidió a los pasajeros del trolebús y a los testigos que se acerquen a declarar para dar con el autor de los disparos. En un comunicado, pidieron que cualquiera que haya visto algo se comunique al 911 o ala fiscalía de Homicidios Dolosos.
Ola de crímenes
Durante la última semana la violencia narco elevó el voltaje en Rosario. Hubo balas, cuatro muertos y mensajes intimidantes hacia la gobernación santafesina, hacia los responsables de la seguridad, provincial y nacional, y también a periodistas de medios nacionales que cubren la actualidad que sacude a la ciudad.
El primero de los duros mensajes tuvo que ver el martes pasado cuando mataron a tiros a Héctor Raúl Figueroa (42), un taxista. Un día después, también en horas de la noche, Diego Alejandro Celentano (32), otro taxista, murió al recibir cinco tiros disparados por el pasajero que transportaba por el barrio Saladillo, en la parte sur de la ciudad.
El último crimen fue el sábado por la noche cuando fusilaron a Bruno Bussanich. El playero de una estación de servicio que fue asesinado de al menos tres disparos por un sicario.
En el mismo sentido que los familiares del colectivero, se manifestaron en el entorno de Bruno Bussanich: «Desde nuestro lugar les pedimos con el mayor de los respetos y con mucha tristeza, que por favor no sigan publicando las imágenes del momento del homicidio. La reiteración de ese video permanentemente en los medios nos resulta muy angustiante, por momentos ofensivo pero, por sobre todo, resulta traumático a menores de edad que no escapan a las redes sociales».