Nos metimos en un lío



A más de dos meses de recibir $177 millones del gobierno de Javier Milei para sus comedores, en la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la Argentina (Aciera) admitieron dificultades para afrontar la distribución de los alimentos, tarea que el Ministerio de Capital Humano a cargo de Sandra Pettovello también les tercerizó.

«Nos metimos en un lío», dijo el titular de Aciera, Christian Hooft, quien expuso que su entidad tuvo que hacerse cargo de esa logística que «requiere mucho esfuerzo, porque era una estructura nacional que estaba enfocada a través de organizaciones sociales».

«Se corta eso y nos dicen ‘¿ustedes pueden ayudar?’ ¿Y qué le vamos a decir, que la iglesia no puede ayudar? Ahora, el tema es: ¿y los recursos?, ¿y el equipo de gente?, ¿y los voluntarios?, ¿de dónde salen? la iglesia los pone, pero no es tan fácil», reveló Hooft en declaraciones a la señal evangelista Luz.

Como adelantó LPO a comienzos de febrero, en medio de las críticas de la Iglesia Católica al Gobierno por el corte de ayuda a comedores, Pettovello firmó para la entrega de alimentos un millonario convenio con Aciera, entidad que tiene de vicepresidente al pastor Hugo Márquez, quien ubicó a su hija Nadia Márquez como diputada libertaria.

Los alimentos comprados con esos recursos recién llegarán a destino esta semana. Hooft justificó ese letargo: «Después de que el Gobierno da el dinero, hay que hacer un concurso de precios, ver quién lo distribuye. Eso no se hace en una semana».

Y agregó: «Nosotros no somos una organización especialista en trabajo alimentario, somos Iglesias que hacemos un trabajo voluntario, que colabora con esta situación de emergencia nacional».

Al dar ese cuadro, Hooft cuestionó que el Gobierno haya desplazado por completo a las organizaciones sociales de la entrega de alimentos. «No fue la mejor forma cortar todo», dijo.

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A la par, el titular de Aciera detalló que, de los 723 comedores que inicialmente tenía registrado la entidad, la cifra más que duplicó post convenio, llegando a 1.800 comedores. «Tuvimos que hacer una auditoría con una estructura voluntarios en todo el país», expuso.

Y sentenció: «Esto pone a la Iglesia Evangélica en el ojo del huracán porque acá hay un problema de honestidad, que ha sido cuestionada, en nuestro criterio quizás no fue la mejor forma cortar todo, pero el Gobierno decidió hacerlo y hay que respetarlo».



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