El bloque de izquierda de la primera ministra socialdemócrata, Mette Frederiksen, encabezó las elecciones legislativas celebradas este martes en Dinamarca, pero no consiguió una mayoría frente al bloque que reúne a la derecha y a la extrema derecha, según las encuestas a pie de urna.Con 16 a 17 escaños del total de 179 del Parlamento danés, el centro podría imponerse como árbitro entre la izquierda (85/86 escaños) y la derecha y extrema derecha (73/74 escaños), de acuerdo a los sondeos divulgados al cierre de los colegios electorales por las cadenas públicas DR y TV2.
Este escenario deja abiertas varias posibilidades, incluyendo un nuevo nombramiento de Frederiksen o la designación de un nuevo primer ministro centrista o incluso de derecha.
La premier, de 44 años, gobierna Dinamarca bajo la delicada situación política porque estos comicios rompen el tradicional sistema de bloques con el que el país ha funcionado durante más de cuatro décadas, a lo que se suma la crisis energética por la guerra en Ucrania y una inflación disparada.
En todo caso, el apoyo de los moderados, un partido centrista fundado por el ex primer ministro liberal Lars Lokke Rasmussen, parece indispensable para formar una mayoría.
Con apenas 2% de intención de voto hace dos meses, este partido superaría el 9%, asentando su posición de árbitro.
«Haremos todo lo posible para ser el punto de unión, esa es la idea», dijo Løkke Rasmussen tras la votación, en declaraciones a AFP en las que aseguró que no aspiraba a un tercer mandato como primer ministro.
Las elecciones fueron convocadas después de la «crisis de los visones», un escándalo surgido durante la pandemia del Covid cuando el gobierno decretó el sacrificio de millones de animales, una decisión que luego resultó ser ilegal.
Un socio minoritario del gobierno amenazó entonces con tumbar el ejecutivo si no se convocaba a elecciones para asegurar que seguía teniendo el apoyo de la ciudadanía.
La campaña estuvo dominada por temas como el clima, la inflación y una posible reforma del sistema de salud.
Este país nórdico defiende desde hace 20 años políticas muy restrictivas en materia de inmigración.
El actual gobierno defendió una política de «cero refugiados» y trabajó para instalar un centro de acogida en Ruanda para tramitar las solicitudes de asilo.
La mayoría de los partidos respaldan políticas restrictivas y el tema habitualmente no da lugar a debates.
Pero el cambio climático es un asunto candente en este país de 5,9 millones de habitantes.
El domingo, unas 50.000 personas, incluyendo la primera ministra, se congregaron en «La marcha del pueblo por el clima» en Copenhague.
La izquierda ha prometido una ley para proteger la biodiversidad y quiere crear un impuesto a las emisiones de carbono de la agricultura, una medida que apoyan otras formaciones.
Del lado de la derecha, el Partido Liberal apuesta por el desarrollo de soluciones verdes.
La ultraderecha se declaró abierta a la construcción de centrales nucleares, en un país que no cuenta con ninguna.
En total, 14 partidos concurrieron a las elecciones para los 179 escaños en juego, con cuatro representantes reservados a los territorios autónomos: Groenlandia y las Islas Feroe.
En Dinamarca, la participación electoral tradicionalmente es alta.
En 2019 un 84,6% de los cerca de 4,2 millones de electores se desplazaron para sufragar.