La localidad de Castelar, situada en el partido bonaerense de Morón, se encuentra
conmocionada tras el hallazgo de un escenario de horror y depravación que
supera cualquier límite de la imaginación. En una operación de rescate cargada de
dramatismo, tres adolescentes de entre 15 y 17 años fueron puestos a salvo de
una vivienda precaria donde sus propios padres, en lugar de brindarles el cuidado y
la protección que cualquier hogar debe garantizar, los convertían en moneda de
cambio para satisfacer los deseos más oscuros de terceros y alimentar sus propios
consumos problemáticos.
La investigación que culminó en este rescate comenzó gracias a la valentía y la observación persistente de los vecinos de la zona.
Fueron ellos quienes, con una mezcla de sospecha y preocupación, empezaron
a notar un movimiento inusual y constante de personas ajenas al barrio que
transitaban por la propiedad a cualquier hora del día y la noche. Lejos de tratarse de
una dinámica familiar normal, el flujo de extraños hacia el interior de la precaria
construcción despertó las alarmas de la comunidad.
Al indagar sobre lo que sucedía puertas adentro, se descubrió la peor de las realidades:
los menores eran entregados sistemáticamente a distintos hombres que abusaban de ellos bajo una transacción infame. El pago por estos vejámenes consistía en sumas de dinero y, fundamentalmente, en dosis de estupefacientes.
Ante la gravedad de los indicios intervino la Justicia y se ordenó un allanamiento
de urgencia bajo las directivas del juez Roberto Carletti.
Cuando los efectivos policiales irrumpieron en el domicilio, se encontraron con
un panorama desolador que reflejaba la marginalidad y el desprecio absoluto por
la vida humana. El ambiente estaba saturado por una suciedad extrema y olores
nauseabundos. En medio de latas de cerveza vacías y restos de basura, convivían
una gran cantidad de gatos conejos en condiciones insalubres, configurando un
cuadro de abandono total en el que los adolescentes intentaban sobrevivir día
tras día.
Durante el procedimiento los agentes de seguridad procedieron a la detención
inmediata de los responsables de este horror. Se trata de Fátima Loyza, de 35 años,
y Juan Carlos Merlo, de 40, padres de los menores. Ambos quedaron bajo custodia
policial y enfrentan cargos gravísimos que los mantendrán con prisión preventiva
mientras avance el proceso judicial. La carátula que pesa sobre ellos es la de trata de
personas con fines de explotación sexual doblemente agravada por el vínculo y la
condición de vulnerabilidad de las víctimas

