A los 51 años, Sergio Massa dirime su segunda candidatura presidencial desde una configuración política diferente a la que proyectó su postulación en 2015 y, en sintonía con ese desafío redoblado, el periodista Diego Genoud encara por estos días también su segunda biografía sobre el actual ministro de Economía: un minucioso trabajo titulado «El arribista del poder» en el que lo reconstruye como una figura dúctil y sagazmente persuasiva que «siempre activa las endorfinas del poder».Hace una década, Genoud puso el foco en el exjefe de Gabinete y actual precandidato a presidente de Unión por la Patria para escribir «Massa, la biografía no autorizada». En un año de contienda electoral vuelve ahora a esa figura en esta biografía que recorre las mutaciones y clivajes que convirtieron a quien fuera intendente de Tigre y titular de Anses en una de las piezas más elocuentes para comprender la arenosa escena desde la que emergen alianzas, dirigentes y disputas de poder.
Editado por Siglo XXI, se trata del tercer libro de Genoud quien, entre los dos trabajos con Massa como protagonista, escribió «El peronismo de Cristina», un ensayo sobre el engranaje de poder que construyó la expresidenta y actual vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner como arquitecta del Frente de Todos.
En «El arribista del poder», el autor retoma la biografía del abogado nacido y criado en San Martín, casado con la titular de Aysa Malena Galmarini, con quien adoptó Tigre como territorio central de su proyección política y traza un recorrido por su itinerario como funcionario hasta sus días actuales como ministro de Economía.
El analista y periodista político, que edita y escribe en La Política Online y hace el programa semanal «Fuera de tiempo» en Radio Con Vos, cuyas entrevistas después pueden leerse en el DiarioAr, desentraña a lo largo de quince capítulos el recorrido que se inició en el partido de San Martín, cuando tenía 17 años y decidió consagrarse a la política.
«Una cosa es esta transición y otra es cómo se va a dar esta convivencia en un eventual gobierno de Massa, sería otro escenario», vislumbra Genoud en una entrevista que tiene lugar en un bar del barrio de Santa Rita, en la que quedan expuestas también muchas preguntas acerca del lugar que puede ocupar el actual ministro de Economía según el resultado electoral de los próximos meses. Durante la charla, el periodista delinea también los aliados del actual ministro de Economía, sus pasos como jefe de Gabinete y los caminos que recorrió hasta esta segunda candidatura presidencial.
– ¿En qué momento pusiste el foco en Massa?
– Siempre me impactó la manera en la que se mueve con los periodistas. Yo trabajaba en el diario Crítica cuando él era jefe de Gabinete, empecé a ver cómo impresionaba a los y las periodistas, que parecían muy cautivados. Eso no era habitual en un contexto en el que, desde el kirchnerismo, la mirada era más bien de impugnación al poder político de los periodistas, de rechazo o de cierta distancia. Pero Massa, que era el jefe de Gabinete de Cristina, era todo lo contrario. Era una anomalía en ese dispositivo, eso me sorprendía y me chocaba un poco también. De entrada estuvo la posible autonomía de Massa porque sus modos eran muy distintos a los de Néstor y los de Cristina. En 2013, escribí una nota para Crisis, ahí es cuando Massa ya tenía el centro de la atención del poder y los medios. Desde entonces recibí invitaciones para escribir un libro, acepté y terminó saliendo en 2015. En ese momento ya se hablaba del «factor Massa», de lo que puede representar para el poder, para el peronismo, para la Argentina. Massa siempre activa las endorfinas del poder. Ya estaba eso en el 2013.
– ¿Qué cambios notaste en ese universo que habías abordado casi 10 años antes?
-Si lo mirás en el tiempo, es alguien que siempre está buscando su oportunidad, no importa dónde y cuándo sea, o dónde lo lleve. La coherencia es que quiere estar en la cima del poder, no importa dónde esté sentado. En ese momento su movimiento era leído como «a Massa le dieron todo y se fue para ser el jefe del antikirchnerismo», después Macri lo superó y terminó siendo un vehículo más eficaz para el antiperonismo y antikirchnerismo. Mirado desde hoy, que está pegado a Cristina, la clave es que Massa va donde está el poder.
-Después de su elección a diputado en 2013 parece acelerarse en ese camino hacia 2015, cuando se presenta como candidato a presidente…
– Él quiso transitar la ruta que el poder había diseñado para él en ese momento. La lectura en 2013 era «Rompiste, ganaste la provincia de Buenos Aires, sos el próximo presidente». No era solo una fantasía suya, era también la de un grupo de familias del círculo rojo, parte del peronismo, algunos en Washington… Había demostrado que podía ganarle al peronismo de Cristina. Una cosa es lanzarse y perder y otra es lanzarse y sacar el 45% de los votos en la provincia de Buenos Aires. Massa había dado muestras de que había elementos ciertos para creer en esa fantasía. Y creo que Cristina lo respeta por eso.
-¿Cómo dialogan ese peronismo de Cristina que analizaste en tu libro anterior con este universo Massa?
– Es que Massa se sale de cauce para volver. El fracaso de Macri, la jugada de Cristina de 2019 lo obligan a salirse de cauce, también sus propios errores. Todo eso agota la idea de la ancha avenida del medio y vuelve con 5% de los votos, vuelve con muy poco. Este presente es un mérito de Massa porque se tiró a la pileta a pesar de la crisis y dijo ‘voy a transformar esto en una oportunidad’; resolvió la crisis política. Hay ahí un mérito de Massa pero también una debilidad de Cristina, y un aprendizaje de la derrota del 2015 cuando el kirchnerismo quedó muy aislado del sistema político con una ofensiva del macrismo, de Comodoro Py inédita muy virulenta. Ahí aprendió que no podía permitir que todos sus enemigos se confabularan en su contra y que tenía que ir a disputar en esas aguas. De ahí vienen Massa, (Juan) Manzur. Desde el punto de vista del poder es valorable porque quiere decir que ella entendió que no podía quedarse con los propios nada más, el problema es cuando uno de esos que recuperás pasa a ser quizás el nuevo conductor del peronismo. Hoy no se puede entender la proximidad Massa-Cristina sin el rol de Máximo.
– Contás en el libro que había diferencias entre Néstor Kirchner y Cristina ante los planteos de Massa de candidatearse como intendente de Tigre. Por ejemplo. Néstor se mostraba más reticente y ella parecía decirle que lo dejara.
– Ahí hay toda una cuestión para pensarla desde hoy porque en ese 2007 Néstor lo quería a Massa de ministro de Economía de Cristina, pero él no acepta porque tiene el proyecto de salir del Anses e ir a Tigre. Néstor prefería tenerlo como un subordinado en su esquema de poder pero no dejarle construir un lugar territorial como el que Massa decía que hacía falta. Cuando vio cómo Néstor se relacionaba con los intendentes advirtió que valían más que los ministros, dijo «Yo también voy a serlo». No voy a estar a tiro de firma de un presidente que en cualquier momento me puede rajar, voy a construir mi poder porque es la mejor forma de tener una buena interlocución con Néstor. Cristina confiaba más, tenía menos cuidado con Massa en ese momento.
– Decís también que Massa regresa como uno de los más firmes candidatos para decretar desde el peronismo el fin del ciclo kirchnerista. ¿Cómo ves esa hipótesis después del anuncio de la candidatura?
– Depende del resultado electoral. Creo que, en principio, Massa seduce más en el poder que en la base social, hay que ver si este enamoramiento del poder que hay con él tiene un correlato a nivel social. Depende un poco cómo lo acompañe Cristina. Massa no hubiera sido ministro ni candidato sin el apoyo de Cristina y, a nivel de poder, esa alianza es lo más importante.
– Al mismo tiempo que él es candidato a presidente, su aliada inicial en la política, Graciela Camaño, se quedará afuera de la Cámara de Diputados. ¿Creés que pueden volver a trabajar juntos?
– Hay una confianza muy estrecha, ella lo quiere como a un hijo, lo incorporó al peronismo en los 90. Él le demostró desde muy pibe que tenía una ambición, ella cuenta que de muy chico dejó de pedir permiso, creó su propia básica en San Martín. Esa alianza funcionó siempre.
– Retomás sus tiempos como funcionario de Anses, cuando ella, desde el Ministerio de Trabajo, es clave en ese momento de aumento de las jubilaciones durante el gobierno de Eduardo Duhalde.
– Él lo convence a Duhalde tratando de poner en valor Anses para dar el primer aumento de jubilaciones. (Roberto) Lavagna estaba en contra y él va y le lleva una encuesta algo alterada a Duhalde que dice que el 70% de los argentinos quiere aumento de jubilaciones. Y así arrancó la era de al movilidad jubilatoria. Eso demuestra que tiene diferentes vías de persuasión.
– ¿Cómo creés que se puede construir ese entramado de identidades entre el Frente Renovador y el kirchnerismo?
– La pregunta es cómo evitar que se diluya la identidad del Frente Renovador, hay un potencial conflicto ahí. Hasta hoy se tramitó bien. Cuando Alberto Fernández nombró a Sergio Massa había una fiesta de los cuadros del massismo, eso iba en sintonía con esta idea de Cristina de «ahora tengo alguien con quien puedo dialogar en el vórtice del poder». Hubo una convivencia que uno puede decir que funcionó. Una cosa es esta transición y otra es cómo se va a dar esta convivencia en un eventual gobierno de Massa, sería otro escenario.
«Me pregunto quién interpela al poder actual, es lo que trato de hacer con los libros»
Después de tres libros sobre la coyuntura política y de analizar semanalmente el panorama nacional en sus columnas de radio y gráfica, Diego Genoud dice que está dispuesto a pasar a una historia atravesada por el registro ficcional, con personajes que le son reconocibles porque escuchó sus historias en estos años de periodismo pero a los que no piensa abordar desde el ensayo o la investigación.
De ese proyecto apenas cuenta que está en carpeta pero sobre el desafío de ejercer el periodismo político y de escribir sobre la coyuntura nacional también habla en esta nota con Télam.
– ¿Cómo ves el arranque de la campaña en una época en la que la rosca y su puesta en escena atraviesan mucho al periodismo político?
– Creo que la elección va a ser un test crucial desde el punto de vista político partidario y también para ver a qué distancia está ese mundo de la política, el palacio, de las bases de la sociedad. Si uno mira algunos datos de ausentismo, abstencionismo o voto en blanco, hay ciertas alarmas. No es algo que empezó ahora sino que viene profundizándose. Como también el voto a Milei que algo representa. Cuando el periodismo que parece que se empapa tanto de la trastienda de las negociaciones políticas deja de lado el contexto social, por un lado, promociona las conversaciones del poder y, por otro lado, da cuenta de que el periodismo político también es parte de ese micromundo de privilegios y que está alienado y divorciado de la realidad, de los 100% de inflación, de la caída del poder adquisitivo, la pandemia. Cuando se habla tanto de la conversación endógena de la política se prescinde de la realidad social y lo que hace el que habla así es autodelatarse porque cuenta que vive en ese mundo de negociaciones que están totalmente alejadas de las necesidades populares. Quizás ahora eso se nota más porque la situación es crítica a nivel social. Obvio que hay indicadores de consumo, se agotan los pasajes, las entradas para los recitales, pero no se si la base histórica del peronismo es la que nutre esa estadística o son los votantes de Juntos.
– ¿Estás trabajando en un próximo libro acerca de la coyuntura?
– Este libro y «El peronismo de Cristina» me los propusieron desde la editorial y son instantáneas del poder pero estoy un poco cansado. Si hiciera algo más me lanzaría a una cosa muy riesgosa que es novelar alguna historia de la política para no estar tan preocupado para que los datos se condigan con la realidad. Conozco muchas historias, hablo con mucha gente de la política y hay historias que me gustaría contar sin decir quiénes son los protagonistas. Alguna ficción hecha de realidad. Es un riesgo porque me puede ir muy mal. Es un personaje que une los 70 con el presente.
– ¿Cómo es ese salirse de la coyuntura?
– Los libros de la década del 90 eran los de la corrupción, eran de investigación, ahora los libros son sobre el pasado lejano, los que más se leen son sobre el pasado. Pienso en los de Juan Manuel Abal Medina, Juan Carlos Torre o Pablo Gerchunoff. Incluso hay periodistas como María O’Donnell que cuentan lo que pasó con Born hace 50 años. Hablar de coyuntura es más riesgoso, te exponés más, porque ponés tu punto de vista, no es un hecho congelado del pasado sino que hablás de poder real. No hay mucho de eso, salvo biografías apuradas como las que te piden las editoriales y no está muy bueno. Me pregunto quién interpela al poder actual, es lo que trato de hacer con los libros.