Las ‘ninis’ suman 12,5 millones de mujeres de entre 15 y 24 años, según un estudio de la fundación chilena Espacio Público.
Las mujeres jóvenes latinoamericanas que no estudian ni trabajan, las llamadas ninis, llegan a unos 12,5 millones, el 27% de la población total, según el estudio Millennials en América Latina y el Caribe: ¿trabajar o estudiar? que se presentará este jueves en Santiago de Chile. Los hombres son unos 7,5 millones, o el 14%. El fenómeno de los ninis “es altamente femenizado”, indica la investigación para la que se encuestaron a 15.000 individuos de entre 15 y 24 años en Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, Haití, México, Paraguay, Perú y Uruguay. “En todos los países, la proporción de mujeres que no están insertas ni en el sistema educativo ni el mercado laboral más que duplica a la fracción de hombres en esa situación”, indica el proyecto de la fundación Espacio Público (Chile), financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo de Canadá.
Las brechas de género se disparan en algunos países. En México, un 34% de las jóvenes son ninis, pero la cifra baja al 15% para los hombres. En El Salvador, las mujeres nini representan el 30%, contra el 18% de los varones. En Brasil, las ninis representan un 28% del total, 10 puntos más que los hombres. “El embarazo adolescente en las mujeres es fundamental para explicar el fenómeno. América Latina tiene tasas altas, aunque se han ido reduciendo en el tiempo”, explica la chilena Andrea Repetto, investigadora y coeditora del estudio. “A diferencia de los hombres, que entran y salen de trabajar, las mujeres son ninis en forma permanente, porque algo se los impide”, agrega.
El informe indica que la mayoría de los jóvenes que tuvieron hijos en la adolescencia es nini y solo un porcentaje pequeño se dedica exclusivamente a estudiar. “Las estadísticas recopiladas por la encuesta revelan, asimismo, que quienes tuvieron hijos tempranamente y solo trabajan, son principalmente hombres, mientras que aquellos que tuvieron hijos en la adolescencia y hoy no estudian ni trabajan, son en su mayoría mujeres”, señala el libro.
Cuando en la región apenas se cuenta con información de calidad sobre este sector de la población, la investigación aporta datos relevantes para poder integrarlos. De acuerdo a Repetto, los millennials son objeto de prejuicios y estereotipos. “Si se escribe en el buscador la frase ‘los millennials son’, aparece sugerencias como ‘la peor generación’, ‘estúpidos’ o flojos”, ejemplifica. La investigación derriba mitos: “Como que los ninis son jóvenes que se despiertan a las dos de la tarde, miran su celular y no tienen nada que hacer durante el día”. La economista dice que, por el contrario, “duermen la misma cantidad de horas que el resto”.
El estudio indica que, del total de ninis, un 31% está buscando trabajo (sobre todo hombres), un 64% se dedica al cuidado de familiares (principalmente mujeres) y casi todos realizan labores domésticas o prestan ayuda a los negocios de sus familias (95%). “Son personas que no son activas en el mercado laboral, pero son activas en realizar acciones valoradas por sus respectivos entornos. Las mujeres están en la casa, haciendo labores domésticas, cuidando a otros”, agrega Repetto.
El estudio ofrece una radiografía de la situación de los jóvenes ante un mercado de trabajo desafiante. Con la intención de analizar si esta nueva generación está suficientemente formada para los retos –el tsunami tecnológico, la llegada masiva de los robots y el crecimiento imparable de la inteligencia artificial, entre otros– se midieron las habilidades cognitivas de los nacidos en la región entre 1993 y 2004. Los resultados no fueron del todo alentadores, porque muestran un regazo importante: alrededor de 80% no habla inglés con fluidez y un 40% de los millennials latinoamericanos no es capaz de realizar cálculos matemáticos sencillos y útiles para la vida diaria, como repartir un monto de dinero en partes iguales. El país con peor desempeño en este último punto es Brasil –”es curioso, porque tiene una educación obligatoria más larga, pero los jóvenes desertan”, dice Repetto–, mientras que el mejor es Colombia.
A nivel general latinoamericano, nuevamente aparece la brecha de género: “Las mujeres no tienen diferencias en lenguaje con los hombres ni en habilidades espaciales, pero sistemáticamente les va peor en matemáticas”, señala Repetto.
México, El Salvador y Brasil, a la cabeza
El estudio busca conocer qué hay detrás de la elección entre el ingreso al mercado laboral o permanecer en el sistema educativo. El panorama no es del todo desalentador. Aunque un 20% de los millennials son nini –México, El Salvador y Brasil lideran las cifras regionales–, un 41% estudia, el 21% trabaja y el 17% realiza ambas actividades. Respecto de las habilidades cognitivas, los jóvenes presentan deficiencias en matemáticas o inglés, pero tienen grandes destrezas para el uso de tecnologías digitales (a excepción de Haití).
En relación a las habilidades socioemocionales –porque el estudio mide este tipo de variables, menos convencionales–, los millennials latinoamericanos muestras altos niveles de autoestima, autoeficacia y perseverancia. Entre los nueves países estudiados, Colombia presenta los mejores índices, mientras que Haití, los más bajos.
Dada la radiografía sobre este grupo de la población –100 millones de personas en la región tienen entre 15 y 24 años y 20 millones de ellos son ninis–, los autores realizan varias recomendaciones a los gobiernos para su integración productiva en la sociedad. “Sobre la calidad de la educación, debemos organizar el sistema de forma distinta para obtener el aprendizaje que los jóvenes no están logrando en Latinoamérica. Que a los 20 años no sepan dividir, es un problema”, señala Repetto. “Pero resultaría interesante diseñar políticas públicas a la luz de la información que hemos encontrado. Por ejemplo: si los millennials tienen habilidades tecnológicas desarrolladas y dificultades para salir de la casa, entonces, ¿por qué no les ofrecemos módulos de formación a través de mecanismos digitales?”, propone.
Fuente: El País