«Nadie está en mejores condiciones que nosotros para cambiar el rumbo de la humanidad«, declaró Lula frente a los líderes de las mayores economías del mundo, al inaugurar la segunda sesión de la cumbre que se celebra en Río de Janeiro.
En ese marco, abogó también por «revisar reglas financieras que afectan a los países en desarrollo» y por la aprobación de un impuesto universal a los llamados superricos, que la presidencia brasileña del G20 ha incorporado a los debates del grupo.
Citó «estudios reveladores» auspiciados por la presidencia del G20, según los cuales «un impuesto del 2 % sobre los patrimonios de individuos superricos podría generar 250.000 millones de dólares por año, para invertir en superar los desafíos sociales de nuestros tiempos».
Según Lula, para toda esa nueva arquitectura mundial se requiere de «instituciones más representativas», pues «la pluralidad de voces funciona como vector de equilibrio».
Agregó también que «el futuro será multipolar», que «aceptar esa realidad pavimentará el camino hacia la paz» y que, así, «la crisis del multilateralismo» será superada con «más multilateralismo».
Lula aprovechó la presencia de los líderes para defender un reclamo histórico de su gobierno: la reforma de los organismos internacionales, como el Consejo de Seguridad de la ONU. Lula quiere la participación de los países emergentes y, principalmente, de Brasil.
«Este año, la reforma de la gobernanza global pasó definitivamente a la agenda del G20. Por primera vez, el grupo acudió a la ONU y aprobó, con el respaldo de otros 40 países, un llamado a la acción. Pero este llamado es sólo un despertar. La omisión del Consejo de Seguridad ha sido en sí misma una amenaza a la paz y la seguridad internacionales», afirmó Lula.
Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad que tienen poder de veto sobre cualquier propuesta son: Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Gran Bretaña.
Las guerras
Lula criticó también las invasiones de la Franja de Gaza y de Ucrania y atacó las sanciones unilaterales impuestas a los países. No citó específicamente las sanciones encabezadas por Estados Unidos contra Rusia.
Lula también dijo que las desigualdades económicas generadas, según él, por el neoliberalismo, provocaron odio y amenazas a la democracia.
«No sorprende que la desigualdad alimente el odio, el extremismo y la violencia. Tampoco que la democracia esté amenazada. La globalización neoliberal ha fracasado. En medio de una agitación creciente, la comunidad internacional parece resignada a navegar sin rumbo a través de disputas hegemónicas. Seguimos a la deriva, como arrastrados por un torrente que nos empuja hacia una tragedia, pero el enfrentamiento no es una fatalidad. Negarlo es renunciar a nuestra responsabilidad», afirmó Lula entre los líderes de las principales economías del mundo.
A continuación, el presidente brasileño se refirió a las guerras en curso en el mundo. Lula condenó la invasión rusa de Ucrania y la invasión israelí de la Franja de Gaza.
«Desde Irak hasta Ucrania, desde Bosnia hasta Gaza, se está consolidando la percepción de que no todos los territorios merecen que se respete su integridad y que no todas las vidas tienen el mismo valor. Intervenciones desastrosas han subvertido el orden en Afganistán y Libia. La indiferencia ha relegado a Sudán y Haití en el olvido. Las sanciones unilaterales producen sufrimiento y afectan a los más vulnerables», argumentó Lula.
Para Brasil, que actualmente preside el G20, la reunión de este año debería centrarse en las medidas para combatir el hambre en el mundo, defendidas por Lula. Pero los líderes mundiales, especialmente los europeos, quieren aprovechar la reunión para hablar de los ataques de Rusia a Ucrania.
El presidente ruso Vladimir Putin, que tiene una orden de arresto internacional en su contra por crímenes de guerra, no asistió al G20.