La batalla por la ciudad ha sido infernal y de las imágenes que llegan se demuestra que lo conquistado son básicamente escombros de edificios. Pero Vuhledar, destrozada, sigue siendo importante porque es un nudo de comunicaciones vital y porque está plantada sobre una zona elevada que permite controlar movimientos militares en un amplio espacio.
Vuhledar había resistido casi dos años y medio. En la batalla, que arreciaba o se tranquilizaba por semanas, murieron decenas de miles de hombres entre los dos bandos. Es de las más sangrientas de esta guerra y de un alcance que en Europa no se veía desde las guerras de los Balcanes.
Pero este miércoles a primera hora Ucrania anunció que se retiraba. La ciudad minera en la que vivían antes de la guerra más de 15.000 personas es una montaña de edificios derruidos. Moscú no había confirmado la toma a media tarde europea, pero ya había imágenes de sus soldados enarbolando banderas rusas en lo alto de lo que queda en pie. Según las autoridades de la zona citadas por las agencias de prensa, en la ciudad apenas quedan 700 personas, las que nunca quisieron ser evacuadas.
Duro golpe
Vuhledar supone una derrota durísima para Ucrania. No es sólo que uno de los símbolos de su resistencia termine por ceder, sino que más allá de su simbolismo la localidad es militarmente estratégica.
Rusia avanza en el este a pesar de que Ucrania, con su entrada en territorio ruso hace ya dos meses por la región de Kursk, pretendía obligarla a desviar fuerzas. Ucrania está cediendo en ese frente.
Lenta pero inexorablemente, todos los días los rusos avanzan unos cientos de metros, un kilómetro, a veces dos. Las fuentes consultadas en las últimas semanas en la OTAN consideran que Ucrania necesita más armas occidentales, más modernas y que le lleguen más rápido. Nunca podrá igualar el número de hombres que Rusia pone sobre el terreno, pero una mejor tecnología podría ayudarla.
El presidente Volodimir Zelenski se desespera porque las promesas de los socios noroccidentales se cumplen a cuentagotas y siempre le llegan menos armas de las prometidas y más tarde de la cuenta.
Esas fuentes consideran que a Rusia ya no le importa ocupar totalmente el territorio, que su prioridad ahora es ir destruyendo al Ejército ucraniano, porque sin hombres suficientes dará igual qué armas occidentales pueda recibir. Y a Rusia no le importa perder más hombres porque tiene muchos más.
Kiev intenta movilizar más tropas. Bajó la edad de movilización obligatoria hasta los 25 años (era 27), pero apenas le sirvió. Tiene prohibido a sus hombres en edad militar refugiarse en Europa, por lo que la inmensa mayoría de los refugiados (más de cuatro millones) son mujeres, niños y ancianos.
Rusia tiene más tiempo porque tiene más carne que quemar en una guerra que pretendía muy rápida cuando la lanzó pero que se eterniza y que se ha convertido en una guerra clásica de frentes estancados durante tiempo, aunque cada vez a Ucrania le cueste más que sus líneas no cedan.
Rusia aumentó su presupuesto militar un 70% este año y volverá a subirlo en 2025 hasta llegar a los 130.000 millones de euros y su presidente Vladimir Putin promete que logrará todos sus objetivos.
El 40% del presupuesto ruso va a Defensa y Seguridad. Moscú puede movilizar ahora mismo a un total de 1,5 millones de hombres para la guerra. Ucrania podrá gastar este año 48.000 millones, pero sin apoyo financiero y militar occidental hace tiempo que habría dejado de existir.
Zelenski pretende desde hace tiempo que Ucrania entre ya en la OTAN, para así protegerse bajo el paraguas de la Alianza Atlántica. Pero en el cuartel general de la OTAN a las afueras de Bruselas, donde este martes tomó posesión del cargo de secretario general el holandés Mark Rutte, esa opción está descartada porque conllevaría automáticamente la guerra contra Rusia. Washington también lo descarta.
La industria militar rusa es inmensa y, aunque en buena parte su tecnología es inferior a la occidental, le vale mientras la OTAN no se implique totalmente en Ucrania, algo que es muy improbable. Si además Putin tiene la suerte de que en noviembre gane las elecciones estadounidenses el republicano Donald Trump, que promete dejar de ayudar a Ucrania, la suerte parece que estará echada.