Una mujer da de comer a su nieta con tuberculosis en un centro médico en Sierra Leona. MSF/Mohamed Saidu Bah
Así lo refleja en el informe “Testar, prevenir y tratar la tuberculosis en niños”, TACTIC (por sus iniciales en inglés) de MSF que, a través de encuestas, evalúa las directrices políticas en materia de tuberculosis en 14 países con elevada carga de enfermedad y revela que muchos están retrasados en la actualización de esas políticas que podrían ayudar a frenar la enfermedad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que 1,25 millones de niños y adolescentes (de 0 a 14 años) enferman de tuberculosis cada año, pero solo la mitad de ellos son diagnosticados y notificados a los programas nacionales de tuberculosis.
La tuberculosis está causada por una bacteria (Mycobacterium tuberculosis) y afecta con mayor frecuencia a los pulmones. Se propaga a través del aire cuando las personas infectadas tosen, estornudan o escupen.
Las peticiones de MSF
MSF pide la actualización de las directrices contra la tuberculosis a los países más afectados y a los que analiza en su informe: Afganistán, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Guinea, India, Mozambique, Níger, Nigeria, Pakistán, Filipinas, Sierra Leona, Somalia, Sudán del Sur y Uganda.
Reclama que asignen los recursos necesarios —junto con el desarrollo de planes claros con plazos— para implementar las políticas y aumentar el acceso a la prevención, diagnóstico y tratamiento de los niños con tuberculosis en el país.
Esta ONG médica también pide a los donantes internacionales y a las agencias de apoyo técnico que proporcionen financiación suficiente a los países para apoyar las reformas de las políticas de tuberculosis pediátrica y su aplicación.
Las lagunas
De los 14 indicadores de políticas medidos en el informe de MSF, sólo las políticas de un país están totalmente alineadas con las directrices de la OMS, siete países tienen una alineación superior al 80 %, y cuatro países aún están por debajo del 50 %.
Las mayores lagunas se encontraron en las políticas relacionadas con el diagnóstico de la tuberculosis en niños.
Según el informe, sólo 5 de 14 países han adaptado sus directrices para iniciar el tratamiento de esta enfermedad en niños cuando los síntomas indican claramente la presencia de tuberculosis incluso aunque las pruebas bacteriológicas son negativas.
Y sólo 4 de estos 5 países disponen de los recursos necesarios para aplicar eficazmente estas orientaciones.
El diagnóstico, un desafío
Diagnosticar la tuberculosis pediátrica es más difícil que diagnosticar la tuberculosis en adultos porque los niños a menudo no pueden producir esputo, tienen niveles más bajos de bacterias en los pulmones que los adultos, que las pruebas actuales a menudo no detectan, y tienen más probabilidades de sufrir tuberculosis extrapulmonar que los adultos
“Diagnosticar la tuberculosis en niños es un desafío porque las pruebas de laboratorio disponibles actualmente no están adaptadas a las necesidades de los niños”, recoge el informe que admite que algunos países permiten el inicio del tratamiento sin una prueba bacteriológica.
Sin embargo, menos países han adoptado los algoritmos de decisión de tratamiento basados en evidencia recomendados por la OMS, que son la clave para aumentar el número de niños diagnosticados con tuberculosis en ausencia de confirmación bacteriológica.
La prevención, sobre todo para los vulnerables
El tratamiento preventivo de la tuberculosis es una “herramienta particularmente valiosa” para proteger a los niños más vulnerables, incluidos los niños que viven con el VIH y los menores de 5 años que sean contactos estrechos de un adulto con enfermedad de tuberculosis.
“Es alentador ver que todos los países encuestados incluyen al menos un régimen de tratamiento preventivo de la tuberculosis más corto para menores de 5 años”, aunque, precisa, los niños con VIH todavía están excluidos.
Las recomendaciones de la OMS
Basándose en las últimas evidencias científicas, la OMS revisó en 2022 sus orientaciones para el tratamiento de los niños y adolescentes con tuberculosis y formuló varias recomendaciones que mejorarían “drásticamente” el diagnóstico y la calidad de la atención a los niños.
Entre ellas destacan:
- El uso de algoritmos de decisión terapéutica que permiten diagnosticar a muchos niños basándose únicamente en los síntomas en ausencia de confirmación de laboratorio.
- Ofrecer tratamientos de duración más corta para tratar y prevenir la tuberculosis en los niños, en especial la tuberculosis sensible a los medicamentos y resistente a los medicamentos.
MSF lamenta que aunque hay fármacos nuevos y adaptados a los niños para la tuberculosis sensible y la farmacorresistente, los países no siempre los adquieren debido a barreras burocráticas y a la falta de financiación.
“Como resultado, los niños con tuberculosis se ven obligados a ingerir medicamentos triturados y amargos sin las dosis adecuadas en función de su peso, lo que les expone a un grave riesgo de efectos secundarios y fracaso del tratamiento”, alerta Cathy Hewison, responsable del grupo de trabajo sobre tuberculosis de Médicos Sin Fronteras.
Además, según MSF, la introducción de nuevos medicamentos contra la tuberculosis y formulaciones pediátricas es fundamental para permitir que los países dejen de utilizar la amikacina, un antibiótico inyectable que se sabe que causa efectos secundarios graves, incluida la pérdida permanente de la audición.
Las conclusiones
MSF considera fundamental que los países actualicen sus políticas contra la tuberculosis con el trabajo conjunto de todas las partes interesadas y con financiación y asistencia técnica.
Un primer paso en este proceso, proponen, es el desarrollo de hojas de ruta nacionales sobre tuberculosis pediátrica, que establezcan planes concretos para actualizar las directrices nacionales y abordar las barreras de implementación para aumentar el acceso al diagnóstico, a la prevención y al tratamiento.