Las norteamericanas recuperaron el título olímpico que habían cedido a manos de las rusas en Tokio 2020, cuando la nacida en Texas decidió retirarse para cuidar su salud mental.
De regreso luego de un tiempo sabático, más madura y más fuerte mentalmente, Biles deslumbró envuelta en una malla blanca, roja y azul, llena de estrellas (un guiño a la bandera estadounidense) y brillos. Y junto a Sunisa Lee, Jade Carey y Jordan Chiles se impusieron con 171,296 puntos y se llevaron la medalla dorada delante de dos inesperadas sorpresas.
Es que Italia ganó la plata y sumó su primera presea desde Amsterdam 1928, y Brasil se colgó el bronce y se subió por primera vez a un podio olímpico, exactamente dos décadas después de su primera participación como equipo en Atenas 2004.
Biles, dueña de 23 títulos mundiales, llegó a su octava presea olímpica, la quinta dorada, y se convirtió en la gimnasta estadounidense más condecorada de la historia.
Las sonrisas de Biles
Simone sonríe. Está relajada, no se exige de más. Enfrente tiene al potro, el aparato en el que abandonó en los Juegos japoneses, hace tres años, al sentir «twisties«.
Ya no busca impresionar, su mera presencia lo logra. Por eso no elige hacer el Yurchenko doble sino que se inclina por su salto Cheng, con el que logra 9,3 de 10 puntos posibles por ejecución y obtiene el mejor puntaje de la primera rotación: 14,900. Aunque lleva una venda en la pierna izquierda, no hay indicios de que la molestia que había sentido en el gemelo hace dos días durante la clasificación siga presente.
En la segunda rotación, va a las barras asimétricas. Alentada desde las tribunas por leyendas del deporte como Nadia Comaneci, Serena Williams y Michael Phelps, entre miles de mortales que deliran con ella, no brilla. Pero con una rutina sin fallas y con una gran salida llega a los 14,400, debajo de la italiana Alice D’Amato (14,633), la mejor del aparato.
Sin el peso del mundo en sus hombros, como sentía en Tokio, disfruta de la primera competencia por medallas en París. En la viga, incluso, tiene dos desequilibrios, uno en el triple giro y el otro en tres conexiones, pero se mantiene sobre el elemento sin caerse. Si bien el puntaje queda reducido por esos errores (14,366), el público explota tras su tercera aparición de la tarde, en la que solo la supera una excelsa Lee con 14,600.
Se despide de la prueba en el suelo. Sale en el último lugar, cuando ya todas las cartas están echadas, para ponerle el broche de oro a la competencia. Y lo hace con una rutina que es pura potencia. Tanta que la velocidad y el impulso que toma en las diagonales la sacan del tapiz en dos aterrizajes. Pero compensa con esa dificultad que solo ella puede ejecutar y con un puntaje de 14,666, le baja el telón a su primera final en la capital francesa.
Y cuando se confirma que el equipo de Estados Unidos vuelve a ser dorado como en Atlanta 1996, Londres 2012 y Río de Janeiro 2016, ella salta, se abraza con sus compañeras, levanta las manos y saluda a la gente, que alucina como nunca. Y sonríe. Y esa sonrisa deja claro que Biles está de vuelta y otra vez en lo alto del podio.
«Fue muy emocionante. Nos divertimos. Disfrutamos de nuestro tiempo aquí y simplemente mostramos nuestra gimnasia. Hicimos lo que se suponía que teníamos que hacer: había presión pero nos sentimos un poco diferentes a los Juegos anteriores«, reconoció Biles.
Y contó: «Hoy empecé la sesión de terapia a la mañana y luego le dije (a mi terapeuta) que me sentía tranquila y preparada. Y eso fue exactamente lo que pasó».
Lee, en tanto, comentó: «Teníamos muchas expectativas puestas en nosotras. Creo que hicimos exactamente lo que se suponía que teníamos que hacer. Salimos y nos divertimos, y creo que eso es lo más importante».
Las sonrisas de Biles, Lee y sus compañeras no fueron las últimas. A su lado estaban las italianas, que con 165,494 se quedaron con una histórica medalla plateada.
En el potro, lideradas por la medallista olímpica Rebeca Andrade, que hasta impresionó a Biles, las brasileñas celebraran su primera vez en un podio al terminar con 164,497 puntos -apenas encima de Gran Bretaña (164,263)- para llevarse un premio de 280 mil reales (50 mil dólares).
Fue histórica la final por equipos de la gimnasia artística de París 2024. Desde la gran decepción de China, siempre candidato, que pagó caro las penalidades de sus gimnastas en barra asimétricas y en viga y quedó sexto, superado hasta por Canadá. Hasta la inesperada pero más que merecida presencia de Italia y Brasil en el podio. Pero indudablemente cuando dentro de muchos años alguien recuerde lo que ocurrió este martes 30 de julio en el Bercy Arena, dirá que fue el día de la redención de Estados Unidos, que volvió a bañarse de oro liderado por una Simone Biles magnífica.