El papa León XIV rezó ayer al mediodía su primer Regina Coeli desde el estudio del Palacio Apostólico, en una jornada que conmemoró el décimo aniversario de la encíclica «Laudato si» del papa Francisco. Con una notable energía en sus pronunciamientos, el Sumo Pontífice destacó la profunda influencia de este documento, sobre el que manifestó: «Nos enseñó a todos a escuchar el doble grito de la tierra y de los pobres». A diferencia de su primer Regina Coeli, que fue desde la logia central de la Basílica de San Pedro, y el segundo, directamente desde la plaza tras la misa de inicio de su pontificado, esta vez la oración mariana fue entonada por Robert Francis Prevost, una costumbre que parece afianzarse como tradición.
EL LEGADO DE FRANCISCO
León XIV hizo hincapié en la vigencia de la «Laudato si», subrayando la extraordinaria acogida que tuvo desde su firma hace una década.
«Hace 10 años el Sumo Pontífice firmaba la encíclica que nos invitaba a cuidar la casa común, ésta ha tenido una extraordinaria acogida, enseñándonos a todos a escuchar el doble grito de la tierra y de los pobres», resaltó. Además, alentó el compromiso del movimiento Laudato Si y de «todos aquellos que llevan adelante este compromiso», reconociendo la labor de quienes trabajan por el cuidado del medio ambiente y la justicia social. Durante su mensaje también rememoró la beatificación de Stanislaw Streich en Polonia, un sacerdote asesinado en 1938 por su labor en favor de los desposeídos y obreros, que «molestaba al régimen comunista». León XIV pidió su intercesión y que su ejemplo «pueda estimular a los sacerdotes a derramarse por el Evangelio». Asimismo, tuvo un gesto de cercanía con los católicos chinos, al recordar la jornada de oración por la Iglesia en China. En un contexto global de conflictos elevó una oración por todos los pueblos «que sufren la guerra», y manifestó su apoyo a «cuantos están comprometidos con el diálogo y la búsqueda de la paz».
Previo al rezo expresó su gratitud por el afecto recibido y solicitó a los fieles que lo sostuvieran «con su oración y cercanía». Reflexionando sobre el Evangelio del domingo, destacó que, aunque los creyentes puedan sentirse insuficientes ante los llamados de Dios, no deben enfocarse en sus propias fuerzas, sino en «la misericordia del Señor», y agregó: «Nos ha elegido, seguro de que el Espíritu Santo nos guía y nos enseña todo».
En este sentido, enfatizó que Jesús anunció el don del espíritu santo a los Apóstoles, quienes, «en la víspera de la muerte del maestro, se encontraban turbados y angustiados, preguntándose cómo podrían ser continuadores y testigos del reino de Dios». S