El presidente de Colombia, Gustavo Petro, presentó el martes tres proyectos de reformas al sistema de salud, pensiones y trabajo, con la ambiciosa promesa de «universalizar» derechos en esas áreas, pero con resistencias desde la oposición e incluso del oficialismo, en días en que el país atraviesa una ola de manifestaciones, que, según especialistas, marcan un escenario polarizado de disputa acerca del rol del Estado.«Lo que tenemos son tres reformas, no las únicas ni las últimas, que buscan garantizar los derechos universales de la gente; laborales, en salud y en pensiones», dijo Petro desde la Casa de Nariño, sede del gobierno, en Bogotá.
Su discurso estuvo precedido ese mismo día por movilizaciones convocadas por el presidente, en el marco de una semana en que quienes cuestionan los cambios también salieron a las calles.
Las reformas anunciadas ya despertaron adhesión y rechazo, y abren la pregunta sobre si las protestas en contra de ellas marcan meramente el final de la primavera que viven los gobiernos en sus inicios o si marcan un tiempo de agudización de las tensiones entre dos modelos de país.
El filósofo colombiano Alejandro Cortés dijo a Télam que no cree que esa «primavera» esté agotada porque hay «una efervescencia» social que apoya las reformas oficiales.
El filósofo colombiano Alejandro Cortés dijo a Télam que no cree que esa «primavera» esté agotada porque hay «una efervescencia» social que apoya las reformas oficiales
«Es el escenario normal de una transición en la que por primera vez un gobierno progresista, de izquierda, llega al Estado colombiano. Hay mucha potencia de cambio y la movilización en Barranquilla, Cali y Bogotá muestra que hay un respaldo muy fuerte a las propuestas«, aseguró.
El integrante de la mesa directiva de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) de Colombia Diógenes Orjuela dijo a Télam que el movimiento sindical tiene una oposición «a fondo» con una visión neoliberal del acceso a los derechos, que mantienen coincidencias con las reformas oficiales, pero que «debe guardar cierta autonomía».
Por su parte, la politóloga colombiana Nury Astrid Gómez hizo una lectura diferente y aseguró que los proyectos de Petro pueden ser leídos como una «revancha», ya que «las normativas vigentes fueron creadas por (el expresidente) Álvaro Uribe«.
«En los años 90, Colombia tenía una cobertura en salud del 29% de su población y hoy, en ambos regímenes -contributivo y subsidiado- se encuentra el 99%. Es cierto que se requiere una estructura fuerte, pero no con los recursos en manos de los políticos», estimó.
En esta clave, las leyes anunciadas estarían marcando la rivalidad entre el Gobierno y la oposición, pero para Cortés y Orjuela se trata más bien de una disputa entre Estado y mercado, entre Estado prestador de derechos o Estado garante de la libre competencia.
En ese contrapunto, Cortés evaluó que «las reformas anunciadas son temas muy sensibles, porque en la década del 90 hubo cambios que convirtieron estos derechos en un lugar donde los privados podían intervenir» intensamente.
A su vez, puntualizó que los defensores del actual sistema de salud «sostienen el libre mercado, la libertad de competencia, pero eso choca contra pensar el derecho a la salud como universal y de acceso generalizado».
Petro habló justamente de una pretensión de universalidad de derechos como sinónimo de «justicia social».
Sobre la seguridad social, Cortés opinó que «fue construida para beneficiar a sectores de la élite financiera» y que «será el sector bancario, quienes son dueños de los dos fondos de pensiones más grandes del país, y conglomerados dueños de las AFP (Administradores de Fondos de Pensiones), quienes serán los principales opositores de esta transformación».
En tanto, el integrante de la CUT dijo que «las tres reformas han venido siendo presionadas por el FMI, el Banco Mundial, la OCDE, las calificadoras de riesgo», en un sentido distinto al de Petro, pero que «el movimiento sindical tiene las propias, con una posición crítica con los años de neoliberalismo».
El representante de la CUT, que con cerca de 700.000 afiliados es la central más grande del país- por el momento no planea movilizarse para pronunciarse sobre las reformas y comentó que desde el sindicalismo dialogan con los «sectores alternativos» en el Congreso y con los que coincidieron en los grandes paros de 2019 y 2021 para acercar las propuestas propias.
La ambiciosa agenda de reformas del oficialista Pacto Histórico pasarán por el Congreso, donde tienen mayoría gracias a una coalición con partidos de centro y derecha moderada.
La ambiciosa agenda de reformas del oficialista Pacto Histórico pasarán por el Congreso, donde tienen mayoría gracias a una coalición con partidos de centro y derecha moderada
Previo al balotaje en junio, Petro logró formar una coalición luego de convocar a un Gran Acuerdo Nacional que implicó cederle asientos legislativos y ministerios a esos partidos.
Esos sectores no orgánicos pueden marcar las resistencias internas, como por ejemplo del titular del Senado, Roy Barreras, que manifestó reparos frente a la reforma de salud.
«Para ser Gobierno, Petro hizo negociaciones con partidos tradicionales que ven las reformas con cierta distancia. Lo que quizá el Gobierno tengan en la cabeza es que hay que blindar las reformas de manera que estas no puedan ser derrotadas por el que viene», dijo Cortés.
Gómez dijo que dado esos apoyos, Petro «tiene todas las posibilidades de anotar goles en los primeros meses. Sin embargo, el desgaste mediático han menguado su credibilidad».
Con respecto al futuro de las reformas, dijo que «si no se abren espacios de diálogos y solo se sigue atinando a una agenda personal y sindical, la reforma no pasa, ya sea porque no alcanza los votos o porque no pasa la Corte Constitucional», que es el siguiente paso en caso de superar el primero.
La tensión entre al menos dos visiones sobre los servicios esenciales en Colombia, a medida que avanza la gestión asumida en 2022, estarían trazando un escenario de polarización.
Las actuales movilizaciones, «de un extremo y de otro, no le está sirviendo al país, eso lleva a niveles elevados de polarización. Si se trata de hacer reformas, el escenario es el Congreso», dijo el gremialista.
La polítologa ligó el estilo del presidente con los extremos, ya que lo caracteriza como «de hiperliderazgo en su propia persona», con «magnetismo como su rival Uribe» pero que «no escucha a nadie».
Esta forma de liderazgos conduciría para Gómez a extremar la escena pública: «Las marchas fueron para medir fuerzas, acentuar la polarización y mantener el relato de ‘los ricos son los que derrotamos’, los buenos -pueblo- contra los malos -empresarios-«.
En cuanto a la oposición, Cortés dijo que «ellos gobernaron durante muchísimo tiempo», y respecto al Gobierno son «dos formas enfrentadas de comprender cómo satisfacer un derecho».
Gómez ve que la oposición «aún no salen de su asombro y no han podido reorganizar un rumbo».
«Queda en manos del Centro Democrático -ahora muy lastimado y poca credibilidad- y unas voces, más influencers de redes que de convocatoria», manifestó.
Para Cortés, si se quiere lograr sortear el paso del Congreso, también «se debe articular esfuerzos para hacer más efectivas las instituciones y así luchar contra esa idea del sentido común de que lo privado administra mejor lo público».