Las autoridades barajaron desde un primer momento dos posibles causas: que los frenos no hayan funcionado y que un cable entre los vagones se pudo haber roto. Después de varias horas de trabajo en la zona del desastre, aumentó la chance de la segunda posibilidad.
Los dos vagones de la línea, cada uno de los cuales puede transportar a 40 personas, están unidos a extremos opuestos de un cable de arrastre con tracción proporcionada por motores eléctricos en los vagones que se contrapesan entre sí.
Al romperse ese cable, el vagón que descendía por la pendiente de 265 metros perdió el freno y descarrilló en una curva, estrellándose contra un edificio.
La justicia portuguesa anunció la apertura de una investigación sobre las causas del accidente, mientras que el alcalde de Lisboa, Carlos Moedas, también le pidió una auditoría a la empresa operadora del funicular, Carris.
“La ciudad necesita respuestas. Soy el principal interesado en garantizar que se investigue todo, absolutamente todo, dijo Moedas.
El balance de la tragedia es de al menos 16 muertos y 20 heridos, entre ellos cinco graves y un niño de tres años.