Durante su participación en la Future Investment Initiative en noviembre del año pasado, el magnate de Tesla y SpaceX afirmó con contundencia que la IA representa un riesgo significativo para la humanidad. «Estoy de acuerdo con Geoff Hinton, las posibilidades de que se vuelva contra los humanos son de un 10% o 20%«, declaró Musk, en referencia a Geoffrey Hinton, conocido como el «Padrino de la IA» por sus aportes al desarrollo de redes neuronales. Hinton, sin embargo, es uno de los mayores críticos del uso actual de esta tecnología, advirtiendo sobre la creciente desigualdad que podría generar.
A pesar de estos riesgos, Musk considera que el avance de la IA es una apuesta que vale la pena. Su postura ha evolucionado con el tiempo: cuando no estaba directamente involucrado en este campo se mostraba más escéptico; ahora, con sus propias iniciativas en inteligencia artificial, destaca su enorme potencial. De hecho, en los últimos días intentó (sin éxito) comprar OpenAI, la compañía detrás de ChatGPT.
En Silicon Valley existe un concepto conocido como (p)doom, una variable que mide el peligro potencial de la tecnología para la humanidad. Aunque se menciona con cierta ironía en los círculos tecnológicos, no tiene sustento científico. En ese contexto, la advertencia de Musk parece más una apreciación personal que un análisis basado en datos concretos.
Datos y autoaprendizaje: el futuro de la IA según Musk
Musk también ha planteado críticas sobre la dependencia de la IA en la información disponible en internet. En una entrevista reciente con Mark Penn, señaló que los modelos actuales, como ChatGPT, se entrenan con grandes volúmenes de datos extraídos de la web, pero que la velocidad de generación de nuevos contenidos no es suficiente para satisfacer las necesidades de la IA.
El problema radica en que el uso de datos antiguos o sesgados podría derivar en resultados imprecisos o erróneos. Para evitar esta limitación, Musk propone un cambio de paradigma: el autoaprendizaje mediante datos sintéticos. En lugar de depender exclusivamente de la información generada por humanos, las IA podrían desarrollar y evaluar sus propios datos, lo que les permitiría evolucionar de manera autónoma y ofrecer respuestas más precisas.
Si bien esta idea plantea desafíos técnicos y éticos, podría marcar un antes y un después en el desarrollo de la IA. La posibilidad de contar con sistemas que se adapten de manera dinámica a distintos contextos sin depender de fuentes externas podría revolucionar el sector tecnológico.
IA vs. profesionales: el debate sobre el futuro del trabajo
Otro de los aspectos más controvertidos en torno a la IA es su impacto en el empleo. Musk lanzó una advertencia específica sobre el futuro de profesiones como la medicina y el derecho. A través de su cuenta en X (antes Twitter), afirmó: «La IA pronto superará a los médicos y abogados por un amplio margen (y, eventualmente, a todos los humanos en casi todo)».
El comentario fue una respuesta a Bindu Reddy, CEO de una empresa de IA, quien aseguró que un sistema de inteligencia artificial con acceso a todos los informes de laboratorio podría diagnosticar enfermedades con mayor precisión que los profesionales humanos. De manera similar, destacó que los abogados también podrían verse desplazados por sistemas automatizados. Para respaldar su afirmación, Reddy compartió un artículo de The New York Times que menciona un estudio donde un chatbot de IA superó a médicos humanos en la evaluación de historiales clínicos.
Musk llevó su argumento un paso más allá, sugiriendo que los humanos podrían terminar desempeñando un rol secundario en la era de la IA. «Podemos servir como respaldo biológico de la inteligencia, ya que somos menos frágiles que el silicio, y quizá como fuente de voluntad», concluyó.
Mientras algunos celebran el avance tecnológico, otros observan con preocupación el impacto que podría tener en la estructura social y laboral. Como en tantas otras revoluciones tecnológicas, la clave estará en cómo se gestione el equilibrio entre progreso e impacto humano.