La vida tras la primera crisis de migraña


A Beatriz Naya, con 19 años, se le empezó a nublar la vista en mitad de clase, sintió como un golpe intenso en el ojo derecho e inmediatamente después aparecieron las nauseas. “Fue como si de repente se me hubieran anulado todos los sentidos”, afirma sobre su primer episodio de migraña. Hoy, con 28, toma medicación diaria y consigue controlar las crisis, por lo que la enfermedad no condiciona tanto su vida como antes.

Con motivo del Día Internacional de Acción contra la Migraña, Naya, periodista de la Agencia EFE, detalla cómo fue su primera crisis y cómo tuvo la siguiente años después, en plena pandemia, así como su periplo para conseguir un diagnóstico.

Y cuenta cómo ha logrado mantener a raya la enfermedad, que no se ha ido, porque es crónica, aunque sí aparece con mucha menos frecuencia que antes.

El estrés y la ansiedad de la pandemia

Tras el primer episodio en medio de la clase en la universidad, la joven dejó de tomar anticonceptivos, su médico de familia (quien no la derivó al especialista), así se lo prescribió, ya que los fármacos hormonales podían desencadenar más crisis.

Y siguió sin ningún signo de migraña hasta algunos años después, en la pandemia de 2020. El estrés y la ansiedad del confinamiento le pasó factura y la enfermedad volvió a aparecer con fuerza: un episodio a la semana, cifra que aumentó hasta llegar a las tres crisis de migraña semanales.

“Tenía que tumbarme en la cama porque no aguantaba”, afirma Naya, cuya madre y abuela también han sufrido de migraña.

Fue de nuevo al médico de familia, pero esta vez tampoco la derivó al especialista porque no consideraba que fuese necesario debido a su juventud: “Me daban largas y me mandaban paracetamol”, asegura.

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La periodista Beatriz Naya. Foto cedida

Pruebas con la medicación

Finalmente, por otra vía, consiguió que la viera un neurológo, quien la diagnosticó de migraña crónica y prescribió medicación diaria.

Al principio le dieron una medicación muy fuerte, que consiguió rebajarle las crisis, pero no la sentaba bien.

“Conmigo probaron de todo, primero una medicación que me sentó fatal porque atacaba directamente al sistema nervioso, la suelen tomar las personas que tienen ataques de epilepsia. Se me olvidaban las palabras, se me olvidaba todo lo que tenía que hacer y le dije al médico que no podía seguir así porque yo trabajo con las palabras, soy periodista”, recuerda Naya.

Silencio

En el trabajo mantenía en silencio su situación por temor a que pensaran que no estaba capacitada para desempeñar su labor.

La migraña es la primera causa de discapacidad en España en adultos menores de 50 años, según la Sociedad Española de Neurología (SEN).

“Lo ocultas porque sabes que es como discapacitante y no quieres dar esa imagen de que tienes problemas de salud o que eres menos productiva”, reconoce la periodista, quien finalmente lo dijo sin problemas, y si tiene una crisis, toma su medicación y puede seguir adelante.

Le cambiaron la medicación y toma cada día Sumial, un fármaco que es la opción más suave de todo el arsenal terapéutico disponible. Cuando tiene una crisis, recurre al zolmitriptán.

Una vida con “bastante normalidad”

Pero además de la medicación, Naya consigue controlar las crisis y llevar una vida “con bastante normalidad” evitando hacer aquello que se las potencia: alcohol y tabaco, prohibidos, y un mínimo de ocho horas al día de sueño.

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Beatriz Naya en Nueva York. Foto cedida

“A veces me bebo una cerveza en alguna fiesta, pero sabiendo las consecuencias, sabiendo que después va a aparecer el dolor, o si duermo poco o he vivido un día estresante sé que también me va a dar”, subraya.

Las luces fuertes, la música alta, los cambios de presión del avión o los días muy nublados también son otros de los factores desencadenantes de un episodio.

“Es como si tuviese una aguja dentro del ojo derecho, bueno, es más que una aguja, es como un martillazo, el ojo te palpita, se te nubla la vista y entran nauseas. Como si el cerebro se te estuviese hinchando y fuera a explotar la cabeza en cualquier momento”, describe la periodista sobre lo que siente cuando tiene una crisis de migraña.

Pero también la condiciona

Reconoce que en cierta manera la enfermedad le condiciona su vida porque, por ejemplo, cuando está organizando unas vacaciones, “el 90 %” de su ansiedad se genera al pensar que le puede dar una crisis mientras está de viaje y puede que en algún momento no tenga un recurso médico cercano.

“Y las fiestas no puedo disfrutarlas al cien por cien porque pienso que voy a estar mal y, de hecho, me he ido de muchas porque no podía más. Entraba por la puerta de la discoteca y me tenía que ir directamente porque el humo, las luces, la música me afectan un montón”, señala.

A pesar de todo, Naya ha logrado “ultracontrolar” la enfermedad, que supone la sexta más prevalente del mundo y afecta al 18 % de las mujeres y al 9 % de los hombres, según la SEN.

Más de cinco millones en España

En el caso de España, más de cinco millones de personas la tienen, de los que más de 1,5 millones la padecen de forma crónica.

Además, un 2,5 % de la población española comienza a padecer migraña cada año y cerca de un 3 % de los pacientes con la enfermedad la cronifica.

La migraña, indica la SEN, se asocia con un mayor riesgo de ansiedad, depresión (el 38 % de pacientes tiene síntomas depresivos de moderados a graves) y otras comorbilidades como problemas cardiológicos y vasculares, trastornos del sueño, problemas inflamatorios o gastrointestinales.

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