El calor de Francia y los partidos seguidos se notan en el desgaste de los cuerpos. Tal vez por eso el equipo que conduce Javier Mascherano se quedó cortó en el marcador y no pudo superar en la tabla a Marruecos, que se impuso 3-0 a Irak en el otro duelo y se clasificó primero por haber ganado el enfrentamiento entre ambos (igualaron en el resto de los apartados: puntos, diferencia de gol y goles a favor).
Así, entonces, habría final anticipada en París: Argentina chocará ante los locales el próximo viernes en Burdeos (a las 16, hora argentina).
Resultó un poco doloroso observar la postal vacía del colosal Groupama Stadium (con capacidad para 59.000 espectadores) teniendo en cuenta que en Argentina juegan ni más ni menos que cuatro campeones del mundo, como Gerónimo Rulli, Nicolás Otamendi, Thiago Almada y Julián Álvarez, la gran figura del torneo. ¿Serán poco futboleros los habitantes de Lyon? Es posible porque los precios de las entradas no era tan altos: había boletos por 15 euros.
Es cierto también que la elevada temperatura (37 grados) conspira contra cualquier plan al aire libre. Una alternativa hubiese sido invitar a escuelas de fútbol, que son bastantes acá en Francia, pero la organización no lo tuvo en cuenta.
Alrededor de 3.000 fueron los hinchas que llegaron hasta el estadio del Lyon, esta vez la mayoría argentinos. Se divisaron bastantes banderas de Ucrania, como si cada uno de los ucranianos hubiese llegado con su trapo (¿se habrá despertado un nuevo nacionalismo a partir de la guerra con Rusia?).
«El Groupama Stadium fue diseñado por una compañía arquitectónica de acá, Populous, y construido en 2016. Es un lugar de usos múltiples: hay restaurantes, salones para fiestas, una enorme pileta. También acá se hacen recitales», contó Julio, colombiano de nacimiento y que desde hace años trabaja en uno de los puestos de comida interiores del Groupama.
Y qué decir del partido. Jugó mal Argentina en la primera etapa y ya se podría hablar de una notoria falencia porque tampoco fueron buenos los inicios contra Marruecos e Irak. No puede funcionar como excusa, pero el calor sofocante no permite correr, presionar o realizar transiciones rápidas.
Tampoco ayuda que el césped esté seco. A esto hay que sumarle el trajín de la temporada. Julián Álvarez, por caso, disputó 71 encuentros entre Manchester City y la Selección. Y por último: Argentina debutó el 24 en Saint-Éttiene contra Marruecos y en menos de 7 días completó sus tres duelos de la fase de grupos. Todos en horarios vespertino. Igual, se repite: no es excusa.
Lo raro fue que el elenco que comanda Javier Mascherano empezó plantándose bien alto en el campo y manejando la pelota. La Selección arrancó con un 4-4-2 que se convertía en un 3-5-2 cuando atacaba porque incorporaba a Giuliano Simeone y a Julio Soler por las bandas. En ese lapso interesante, Julián casi la cuelga de un ángulo con un disparo lejano. Las sensaciones era positivas y el gol algo que se veía venir.
Sin embargo, algo no visible pasó y Argentina se apagó. Dejó crecer a Ucrania, que fue saliendo de atrás. No estuvo fino Ezequiel Fernández y Cristian Medina equivocó caminos. Se quedó sin fútbol entonces el equipo porque Thiago Almada volvió a estar incómodo teniendo la banda como punto de partida. Lo peor fue que a la Selección el arco rival le empezó a quedar lejos y ahí se notó más la falta de piernas, a excepción del potente Simeone, que casualidad o no, se perdió la mayor parte de la temporada por una dura lesión.
Contó con una clara cerca del final, pero el arquero Kril Fesiun le adivinó la intención de picarla a Luciano Gondou, que había recibido una gran asistencia de Álvarez.
En el segundo tiempo, Almada pudo agarrar mal parado a los europeos y dibujó un golazo en el estadio que lo verá jugar domingo a domingo el año que viene. Le ha sentado bien el Groupama a Thiago: dos partidos, dos goles. Vale recordar que el ex Vélez defenderá los colores de Botafogo de Brasil hasta diciembre y luego vendrá a Lyon: los clubes son del mismo grupo empresario.
Una esperanza se despertó porque los futbolistas ya sabían del 3-0 de Marruecos a Irak. Pero no hubo fuerzas. Hasta Mascherano pareció resignarse al segundo puesto porque los cambios fueron más para equilibrar cargas que para ir a buscar más goles.
Casi que no generó chances Argentina. Lució pesado, sin chispa. «Para adelante», se escuchaba gritar a Otamendi con insultos seguidos. Pero el músculo no estaba. Recién sobre el final, Claudio Echeverri, que debió entrar antes, se aprovechó de un rebote largo y puso el 2-0 final.
Cumplió la Selección, más allá de que sigue sin jugar bien. No le alcanzó además para culminar como líder. Y ahora se vendrá la final anticipada contra Francia en Burdeos. ¿Habrá revancha de Qatar 2022?