El director español Juan Antonio Bayona, realizador de las reconocidas El orfanato y Lo imposible, estrena este jueves en cines La sociedad de la nieve, filme con el que reconstruye con una enorme profundidad y sensibilidad la milagrosa gesta del grupo de jóvenes uruguayos, entre los que estaba el equipo de rugby Old Christians, que protagonizó la tragedia de los Andes, que los obligó a sobrevivir más de 70 días en la hostil cordillera tras un accidente aéreo en 1972.»Yo creo que las películas tienen que trascender la anécdota, y la de los Andes no es una historia importante, es una de las grandes historias de superación. Yo siempre intento, en todas las películas que he hecho, que trasciendan para hablar de algo más universal, donde uno pueda proyectarse», explicó Bayona en diálogo con Télam de cara a la llegada del filme a las salas locales, antes de su desembarco en la plataforma de streaming Netflix el próximo 4 de enero.
«Yo creo que las películas tienen que trascender la anécdota, y la de los Andes no es una historia importante, es una de las grandes historias de superación»
Es que si bien esta historia ya había sido llevada dos veces a la pantalla grande, en Sobrevivientes de los Andes (1976, de René Cardona) y la famosísima ¡Viven! (1993, de Frank Marshall), vale decir que es la primera en acercarse a este episodio desde un realismo hasta ahora inédito que, si bien no busca escapar de sus detalles moralmente escabrosos, adopta una postura fundamentalmente humana que lo aleja de la espectacularidad y el morbo en el que la cultura popular suele enmarcar los hechos.En La sociedad de la nieve –basada en el libro homónimo del periodista uruguayo Pablo Vierci– quien guía al público es Numa Turcatti (un muy destacado Enzo Vogrincic), que en ese entonces, a sus 24 años, era un estudiante de Derecho que viajó por insistencia de su mejor amigo, Pancho Delgado (Valentino Alonso), aunque no conocía a la mayoría de sus compañeros ni al resto de los pasajeros.
La sociedad de la nieve | Tráiler oficial
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Después de la caída del charter que trasladaba a los 19 integrantes del equipo de rugby Old Christians Club junto a otras 21 personas y cinco tripulantes a Chile, Numa fue uno de los principales sostenes, amén de su fortaleza física y emocional, de un grupo desolado por el abandono de las búsquedas y por la falta de comida, agua potable y abrigo.
Su propio relato reúne en la ficción las vivencias de cada uno de los jóvenes que peleaba contra las condiciones más hostiles, y es el hilo que conduce a comprender desde un lugar más íntimo, empático y sin tabúes este suceso que finalizó 72 días más tarde, cuando los 16 supervivientes que quedaban fueron rescatados luego de la travesía entre las montañas que encabezaron Nando Parrado (Agustín Pardella) y Roberto Canessa (Matías Recalt) hasta encontrar a un arriero chileno que alertó a las autoridades.
«A mí me encanta ir al cine y aprender cosas que yo no sabía de mí mismo, ¿dónde están mis límites? ¿Cómo me comportaría en una situación así? Reconocerme en los personajes, ver que tienen problemas y debilidades y vulnerabilidades como las mías, ese es el lugar desde el que me interesa el cine. Tiene que hablarle a cada uno de los espectadores, que se reconozcan en la historia y saquen sus propias conclusiones», agregó Bayona sobre la perspectiva que eligió para abordar esta trama.
El director, que también viene de dirigir la serie de El señor de los anillos, conversó con esta agencia sobre el filme, que empujó durante una década antes de que viera la luz y que cuenta en su elenco con la participación de Esteban Bigliardi, Diego Vegezzi, Fernando Contigiani García, Esteban Kukuriczka, Valentino Alonso y Tomás Wolf, entre más.
– Si bien es un caso conocidísimo, ¿cómo fue tu acercamiento a esta historia?
– Yo estaba preparando «Lo imposible», cuando compré el libro, que se estaba editando en España, y me impactó mucho. Pensé que conocía la historia de los Andes y los hechos, pero lo que no conocía era todo ese mundo interior, de las emociones, de las preguntas sin respuesta, que casi 40 años después seguían sin poder responderse. Ahí es donde me pareció que la historia era mucho más grande, que detrás de los hechos había toda una historia que llevaba la película a un nivel mucho más grande, en lo espiritual, lo humano, incluso lo filosófico.
– Es que hay un cierto morbo, un interés general por lo oscuro alrededor de este hecho.
– A mí lo que me interesa es arrojar luz, no me interesa la oscuridad. Sí me interesa entrar ahí y despejarla, abrir un poco las ventanas, que entre la luz. Es esa la intensidad para mí, porque de alguna manera hace que el relato convierta lo ordinario en algo casi extraordinario. La oscuridad me interesa como un medio para otra cosa.
«Yo creo que es una historia compleja, todos los supervivientes tienen puntos de vista diferentes, y tuvieron su propio viaje en ese viaje, en el que se rompen muchos estereotipos o muchas ideas que con los años se han prolongado, de los héroes como las personas que vuelven»
– La película se pregunta varias veces por el sentido de lo que sucedió, de las cosas, con un componente importante sobre lo colectivo. ¿Qué reflexiones tenés vos al respecto?
– Sí, yo creo que es una historia compleja, todos los supervivientes tienen puntos de vista diferentes, y tuvieron su propio viaje en ese viaje, en el que se rompen muchos estereotipos o muchas ideas que con los años se han prolongado, de los héroes como las personas que vuelven. Los propios supervivientes se preguntaban qué pasaba con los que fueron, los que hicieron lo posible por que ellos regresaran, y de ahí surge el deseo de volver a contar la historia, para poner a todos en el mismo lugar, al nivel de que no sea anecdótico que unos quedaran y otros no. Todos fueron fundamentales, el que dio su cuerpo fue fundamental, entender esa idea de que somos la misma cosa, de que si uno llegaba todos llegarían. Hay una cosa de equipo que está claramente ahí, y venían de jugar juntos un deporte, pero qué importantes que fueron los roles que asumió cada uno en toda esa experiencia. Se cuidaron en todo momento, no cundió el pánico, el comportamiento del grupo fue extraordinario. Y luego, en las individualidades es donde uno encuentra la humanidad en esta historia, y ahí surgen las preguntas que producen ese gran interrogante sobre cuál es el sentido de todo esto.
– Y no hay un juicio de valor ni un posicionamiento sobre el tema, tampoco.
– No, yo creo que el único juicio que hay en la película viene desde dentro. Yo hablaba con los supervivientes y uno de ellos me preguntaba por qué no acababa la película en la famosa rueda de prensa, cuando le contaron al mundo entero lo que habían hecho. Y yo le decía que si hacía eso, la película sólo iba a hablar de comida. ¿Qué importancia tiene eso cuando realmente el de afuera es incapaz de entender lo que sucedió? Por eso utilizamos a alguien de adentro para que nos cuente la historia, para que entremos en el avión con él y vivamos lo que vivió, para que podamos comprender lo que pasaron y lo que hicieron y decidieron en la montaña.
– En tu paso por el Festival de Mar del Plata decías que es casi una rareza hoy en día ver una producción de este tipo, que llevó tanto tiempo hasta que comenzó a rodarse. ¿Por qué?
– La realidad de esta película es en español, y hay un techo para el presupuesto de las películas cuando son en español. Nosotros desde el principio pensamos que tenía que rodarse en español, hablada con acento uruguayo, con actores desconocidos, y todo eso nos alejaba cada vez más de la posibilidad de filmarla. Pero no estábamos dispuestos a hacerlo de otra forma, así que nos ha costado diez años, hasta que apareció Netflix. Nos ha costado todo este tiempo, pero al final la película es un milagro, ahí está, existe. Estas películas parecen imposibles de hacerse y, sin embargo, ahí está.
– ¿Qué dice eso del presente en la industria del cine y de Hollywood?
– Bueno, queda mucho por hacer todavía. Realmente el mercado está muy dominado por las producciones en inglés. Es verdad que en la televisión, las plataformas han ayudado a que las producciones en español sean vistas en todo el mundo y tengan un alcance inaudito hasta el momento, pero en las salas de cine seguimos todavía sufriendo esa especie de colonialismo, donde parece ser que el inglés es el idioma que debe dominar en las grandes producciones.
– Después de que estrenara la película de Frank Marshall, el crítico Roger Ebert dijo en ese momento que hay historias que no se pueden contar, y que esta era una de ellas. ¿Qué cambió en estos 30 años?
– Yo creo que esa película tuvo un impacto muy fuerte en su época, que marcó a toda una generación, pero es verdad que quizás se hizo un poco demasiado pronto. No tuvieron el permiso de las familias de los fallecidos para usar sus nombres, que para mí era algo esencial. Y sobre todo, no tenían el peso de las reflexiones de los supervivientes 40 años después, y de ahí parte mi necesidad de recontar el relato, de hecho esta película empieza con un vuelo que nos lleva de vuelta a la montaña, preguntándonos por qué volver a contarla. ¿Fue una tragedia o un milagro? Quería poner a todo el mundo a la misma altura, para contar que el rol de todos fue fundamental.