La rabia, la enfermedad letal que tarda hasta un año en dar la cara


Un hombre de 44 años ha muerto en Valencia (España) tras confirmarse que tenía rabia después de sufrir la mordedura de un perro durante un viaje a un país africano. Se trata de una enfermedad que puede tardar meses en dar la cara y que es letal, si no se actúa rápidamente en el momento del contagio.

Al hombre fallecido, que no estaba vacunado contra la enfermedad, le mordió un perro en África en julio de 2024 y las pruebas analíticas por parte del Centro Nacional de Microbiología dieron positivas frente a la rabia el pasado 29 de mayo.

Según el Instituto de Salud Carlos III, casos como el del turista valenciano son insólitos en España, donde sólo se han declarado otros dos de rabia humana desde 2000, todos importados de Marruecos: uno en Madrid en 2014 y otro en Euskadi en 2019. Ambos también fallecieron.

España está libre de rabia desde 1978, aunque esporádicamente se dan casos en animales en Ceuta y Melilla, y muy excepcionalmente en humanos, todos ellos importados; las migraciones masivas o los viajes a países endémicos sin tomar las debidas precauciones constituyen hoy por hoy el principal riesgo, según el Instituto.

Una zoonosis que causa decenas de muertes en el mundo

La enfermedad de la rabia es una virosis zoonótica y tropical, explica la Organización Mundial de la Salud (OMS), que causa decenas de miles de muertes al año, el 40 % de ellas entre menores de 15 años.

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EFE/EPA/NIC BOTHMA

En concreto, cada año mueren en el mundo cerca de 59.000 personas a causa de la enfermedad, pero la OMS puntualiza que no se notifican todos los casos, por lo que el número de fallecimientos se estima que es superior.

Afecta a más de 150 países y territorios, fundamentalmente en Asia y África.

¿Cómo se contagia?

El virus de la rabia infecta a mamíferos tales como los perros, los gatos, el ganado y la fauna silvestre y la vía de propagación es la saliva, a través de las mordeduras, arañazos o el contacto directo con las mucosas.

También se puede contraer la enfermedad de la rabia por el trasplante de órganos infectados, el consumo de carne o leche de animales infectados y la inhalación de aerosoles que contengan el virus, “aunque se dan poquísimos casos”.

Y “teóricamente” se podría transmitir también de una persona a otra por mordeduras o a través de la saliva, pero nunca se han confirmado casos, asegura la OMS.

La práctica totalidad de los casos, el 99 %, se debe a mordeduras o arañazos de perro, que pueden prevenirse vacunando a estos animales y evitando su mordedura.

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EPA/MADE NAGI

Los síntomas

El periodo de incubación de esta enfermedad desatendida es de dos a tres meses, pero puede oscilar entre una semana y un año “dependiendo de factores como el lugar por donde entra el virus y la cantidad de éstos”.

Las primeras señales son comunes a otras patologías: como la fiebre, el dolor, y sensación de hormigueo y picor o quemazón en la herida inusuales o no explicables por otra causa.

Cuando el virus de la rabia alcanza el sistema nervioso central se produce una inflamación progresiva del encéfalo y la médula espinal que acaba produciendo la muerte.

La enfermedad puede manifestarse de dos maneras:

  • La rabia furiosa: signos de hiperactividad, excitación, alucinaciones, falta de coordinación, hidrofobia (miedo al agua) y aerofobia (miedo a las corrientes de aire o al aire libre). La muerte se produce a los pocos días por paro cardiorrespiratorio.
  • La rabia paralítica: abarca aproximadamente el 20% de los casos humanos. Su evolución es menos grave y más prolongada. Los músculos se paralizan de forma gradual, en un primero momentos los más cercanos a la herida. El paciente entra en coma lentamente y muere. A menudo, apunta la OMS, esta forma de la enfermedad no se diagnostica correctamente, lo cual contribuye a su “infranotificación”.

¿Hay tratamiento?

Tras la mordedura de un animal con la rabia, la muerte puede evitarse si se instauran “rápidamente” medidas de profilaxis postexposición con el fin de que el virus no llegue al sistema nervioso central.

Para ello, hay que lavar muy bien las heridas y los tejidos infectados. Cuando esté indicado, hay que administrar inmunoglobulinas antirrábicas, además de la vacuna.

Una vez que se desarrollan síntomas neurológicos, el desenlace es letal.

Las vacunas

También hay vacunas humanas antirrábicas.

“Es importante recordar que la profilaxis preexposición no sustituye a la que se administra después de la exposición. Toda persona que haya estado en contacto con un animal en el que se sospeche rabia debe iniciar un tratamiento profiláctico postexposición”, subraya la OMS.

Esta organización hace hincapié en la necesidad del enfoque mundial “Una sola salud”, basado en la vacunación masiva de estos animales, así como el acceso a la profilaxis postexposición, la formación del personal sanitario, la mejora de la vigilancia y la prevención de las mordeduras a través de la sensibilización ciudadana.

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