El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su par de Ucrania, Volodimir Zelenski, mantuvieron ayer un tenso encuentro en el despacho Oval de la Casa Blanca que llamativamente fue filmado, con audio incluido, y luego filtrado a los medios para que llegara -como ocurrió- a todos los rincones del planeta. El intercambio por momentos fue ríspido y el norteamericano tuvo que alzar la voz para exigir a su invitado que fuera «agradecido» por la ayuda que su país le ha brindado a Ucrania para sostenerse en la guerra que se desató a raíz de la invasión de Rusia a su territorio. El tironeo dialéctico llegó a tal extremo que Zelenski fue acusado de «irrespetuoso» y de estar «jugando con la Tercera Guerra Mundial». El empresario que ahora gobierna la primera potencia de Occidente se mostró como seguramente era su estilo -frontal y avasallante- cuando hacía negocios, lo que le valió su actual fortuna. Volodimir, enfundado en su uniforme de comando, tuvo que enfrentar el implacable acoso del magnate y su segundo en el gobierno.
Todo quedó registrado en un video, bastante extraño por cierto. Hasta aquí no era usual que las audiencias en el despacho presidencial fueran televisadas al mundo. Será una nueva modalidad de comunicación, más transparente, ¿o acaso necesitaban hacer llegar un mensaje a un interesado en el asunto?
Se sabe, no es novedad, que Donald Trump tiene buena relación con el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, el responsable de la invasión a Ucrania y la guerra cruenta que se ha desatado.
Trump le insistió a Zelenski, casi al punto del hostigamiento, en que debe llegar a un acuerdo de paz con Putin. En determinado momento le hizo notar que su situación, la del ucraniano, «no es cómoda» y que se puede quedar solo, es decir sin la asistencia de Estados Unidos.
¿Es la paz lo que busca Trump o hay negocios detrás de esta movida? Aparentemente el interés del presidente norteamericano no radica solamente en una cuestión humanitaria, ya que Zelenski viajó a Washington para firmar un acuerdo sobre minerales estratégicos, que beneficia enormemente a Estados Unidos, y de paso hablar sobre la guerra con Rusia que invadió su país hace tres años. La idea del ucraniano era, a cambio de la operación «comercial» solicitar más apoyo, pero Trump tiene otra mirada de las cosas. La extracción de minerales en Ucrania es una compensación por lo que ya le dieron, no por algo nuevo.
El negocio roza los 500.000 millones de dólares, así lo indicaba un documento que fue cambiado sobre la marcha.
El punto es que en medio de la Oficina Oval, sentados uno al lado del otro, Trump le reprochó a Zelenski que se estaba poniendo en una «muy mala posición» y le dijo que «no tienen las cartas» en la mano. También le dijo estar arriesgando la Tercera Guerra Mundial. Acto seguido lo amenazó: «Su gente es muy valiente, pero o alcanzan un acuerdo o los dejamos solos».
Suena a extorsión, pero así es Trump. Así hacen negocios los norteamericanos. Es importante tenerlo en cuenta, a propósito del retorno a las relaciones carnales que pretende llevar adelante el argentino Javier Milei.
El interés de Estados Unidos, o de su presidente, refiere a lo que está en el subsuelo de Ucrania, el manganeso y el grafito que abundan allí y son dos minerales clave para la industria. La guerra impediría esa explotación, por eso la paz es necesaria. «No creo que nadie vaya a buscar problemas si estamos (en Ucrania) con muchos trabajadores» extrayendo minerales, dijo el mandatario estadounidense refiriéndose a Rusia. Sin embargo, no hay garantías de seguridad para Ucrania que ahora ha quedado entre dos voraces, Putin de un lado y Trump del otro.