Líderes de la ultraderecha europea salieron, con diversos estilos y matices, a tomar distancia del ataque golpista perpetrado este domingo por adherentes del expresidente de Brasil Jair Bolsonaro aunque en varios casos pusieron más énfasis en criticar a sus adversarios políticos locales o regionales que en rechazar la invasión y los destrozos de las sedes de los tres poderes del Estado de la capital brasileña.La formación española Vox, a través de su portavoz, Jorge Buxadé, expresó su condena a la violencia acaecida en Brasil, pero paralelamente denunció la «doble moral» de la izquierda, a la que acusó de callar ante hechos similares en Chile o Colombia, y denunció la derogación del delito de sedición en España.
«Condenamos la violencia, toda la violencia ejercida contra las instituciones democráticas. Pero toda la violencia a diferencia de la izquierda de Europa y especialmente la española», dijo Buxadé en rueda de prensa en la que fue consultado por el asalto a las instituciones brasileñas.
Ninguna de las cuentas oficiales de Vox había manifestado antes su opinión sobre el asalto protagonizado por seguidores de Bolsonaro y tampoco su líder, Santiago Abascal.
El eurodiputado Hermann Tertsch mencionó que la «ira del pueblo» brasileño «resurgirá» contra las amenazas de «represión» del presidente Lula da Silva.
La Agrupación Nacional (RN), el gran partido de la extrema derecha francesa, por su parte, condenó el ataque contra las principales instituciones del poder en Brasilia, y subrayó que constituye un síntoma «de una democracia malsana», con bloques polarizados que se consideran enemigos.
«Ahí tenemos el resultado de una democracia malsana en la que hay dos campos que no se consideran adversarios políticos, sino enemigos», señaló el nuevo presidente de la Agrupación Nacional, Jordan Bardella, en una entrevista al canal BFMTV.
El sucesor al frente de la formación de Marine Le Pen dijo que las imágenes de la invasión de los edificios de la Presidencia, del Congreso y del Tribunal Supremo por seguidores de Bolsonaro «ponen los pelos de punta».
Bardella insistió en que «cuando uno se presenta a unas elecciones, hay que aceptar los resultados».
El portugués André Ventura, líder del partido Chega!, manifestó su «comprensión» por el «dolor» de quienes «de repente» se ven gobernados «por un bandido expresidario», en alusión a cómo Balsonaro se refería a Lula, pero matizó que aún así, «la democracia tiene sus propias reglas y es en la arena democrática donde se debe pelear, ¡no con violencia!», proclamó.
Mucho más enfática fue la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que calificó de «inaceptable e incompatible con cualquier forma de disidencia democrática» la invasión de las principales sedes institucionales por los seguidores de Bolsonaro.
«Es urgente que haya un retorno a la normalidad y expresamos solidaridad con las instituciones brasileñas», dijo la dirigente de la ultraderecha italiana.
En Latinoamérica, el excandidato presidencial chileno José Antonio Kast, del ultraconservador Partido Republicano, rechazó también el ataque de los bolsonaristas, pero aprovechó la instancia para criticar al presidente de su país, Gabriel Boric, al comparar lo ocurrido con el “estallido social” en Chile de octubre de 2019.
“La violencia política es inaceptable siempre. A diferencia de otros, nosotros condenamos la violencia que está ocurriendo en Brasil y en cualquier país donde no se respetan las instituciones democráticas. El pueblo brasileño tiene legítimo derecho a protestar, pero sin violencia”, sostuvo en su cuenta de Twitter.
En la Argentina, el diputado por la ultraderechista formación «La Libertad Avanza» Javier Milei no condenó explícitamente la intentona golpista en Brasil y se limitó a plegarse a una declaración del Foro de Madrid, que reúne a líderes de derecha, entre ellos Trump y Bolsonaro. ”Si los mandatarios izquierdistas quieren defender la democracia en Brasil, deben condenar las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela”, afirmó esa organización.