Este año la elección de los legisladores porteños no será una elección más. Tendrá dos particularidades que presentan nuevos desafíos y oportunidades al progresismo porteño.
Por un lado, las elecciones serán en fecha distinta a las nacionales. Más allá de las razones que motivaron al Jefe de Gobierno a desdoblar las elecciones -ligado, en esta oportunidad, al fracaso del buscado acuerdo electoral entre el PRO y la Libertad Avanza- creemos, como lo señalamos en varias oportunidades, que es una buena medida que abre la posibilidad de discutir los problemas específicos de nuestra ciudad por fuera de la agenda de los problemas nacionales. Esto es urgente porque tras 18 años de gestión del PRO y de haber librado a las fuerzas del mercado el diseño de la Ciudad de Buenos Aires, urge debatir si este modelo de ciudad es compatible con la calidad de vida que necesitamos y queremos los y las porteñas.
Foto: Pedro Pérez
Por otra parte, se suspenden las elecciones Primarias Abiertas Obligatorias (PASO). No acordamos con esta medida porque creemos que es incorrecto cambiar las reglas de juego sobre una elección ya convocada y que restringir la posibilidad al pueblo de elegir debilita la democracia.
A nivel mundial, en los últimos años el Estado -sea por ineficiencia o por concepción política- ha delegado al mercado la asignación de los recursos colectivos que han sido apropiados y concentrados cada vez en menos manos, en desmedro de las necesidades de las mayorías y, obviamente, sin su participación. El Estado Porteño no ha sido ajeno a esta concepción imperante y la Ciudad ha sido desarrollada como una unidad de producción económica -una mera factoría- y no como el hogar que nos alberga a todos. Cada vez se construyen más metros cuadrados en unidades cada vez más chicas, principalmente orientadas a reserva de valor, a alquiler y al turismo, frente a una población que no crece.
El resultado de esta política se evidencia en una ciudad concebida para consumir, pero no para vivir. Una ciudad “vidriera” de la que huyen los más ricos hacia barrios cerrados en el conurbano en busca de espacios verdes y seguridad, y que expulsa a una clase media frágil, que no puede afrontar ni los alquileres ni el costo de vivir en una ciudad cada vez más cara. El resultado: un cuadro donde conviven la inauguración de nuevos shoppings con el incremento de la marginalidad de sus habitantes.
A fines del 2024 se difundieron los datos del Instituto de Estadísticas y Censos de la Ciudad de Buenos Aires (IDECBA) que dan cuenta de cómo en el último año, la pirámide de ingresos ha ampliado su base y achicado su punta, es decir que somos más pobres. En el tercer trimestre de 2024, en la ciudad más rica del país, 3 de cada 10 personas se ubica bajo la línea de pobreza, 1 de cada 10 es indigente y 4 de cada 10 niños reside en hogares pobres.
Frente a este contexto, los progresistas estamos convencidos de la necesidad de un Estado presente y eficiente que garantice las condiciones que posibiliten que todo porteño/a, en especial los niños y niñas, alcancen su potencial individual en un marco de desarrollo colectivo. Urge presentar a la sociedad un proyecto de ciudad alternativo con eje en la persona y no en el consumo. Una ciudad a escala humana:
- Pensada y concertada a escala metropolitana para todas las áreas: vivienda, educación, salud, transporte, seguridad y cultura.
- Con más y mejores espacios verdes de cercanía, fomentando, poniendo en valor y creando espacios públicos dedicados al deporte y a la integración que permitan el disfrute de todos. Donde se resuelva de manera integral la relación con el río y el compromiso con el cuidado del ambiente.
- Donde sus habitantes podamos resolver de manera accesible la vivienda, con inversión pública que promueva la mixtura social mediante la construcción, el alquiler y el crédito orientado a los sectores medios y bajos.
- Que garantice salud y educación pública como una alternativa de calidad superadora al sistema privado y avance dando soluciones de cuidado a sus habitantes.
- Donde el peatón, la bicicleta y el transporte público sean prioridad, desarrollando estacionamientos de disuasión, red de ciclovías y la extensión del subte para reducir la circulación de vehículos privados.
- Fomentando el desarrollo empresario y cooperativo para la producción de bienes y servicios estratégicamente planificados y ambientalmente sustentables. Donde se busque un nuevo pacto entre mercados, cooperativas y asociaciones organizadas para promover mayor beneficio, derechos y seguridad de los consumidores.
- Donde la presión fiscal esté orientada a los grandes capitales, grandes propietarios y concesionarios de la ciudad.
- Más segura, con eje en la prevención del delito y con justicia independiente.
- Donde los ciudadanos efectivamente participen del funcionamiento real del Estado a través de las comunas.
En definitiva, una ciudad para que todos volvamos a vivir.
Con el desdoblamiento electoral ya no hay excusas para no hacernos cargo de la Ciudad. Las falencias de 18 años de gestión PRO sin contrapesos políticos son evidentes, la situación social es crítica y tenemos las elecciones a la vuelta de la esquina. Es hora de renovar la política como herramienta de cambio, de presentar nuevas figuras que representen estos valores y por sobre todo de arribar a la unidad de quienes pensamos parecido. Tenemos todo por hacer.