En la decimoquinta edición de la Feria Provincial del Libro de Corrientes, uno de los momentos más emotivos no lo provocó un texto, una lectura o una charla académica. Lo generó un joven de tan sólo dieciocho años, con un apellido inmenso y una sonrisa humilde: Sebastián Flores, hijo del recordado Nini Flores, quien se presentó con su acordeón en el evento más importante de la cultura correntina e hizo vibrar las emociones con sus sonidos. En las dos ocasiones de las que participó estuvo acompañado por el gran artista chaqueño Coqui Ortiz.
Para mí es un placer enorme», expresó apenas comenzada la charla, con el rostro aún encendido por la emoción de haber pisado nuevamente suelo correntino. «Desde ya, la emoción de poder participar en este maravilloso evento en Corrientes, que es un lugar al que me encanta venir. Y encima poder compartirlo con este maestro, que es Coqui Ortiz, y con su hija Paloma Ortiz. Para mí es una bendición y un regalo enorme poder estar con ellos, participar, estar en este lugar. Simplemente eso: es un regalo hermoso».
La emoción era genuina, palpable, y se intensificaba en sus palabras pausadas, respetuosas, donde el asombro no es ingenuidad, sino gratitud. Cuando se le menciona la excelente repercusión de su presentación junto a Ortiz en el homenaje al escritor Gabriel Ceballos, Sebastián asiente con una sonrisa discreta. «Y la verdad que yo soy consciente de lo que hicimos musicalmente. Me encantó la propuesta que se hizo, los temas que hicimos, que fueron de Coqui, que me encanta tocar. Y siempre pensando en lo musical. La verdad que sí, tuvimos una buena repercusión después con los presentes; sólo hubo buenos comentarios».
Esa noche, además, lo esperaba otro compromiso que vivía con enorme expectativa: acompañar la presentación del libro del escritor y poeta Cacho González Vedoya, otro de los grandes nombres de la cultura correntina. «Para mí son lo mejor que hay. Literalmente, es lo mejor en cuanto a todo lo que dejaron, el legado para nuestra historia, para nuestra música. Poder estar hoy con Cacho González Vedoya, compartir este escenario y conocerlo es muy emocionante para mí porque siempre escucho hablar de su poesía, de su grandeza literaria. Es una bendición enorme, un regalo, un momento que no me voy a olvidar nunca», dijo emocionado a NORTE de Corrientes.
La charla avanza y la figura de Nini aparece inevitablemente. No como sombra, sino como una presencia luminosa, que guía sin imponer. Sebastián responde con cuidado, sin perder jamás la humildad. «Yo tengo dieciocho años», cuenta. «Toco desde los nueve. Mi papá me enseñó un poco de bandoneón, un poquito de piano. Siempre queriendo jugar conmigo, porque él era muy así. Se fue cuando yo tenía nueve años, justamente. Pero musicalmente siempre intentó acercarme a eso, al bandoneón, al piano. En algún momento voy a comenzar a tocar el bandoneón, así que me voy a acordar de todo eso».
Cuando se le pregunta qué heredó de su padre, se detiene un segundo. Suspira. «Y bueno, la verdad que no te sé responder bien. Yo creo que Nini es algo insuperable. La verdad, decir que pude heredar algo de él es increíble pensarlo para mí. Yo creo que lo que más tengo de Nini es las ganas de hacer música, las ganas de compartir con los amigos, de estar siempre en la movida, digamos, como era él: tan amiguero, tan buena persona. Yo creo que me voy más por ese lado».
¿Y la excelencia -le preguntan-, también la heredaste? «Eso puede ser, sí. La búsqueda de la excelencia, sobre todo. La excelencia es sólo él (reafirma al hablar de su padre, el gran Nini)».
La trayectoria de Sebastián, a pesar de su corta edad, ya lo ha llevado por escenarios emblemáticos. «Toqué en el escenario del Teatro Vera con mi tío hace un tiempo ya, justamente en un homenaje en el Festival de Chamamé de Invierno en Puerto Tirol. Este año estuvimos de gira con Coqui por Brasil, por Paraguay. Anduvimos recorriendo escenarios por allá, por festivales también. Y bueno, ahora la Feria del Libro. Seguramente me estoy olvidando de algún otro, pero esos son los más importantes».
La música no fue una elección consciente, asegura. Fue algo natural, inevitable. «Yo creo que en ningún momento decidí que la música iba a ser parte de mi vida. Siempre estuvo. O podríamos decir que lo decidí no bien agarré el acordeón. Esa es mi respuesta, digamos».
Y aunque la música ocupa el centro de su vida, Sebastián también estudia. «Además de la música, que para mí es la prioridad, eso quiero dejar en claro, estoy estudiando en la Universidad Tecnológica de Resistencia una Tecnicatura en Programación y Base de Datos. También me pongo a estudiar sobre eso, pero como te digo, la prioridad siempre la tiene la música en mi corazón».
Con una determinación que sorprende para sus años, responde sin dudar ante la posibilidad de elegir entre una gira y los estudios: «Totalmente. Si mañana me dijeran: ‘Mirá, tenemos que ir a hacer una gira por donde fuere’, yo largo todo y me voy a hacer música. Sí, sí».