La motosierra apunta a las juventudes


Quedate tranquilo, ¿sabés las veces que me censuraron a mí cuando estaba en Sui Generis?” fue el mensaje que Charly García le envió a Milo J el miércoles cuando el gobierno de la Nación ordenó la prohibición del concierto en el que el joven músico iba a presentar su disco 166. La amorosa frase de Charly, además de consolar a Milo, puso en evidencia que las prácticas censoras que hace más de 50 años se vivían en este país hoy existen de nuevo, pero en una democracia estabilizada y consolidada y con derechos. El miércoles fueron alrededor de 20 mil chicos (entre 14 y 18 años la mayoría) que no pudieron ver a su artista y que no accedieron a un concierto gratuito que se iba a realizar en la ex Esma.

Milo J es nieto de desaparecida. Es además un pibito que se posiciona en la vida política de su país con un discurso social solidario, libre (de la libertad verdadera) y humana. Necesario en estas épocas en las que los lazos sociales, están costando tanto. Por eso, Milo J sufre, como tantos otros artistas, la estigmatización y el señalamiento de un gobierno que llegó al poder enamorando a una gran franja de la juventud a la que hoy patea con planes económicos que los excluye y les quita derechos.

El gobierno de Javier Milei logró suspender el recital, pero no pudo evitar que cientos de esos chicos recorrieran las instalaciones del sitio de la memoria ex Esma y se encontraran, tal vez por primera vez en sus vidas, con esa parte trágica de nuestra historia. Que supieran que el “relato” de los Derechos Humanos, como lo llaman libertarios y referentes del PRO, era real y que la mentira la diseña el negacionismo del gobierno. Fue un gol a la derecha recalcitrante y fascista que el mileísmo viene instalando institucionalmente y materializando a través de decretos y leyes.

Algo similar pasó hace unas semanas cuando atacó a las diversidades sexuales y obtuvo como respuesta más de un millón de personas en las calles en todo el país en la Marcha Federal del Orgullo Antifascista y Antirracista. La respuesta del gobierno fue el decreto 61/2025 y 62/2025 en el que anula la posibilidad de que niñeces y adolescencias pudiesen expresar con libertad su identidad de género y vivir una vida libre de violencias. Un retroceso imperdonable en una ley modelo en todo el mundo, pero un ataque que tiene como objetivo a las nuevas generaciones.

Las reacciones fueron muchas e incluso la semana pasada referentxs, activistas y diputados de todo el arco político (menos del oficialismo) se reunieron en el Anexo de Diputados para buscar modos de anular esos decretos que no tienen ninguna justificación. A menos que el presidente esté devolviendo favores al lobby de los grupos antiderechos que colaboraran para llegar a la presidencia.

No hay plan económico que se justifique quitando derechos, y la misma motosierra que hoy se usa alegremente puede volverse en contra, y algo de eso se vio este fin de semana tras la estafa de la cripto Libra, que resultó impactante incluso para los jóvenes libertarios. El impacto del hecho no se podrá medir a corto plazo, pero sí comienza a desdibujar la imagen de un presidente que hasta ahora no mostró resultados reales, más que una ofensiva cultural. 

El odio visceral fascista, racista y machista aún orquestado desde el Estado, jamás ha llegado a buen puerto. Menos cuando la cabeza del proyecto es un hombre de pocas luces y escasa preparación.   «



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