Un informe reciente muestra que la informalidad laboral se disparó en el país a casi el 40% de los ocupados, de los cuales, a su vez, seis de cada diez son
pobres. Es decir que, pese a tener trabajo, no llegan a cubrir lo necesario de una canasta de bienes y servicios básicos. Además, el porcentaje aumenta más de veinte puntos en el caso de jóvenes y mujeres, que engrosan las filas del decil de menores ingresos de la sociedad.
En este escenario alerta, además, que la intención del Gobierno, de avanzar en 2025 con una mayor reforma laboral (extensión de la jornada de trabajo, negociaciones a la baja de convenios, entre otros) y previsional (fin de la moratoria) podría agravar aún más la situación de quienes están fuera de la seguridad social desde hace casi dos décadas. Al respecto, entre las ramas más afectadas por la no registración aparecen el servicio doméstico (76%) y la construcción (67%), sectores fuertemente golpeados por la recesión económica, y con una pérdida sostenida de fuentes de trabajo (desde diciembre de 23 anotan -14.200 y -100.000 puestos, respectivamente). Al tiempo que las regiones Noroeste, de Cuyo y Nordeste exhiben tasas de informalidad superiores al 40% nacional.
INFORMALES Y POBRES
El 37% de los asalariados argentinos trabajan de manera informal y, de ese total seis de cada diez son pobres, es decir que, pese a estar ocupados, como consecuencia de las malas condiciones laborales no llegan a cubrir una canasta básica para sus familias.
Los datos se desprenden de un informe presentado por el área de Empleo, Distribución e Instituciones Laborales del Instituto Interdisciplinario de Economía Política de la UBA, y muestran que, al tercer trimestre del año que terminó, al menos cuatro de cada diez trabajadores en relación de dependencia no estaban recibiendo beneficios de la seguridad social, es decir, no estaban cubiertos por la legislación laboral, dando cuenta de un aumento de un punto porcentual respecto de un año atrás.
«Mirando desde 2003, la tasa de informalidad se ubica en un valor idéntico al del tercer trimestre de 2008. Desde ese año hasta la irrupción de la pandemia a comienzos de 2020 la tasa de informalidad se mantuvo en valores de entre un 32% y un 35,7%. O sea, el valor de 2024 es algo superior al registrado a lo largo de ese período», aclararon los investigadores Roxana Maurizio y Luis Beccaria.
La brecha salarial entre asalariados registrados e informales evidencia una «penalidad» salarial del 46%. Esto es: si un asalariado formal tiene un salario mensual de $100, un trabajador informal con igual nivel educativo, edad, en la misma región, trabajando en la misma rama de actividad y en una empresa de igual tamaño tiene una remuneración mensual de $54. Como resultado, crece la cantidad de informales en los deciles de menores ingresos de la población.