La función fisiológica del dolor es actuar como un sistema de alarma que nos advierte de la posibilidad de una lesión o de que ésta ya se ha producido. Y es que el dolor no todos los sentimos igual, ni en el mismo tipo de situaciones. Con motivo del Día Mundial del Dolor, que se celebra el 17 de octubre, hablamos con el doctor Jordi Serra, jefe de la Unidad de Tratamiento del Dolor del Hospital Universitari Dexeus de Barcelona, quien nos resuelve las principales dudas que giran en torno al dolor.
Cuenta, en primer lugar, que sentimos dolor cuando las terminaciones nerviosas (libres o receptores específicos a la presión, la temperatura, entre otros) reciben estímulos de una intensidad suficiente como para activar la nocicepción. “Es decir, el proceso que hace que esa señal viaje a través de los nervios y de la médula espinal, hasta llegar al cerebro y sea percibida como dolor”, precisa.
De esta manera, según sus palabras, el dolor activa en el cerebro no sólo las áreas que procesan la sensación física, sino también aquellos mecanismos relacionados con la emoción, generando respuestas como el miedo, la angustia o la ansiedad.
“Además, se vincula con la memoria y con las funciones cognitivas, ya que a través del dolor aprendemos qué situaciones o qué acciones son peligrosas”, precisa al tiempo que recuerda que, entre los dolores más frecuentes, están las lumbalgias y las cefaleas. Sostiene que constituyen la mayor parte de los dolores crónicos; seguidos por los dolores neuropáticos.
Por qué unos sienten más dolor que otros
En cuanto a por qué hay personas que sienten más dolor que otras, este experto en medicina del dolor subraya que, desde una perspectiva biopsicosocial, los distintos factores que forman la experiencia dolorosa están modulados por factores biológicos, emocionales, culturales y sociales.
“Por lo tanto, la expresión puede variar entre los distintos individuos en función de su situación actual y de su historia, y en el mismo individuo, en distintos momentos de su vida, dependiendo de situaciones emocionales, sociales y culturales”, explica.
Hay personas que no sienten dolor
Además, el jefe de la Unidad de Tratamiento del Dolor del Hospital Universitari Dexeus de Barcelona destaca que hay un reducido grupo de familias que padece un trastorno hereditario que es la analgesia o anestesia congénita, y por la que no sienten dolor.
“En este caso”, profundiza el especialista, “el sistema nociceptivo que actúa como alarma no funciona, por lo que las personas que lo sufren están expuestas a graves amenazas para la vida, ya sean quemaduras, traumatismos o debidas al retraso en el tratamiento de procesos médico-quirúrgicos”.
Igualmente, menciona que diversos instrumentos con algoritmos basados en parámetros fisiológicos se desarrollan para intentar medir el dolor.
Sin embargo, su utilidad en la clínica aún es muy limitada: “La principal manera de medir el dolor en todas las unidades hospitalarias y en la medicina primaria es usar la evaluación del propio paciente, mediante escalas verbales (NRS), escalas visuales (EVA), que se pueden adaptar a la edad y al estado cognitivo del paciente (escala de caras, de colores). Si la comunicación es imposible se usan escalas observacionales. Para evaluar el dolor crónico se usan escalas multidimensionales y de interferencia funcional. También se usan escalas para situaciones específicas (artritis de mano, lumbalgia, artrosis de cadera, etc.)”.
Tipos de dolor
El doctor Serra recuerda que el dolor se clasifica habitualmente en agudo y crónico, en función de su evolución en el tiempo. “Como nociceptivo, visceral, neuropático o nociplástico, en función de sus mecanismos fisiopatológicos. El dolor crónico se clasifica también como ‘primario’ o como ‘secundario’”, agrega.
En concreto, cita que el dolor crónico primario no responde a una lesión conocida, sino a un trastorno en la modulación del dolor; mientras que el secundario obedece a una lesión crónica o recurrente, como puede ser la artrosis en el primer caso, o una neuralgia en el segundo.
Además, puntualiza, se considera ‘dolor crónico’ al persistente o recurrente por más de tres meses, superando el tiempo esperado de curación de una lesión aguda.
“Insistimos en esta definición, en que el ‘dolor crónico’ puede ser una enfermedad en sí (dolor crónico primario), o estar asociado a una enfermedad subyacente (dolor crónico secundario). El ‘dolor agudo’ se considera que está limitado en el tiempo y asociado con daño tisular o procesos médicos recientes”, agrega el especialista en medicina del dolor.
En este punto, mantiene el doctor Serra que la discapacidad generada por el dolor depende de su intensidad, de su duración, y de cómo interactúa con el tipo de vida de la persona que lo padece. “Todos los dolores crónicos pueden generar distintos grados de discapacidad y afectar a todas las esferas de la vida”, apunta.
El papel de la memoria y de las emociones en el dolor
Pero no hay que olvidar que la memoria y las emociones también se relacionan con e dolor. El doctor Serra indica que la memoria, precisamente, está implicada en el proceso de la nocicepción desde el inicio, algo útil en la evolución de la especie y en la supervivencia del individuo.
“En algunos casos de dolor crónico, rebelde a todos los tratamientos, se hace referencia la memoria del dolor como una consecuencia de la neuroplasticidad del sistema nervioso, que reconvierte y redirige estímulos no dolorosos hacia áreas donde estos estímulos son interpretados como si lo fueran”, remarca.
A su vez, subraya que normalmente los factores emocionales o el estado psicológico constituyen un factor modulador del dolor, aunque a veces sea difícil para un individuo distinguir entre el dolor y el sufrimiento, el vocabulario utilizado habitualmente usa indistintamente estos términos para referirse al estado emocional causado por la pérdida de un ser querido, una ruptura u otras situaciones de gran estrés emocional.
“En cualquier caso, el antiguamente llamado ‘dolor psicógeno’ ha desaparecido de las clasificaciones Internacionales”, señala el experto del Hospital Universitari Dexeus.
Síndrome del miembro fantasma
Entre otras curiosidades del dolor, menciona también el dolor del miembro fantasma, es decir, aquel que aparece, por ejemplo, ante la pérdida de una extremidad y que surge de la suma de la actividad periférica anómala, de la sensibilización espinal y de la reorganización cortical mal adaptativa.
“Estos fenómenos que asocian estímulos dolorosos y persistencia de la representación funcional del miembro constituyen la génesis de este tipo de dolor”, añade.