la mayoría son ocupados por mujeres



El avance de la inteligencia artificial (IA) promete transformar el mundo del trabajo, pero no necesariamente bajo el escenario apocalíptico que muchas veces se imagina.

Según un reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), solo un 3% de los empleos actuales tienen una exposición total a tecnologías de automatización como la IA generativa. La mayoría de los puestos —un 64%no se ven afectados, mientras que el 36% restante presenta algún grado de exposición.

La clave para entender este fenómeno está en cambiar la mirada del puesto de trabajo a las tareas que lo componen. “Cada ocupación incluye actividades muy distintas entre sí, y no todas pueden ser automatizadas”, detalla el informe, que se basa en encuestas, validaciones con expertos y modelos de IA sobre más de 400 ocupaciones en todo el mundo.

Así, por ejemplo, un profesional de la salud puede diagnosticar enfermedades (una tarea parcialmente automatizable), pero también asistir emocionalmente a pacientes, algo mucho más difícil de replicar con algoritmos.

Entre los empleos más expuestos se encuentran los de analistas financieros, asistentes contables y desarrolladores web. Del otro lado, ocupaciones como la enfermería, los cuidados, la carpintería o la gastronomía se mantienen prácticamente al margen de esta transformación.

Sin embargo, la amenaza de reemplazo no se distribuye de manera pareja. Según el mismo informe, las mujeres tienen tres veces más chances que los varones de perder sus empleos por la automatización.

La explicación radica en que muchas de ellas están sobrerrepresentadas en tareas administrativas y de atención al cliente, sectores con alta exposición tecnológica y bajo reconocimiento social.

“El impacto de la IA está profundizando desigualdades que ya existían”, advierte Judith Membrives, especialista en derechos digitales. “Las tareas que se automatizan primero son aquellas menos valoradas, como el soporte administrativo o el trabajo emocional, y esas funciones las cumplen mayoritariamente mujeres”.

Un estudio del Kenan Institute refuerza esa mirada: el 79% de las mujeres trabajan en ocupaciones susceptibles a la disrupción por IA, frente a un porcentaje mucho menor en el caso de los hombres. Y si bien muchas de estas transformaciones prometen mejoras en productividad y eficiencia, no siempre vienen acompañadas de procesos de reconversión justos.

La desigualdad también se expresa en la falta de acceso de las mujeres a sectores tecnológicos. Aunque representan más de la mitad del empleo en salud y cuidados, su participación en roles técnicos apenas supera el 20%. Esta brecha complica aún más su inserción en la economía digital y exige políticas públicas con enfoque de género.

Desde la OIT insisten en distinguir entre “exposición” e “impacto” de la IA. Que una tarea pueda ser automatizada no significa que vaya a serlo. Influyen factores como el costo de implementación, la formación profesional disponible, y la capacidad de adaptación de las organizaciones. “El concepto clave hoy no es reemplazo, sino reconversión”, señalan.

Sam Altman, CEO de OpenAI y creador de ChatGPT, coincide en que la IA generará cambios profundos y rápidos en el mercado laboral. “La desaparición de clases enteras de empleos no será catastrófica. Como los faroleros con la llegada de la electricidad, hay trabajos que dejarán de tener sentido”, afirmó en un ensayo reciente.

Para Altman, la clave estará en distribuir los beneficios del progreso: “Una superinteligencia concentrada en pocas manos puede agravar desigualdades globales. Necesitamos que esta tecnología sea barata y ampliamente accesible”.

“El ritmo del progreso tecnológico seguirá acelerándose, y las personas seguirán siendo capaces de adaptarse a casi cualquier cosa”, explicó el empresario tecnológico.

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