La Inversión Extranjera Directa (IED) en Argentina enfrenta un escenario crítico con un saldo neto negativo de casi US$1.700 millones en lo que va de 2025 y una tendencia que continúa el declive del año anterior, el primero de Javier Milei en la presidencia. Los datos mensuales muestran una dinámica volátil, con breves repuntes que resultan insuficientes para revertir las salidas de capital. Por el momento, el modelo económico que implementó y sostiene el Gobierno de La Libertad Avanza se ha caracterizado por la salida de divisas del país.
Al parecer la flexibilización del cepo cambiario y la apertura en materia financiera y de inversiones dieron un resultado opuesto a lo esperado. Según datos del Banco Central de la República Argentina (Bcra), en los primeros cinco meses de 2025, la Inversión Extranjera Directa (IED) en Argentina registró un saldo neto negativo de US$1.679 millones, es decir, un egreso neto de dólares, lo que implica el peor resultado en los últimos 10 años.
Este saldo se deriva de ingresos totales en lo que va del año por US$551 millones y de egresos por US$2.190 millones, lo que confirma la continuidad de la tendencia negativa observada durante el primer período de mandato del libertario Milei.
A pesar de proyectos prometidos bajo el Rigi, el programa de perdón impositivo para los grandes inversores contenido en la pomposa Ley Bases, las concreciones están muy demoradas, brillan por su ausencia. Se sabía que los resultados no serían inmediatos, pero pasa el tiempo y las iniciativas no superan la etapa del anuncio, son proposiciones y punto. Las inversiones no llegan.
Entre los especialistas no parece haber un único factor que explique esta situación: citan, por ejemplo, el deterioro progresivo de la confianza inversora, marcado por la incertidumbre económica; la inestabilidad política -más intensa por estas horas a partir de una mayor debilidad del Gobierno en el Congreso-; y reformas estructurales que, en opinión de los expertos, no lograron materializarse a tiempo para sostener el ingreso de capitales al país.
Se menciona como fundamento el complejo frente financiero que afecta al país y que derivó en un rescate del FMI por US$20.000 millones; además el modelo ha acelerado indicadores negativos en producción y consumo (más desocupación y menos ingresos). Todo esto terminó incentivando la repatriación de capitales en lugar de nuevas apuestas productivas.
Los datos oficiales señalan que los últimos meses, desde fines de 2024 se registran salidas netas. Sectores tradicionalmente atractivos, como la minería (especialmente litio y Vaca Muerta) y la industria manufacturera, han mostrado cierta resiliencia, pero no han logrado contrarrestar las salidas de capitales.
El 2024 ya había marcado un punto crítico para la IED en Argentina, con una caída del 54% en los flujos netos en comparación con 2023, pasando de US$23.866 millones a US$10.996 millones. Los sectores más dinámicos fueron la explotación de minas y canteras (US$1.722 millones) y las sociedades captadoras de depósitos (US$782 millones), mientras que la industria manufacturera y el comercio enfrentaron desendeudamiento neto. A pesar de medidas como el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (Rigi), los resultados no cumplieron las expectativas, y la repatriación de capitales, especialmente en el sector energético, marcó un punto de inflexión en diciembre.
En la opinión de los expertos, la recuperación de los flujos de inversión dependerá de la capacidad del país para generar estabilidad y aprovechar sus ventajas competitivas, como los recursos naturales y una base industrial desarrollada. La gran pregunta es ¿el Gobierno de Milei está enfocado en esa agenda?