La invasión de Rusia a Ucrania está próxima a cumplir un año y aún no hay un final a la vista, lo que genera incertidumbre en el rumbo económico mundial, marcado por los vaivenes en los precios de productos y servicios como los combustibles y el transporte, piezas fundamentales para el funcionamiento del circuito.En un informe publicado los días posteriores al inicio de la guerra, el Fondo Monetario Internacional (FMI) preveía que los efectos iban a sentirse en los planos de la inflación por los precios de los alimentos y la energía; problemas en el comercio internacional y las cadenas de abastecimiento; e incertidumbre en los mercados financieros.
«Rusia y Ucrania son importantes productores de materias primas, y las perturbaciones provocaron una escalada de los precios mundiales, sobre todo de petróleo y gas natural; los costos de los alimentos se dispararon; el trigo, del que Ucrania y Rusia exportan un 30% mundial, alcanzó precios históricos», indicaba el FMI.
«Rusia y Ucrania son importantes productores de materias primas, y las perturbaciones provocaron una escalada de los precios mundiales, sobre todo de petróleo y gas natural; los costos de los alimentos se dispararon; el trigo, del que Ucrania y Rusia exportan un 30% mundial, alcanzó precios históricos»
En este sentido, los precios de la energía en la Unión Europea (UE) se dispararon por la suspensión del suministro de gas por parte de Rusia (principal proveedor), provocando así una de las mayores crisis energéticas en la región.Los precios del gas natural en Europa cayeron a finales de 2022 a 76 euros por megavatio hora (MWh), muy cerca de los 75 euros registrados en diciembre de 2021, antes de la invasión.
En agosto último, debido a la escasez, los precios en la UE alcanzaron un máximo histórico de 350 euros por MWh, ante lo cual los compradores europeos lograron cubrir su suministro de cara al invierno, importando gas natural licuado (GNL) de otros países.
La suba de precios al consumo en Estados Unidos (EEUU) llevó a la Reserva Federal (FED) a subir el 1 de febrero último las tasas de interés entre 4,50% y 4,75%.
Según el FMI, los precios al consumo escalaron en 2022 7,3% en los países desarrollados, 3,9 puntos porcentuales más que lo previsto por el organismo en enero de 2022, y 9,9% (5,9% era el estimado) en los subdesarrollados o en vías de desarrollo.
En efecto, el precio internacional de los alimentos continuó en baja en enero de este año, con 131,2 puntos, y lleva 10 meses consecutivos en baja, según el último indicador de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Inflación en alimentos
Por su parte, el Banco Mundial (BM), en su última actualización sobre seguridad alimentaria, afirmó que «la inflación interna de los precios de los alimentos sigue siendo alta en todo el mundo».
Entre septiembre y diciembre de 2022 hubo «una elevada inflación en casi todos los países de ingreso bajo (83,3%) y mediano (90,5%), y el 91% de los países de ingreso mediano alto registraron niveles de inflación superiores al 5%, y muchos experimentan una inflación de dos dígitos», aseveró el BM.
Hasta el precio de los fertilizantes -Rusia era hasta entonces el principal proveedor- repercutió, por ejemplo, en España, donde su gobierno invertirá 300 millones de euros para asistir a los agricultores en la adquisición de fertilizante para los campos, más allá de que el BM planteara una «disminución, pero con niveles históricamente altos».
En el Reino Unido (RU), un informe del Banco de Inglaterra detalló apenas iniciado el conflicto que «los precios mundiales del petróleo han aumentado un 11% y los del gas mayorista en el RU han subido un 40% desde la invasión», mientras que en marzo de 2022 «la confianza de los consumidores británicos cayó a su nivel más bajo desde noviembre de 2020».
Sanciones vigentes
A propósito de la invasión a Ucrania, Rusia -al igual que Bielorrusia, por apoyar la avanzada del país gobernado por Vladimir Putin- está bajo sanciones -aún vigentes- contra sus bienes, servicios y asociaciones impuestas por la UE, el RU y los EEUU, entre otros.
El BM detuvo todas sus actividades en ese país a partir del 2 de marzo de 2022; las compañías de tarjeta de crédito Mastercard y Visa bloquearon todas las transacciones vinculadas a instituciones rusas el 1 de marzo; y el gobierno de Washington ordenó a todas las agencias y autoridades del Estado que revisen y desinviertan fondos públicos de Rusia; entre otras medidas similares por parte de países como Australia y Noruega.
Operaciones canceladas
Las compañías energéticas Exxonmobil, Shell, BP y TotalEnergies cancelaron sus operaciones y ventas a Rusia, en tanto que las exportaciones rusas de gas, mediante su firma Gazprom, cayeron 25,1% (a 184.400 millones de metros cúbicos) en 2022 a raíz de «la negativa de los países europeos a comprar gas ruso, y al sabotaje de los gasoductos Nord Stream 1 y 2», indicó el viceprimer ministro Alexandr Novak, según la agencia AFP.
No obstante, el funcionario celebró el «potencial de crecimiento del suministro de gas a la región de Asia Pacífico», con China a la cabeza; pues, las ventas por el gasoducto Fuerza de Siberia en el extremo oriental ruso crecieron 48% y tocaron un máximo histórico de 15.400 millones de metros cúbicos, dijo Novak.
Vinculado al entretenimiento, firmas como Disney, Netflix, Sony Pictures y Crunchyroll suspendieron sus servicios en ese país; así como la Fórmula 1, FIFA y UEFA, entre otras federaciones, excluyeron a deportistas y/o combinados rusos de sus competiciones.
Otros sectores que adhirieron al boicot fueron alimentos y bebidas, como McDonald’s, que abandonó Rusia el 16 de mayo de 2022 y vendió todos sus locales; tecnología (Apple, Google, Microsoft, entre otras firmas); textiles (Nike, Adidas, Chanel).
También adhirieron los fabricantes de automóviles Ford, General Motors, Renault, Toyota; de camiones Daimler Truck Holding AG; y de motocicletas Harley-Davidson y Yamaha.
De igual manera, los sectores de envíos y transporte, lo cual influyó además en los altos costos de los fletes a Rusia: UPS y FedEx suspendieron sus envíos; Maersk, MSC, CMA CGM, Hapag-Lloyd y Ocean Network Express detuvieron los envíos de contenedores a Rusia, a excepción de productos alimenticios básicos, medicamentos y ayuda humanitaria.
Cómo impactó la guerra sobre la economía argentina
El conflicto bélico en Ucrania a raíz de la invasión de Rusia le significó a la Argentina un costo extra de US$ 5.000 millones, debido a que las subas en los precios internacionales del sector energético, los fertilizantes y los fletes no pudieron ser compensadas por el incremento en los valores de los productos agropecuarios.
«La guerra viene teniendo un costo muy alto para los países del hemisferio sur, a la Argentina ya le costó US$ 5.000 millones y no hay ámbito global donde se esté discutiendo este tema», manifestaba a mediados de octubre último el ministro de Economía, Sergio Massa.
Ese cálculo, según Florencia Di Prinzio, economista del Centro de Economía Política (CEPA), «se basa en el impacto múltiple que la guerra tuvo en la balanza comercial, es decir qué cantidad de dólares extra tuvo que gastar el país en importaciones ante la suba de precios internacionales».
A la fecha «la cifra no presenta variaciones significativas debido a un acomodamiento de los precios internacionales», remarcó Di Prinzio a Télam.
A ello se suma «la particularidad de que Argentina tiene un régimen cambiario con bastantes problemas de arrastre, con un desdoblamiento, y en un momento en el cual se agudizaron las expectativas de devaluación el año pasado», afirmó a esta agencia el economista director de la consultora Sarandí, Sergio Chouza.
«La brecha cambiaria se había disparado alcanzando niveles cercanos al 100% en el segundo trimestre del año pasado y eso produjo un retraso de las exportaciones y afectó el flujo de cantidades exportaciones», amplió.
Según documentos de trabajoS oficiales, las importaciones de combustibles sumaron US$ 5.800 millones a fines de 2022, contra los US$ 2.000 millones proyectados en la pre guerra (+US$ 3.800 millones de incremento neto).
Además del costo, el aumento del precio de los principales productos básicos hizo que se precisaran más divisas para importar combustibles, entre los que se incluyen los utilizados para el suministro de energía durante 2022.
Para Di Prinzio, en ese rubro ocurrió la variación más «significativa», con lo cual «casi el 75% del costo de la guerra se explica por importación de energía» boliviana (gas) y brasileña (electricidad), mientras «el 25% restante lo explican la suba de fertilizantes y fletes».
Por su parte, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) sostuvo en un reciente informe que «las importaciones energéticas en nuestro país crecieron 4% en volumen, pero por la suba de precios crecieron un 100% en dólares (de US$ 7.147 millones a US$ 14.138 millones), respecto al año pasado».