La cantante y actriz Nana, oriunda de París y radicada desde hace años en Argentina, presentará este viernes, a las 20.30 en Jazz Voyeur, su íntimo concierto “Nana canta Piaf” y regresará a Bebop Club los martes de febrero a las 20 con su nuevo ciclo, “Les Amours de Nana”, donde interpretará canciones románticas francesas.“’Cabaret des Amours’ y el homenaje a Piaf se complementan, y ambos son un verdadero himno al amor», avisa Nana en charla con Télam.
En el recital de este viernes, en Posadas 1557, la intérprete versionará canciones emblemáticas del repertorio de Edith Piaf, acompañada por el pianista Víctor Simón, heredero de los Hermanos Simón de Santiago del Estero, para ofrecer un concierto que cruce entre lo musical y lo teatral.
Formada en el canto lírico y en teatro, la cantante nacida en el barrio de Montmartre contó a que “Les Amours de Nana” es un espectáculo que contará con invitados de lujo, al estilo de los café-concerts de los inicios de la misma Piaf, Joséphine Baker y Mistinguett.
“Es la faceta romántica del ‘Cabaret’ que lanzamos en julio del año pasado en Bebop Club (Uriarte 1658) con Mariano Sarra en piano y dirección musical y Daniel Mayor en trompeta y contrabajo», dijo a cantante.
-¿Cómo es tu vínculo con la Argentina?
-Desde el primer día que llegué a la Argentina, supe que me iba a costar volver a Francia, mi país. Varias veces he intentado irme, pero Buenos Aires me volvía a atrapar, y me fui quedando. Igual seguiré intentando escapar, no me doy por vencida.
-¿Cómo definirías este espectáculo en Bebop Club?, ¿el amor es el centro de estas canciones?
-De aquel repertorio del “Cabaret”, que incluía temas de Mistinguett, Joséphine Baker y Édith Piaf, seleccionamos exclusivamente las canciones de amor, y de desamor: canciones para enamorar, canciones para sentirse enamorado, canciones para recordar, la mayoría en francés. En esta edición, indagamos además en el amor cortés del siglo 14, en el amour fou de los surrealistas, en el amor dramático de la ópera.
-¿Cada martes será diferente el repertorio? ¿Es cierto que el público participará de un modo muy particular? ¿Vas a oficiar de una suerte de celestina, “casando” gente en vivo?
-Cada martes el repertorio irá mutando, en particular gracias a la presencia de nuevos invitados. Haremos dúos apasionados con la violinista Christine Brebes, románticos con Simja Dujov, cantor aficionado del cuarteto cordobés, poéticos con la refinadísima arpista Sonia Alvarez, y exóticos con el sitarista Julio Sleimann.
Además, para este nuevo ciclo invitamos al público a que se vista como para una boda, por qué armaremos parejas y luego las casaremos en vivo. Tendremos un ritual, en donde Rosario Ruete, nuestra bailarina tap, se convertirá en la Venus dirigiendo las flechas de Cupido, y yo seré la Gran Sacerdotisa.
-¿Cuánto influenció Edith Piaf tu carrera?
-Si bien estudié canto lírico desde los 12, fue Édith Piaf quién me enseñó a cantar. Su repertorio requiere total entrega tanto física como emocional, no se puede mentir. Te atraviesa, te habita. Para mí, se volvió un medio de catarsis indispensable.
Cuando canto sus temas, su imagen se mezcla con mis propios recuerdos de mi vida en París, y con mi estado de ánimo del momento, como si fuese por primera vez. Hace 15 años incorporé su repertorio, pero sigo descubriendo cosas fascinantes sobre Edith, como su amistad con los más grandes poetas (Cocteau, Éluard), su propia evolución como cancionista (terminó escribiendo más de 80 canciones), su capacidad visionaria, ella que fue ciega a los seis años, su generosidad a la hora de propulsar artistas a la fama (como lo hizo con Atahualpa Yupanquí en París), su fuerza vital increíble, su sutileza, su picardía, su manera de transformarlo todo en belleza, en luz.