Durante el invierno, el frío intenso y los ambientes calefaccionados afectan directamente la salud de la piel. Aunque mantengamos una alimentación saludable y tomemos agua, muchas veces sentimos que la piel se vuelve opaca, tirante o reseca. Para entender por qué ocurre esto y cómo prevenirlo, la hidratación debe ser tanto interna como externa. «Tomar al menos dos litros de agua por día es esencial, ya que el cuerpo pierde más líquidos debido a los cambios bruscos de temperatura: pasamos del frío polar al calor seco de la calefacción, lo que impacta directamente en la piel y en las vías respiratorias», dijo a NORTE Corrientes la doctora Micaela Ríos Narváez.
«La gente cree que el cuerpo no necesita tanta agua en invierno, pero es cuando más lo necesita», afirma, y aclara: «No es necesario que sea agua fría. Puede ser tibia o con yuyos, lo importante es mantener el consumo regular».
Un hábito simple que recomienda: tomar un vaso de agua con cada comida. Así, entre desayuno, almuerzo, merienda y cena, se logra cubrir el mínimo diario recomendado.
La piel no necesita lo mismo todo el año ni en todas sus zonas. El tipo de crema debe adaptarse a cada persona, según si su piel es seca, grasa o sensible. Y además, no todas las zonas del cuerpo deben tratarse igual.
«Muchas veces usamos una crema que para otra persona puede ser ideal, pero a nosotros nos resulta pesada, pegajosa o poco efectiva», explica la doctora. «Lo ideal -dijo- es consultar a un especialista para elegir el producto correcto y evitar reacciones adversas».
También destaca la importancia de proteger las zonas más expuestas al frío, como rostro y manos. Usar guantes y bufandas ayuda no sólo a mantener el calor, sino también la humedad natural de la piel.
Si bien puede usarse la misma crema para rostro y cuerpo si se adapta bien, lo ideal es usar productos específicos para cada zona. s