Los que analizan las encuestas más serias ya no tienen dudas: la división de las preferencias electorales en tres tercios aumenta la incertidumbre y afecta al plan económico del Gobierno. De hecho, los consultores financieros internacionales adjudican la persistente alza del riesgo país a la hipotética posibilidad de que termine accediendo de nuevo a la presidencia Cristina Fernández.
Pero eso no es todo. Porque las dudas son tantas que nadie, hoy, se atrevería a descartar de plano que la dinámica del humor social termine consagrando a un tercer candidato, sea Sergio Massa, Roberto Lavagna o Juan Schiaretti. El apodado Gringo se podría convertir en casi seguro gobernador de la provincia de Córdoba. Pero como las elecciones en esa provincia se celebrarán el próximo 12 de mayo, algunos piensan que bien podría lanzarse como candidato a presidente, dejando su lugar al eventual vicegobernador electo Manuel Calvo.
Las listas de candidatos para las PASO se cierran el viernes 22 de junio. Y hasta ese fecha, el verdadero Dia D, todo podría suceder. Ya sabemos que Mauricio Macri será el postulante de Cambiemos, pase lo que pase. Que no hay plan «V», de María Eugenia Vidal, y que tampoco habría plan L, es decir, una hipotética presentación de Martín Lousteau como precandidato a presidente para enfrentar al jefe de Estado dentro de Cambiemos.
Descontamos, además, que Cristina no resignará ser de nuevo candidata no solo porque lo repite cada cinco minutos Juan Grabois, sino porque está claro que ganaría siempre mucho más presentándose que no haciéndolo. Ganaría una base mayor de diputados nacionales. Y especialmente ganaría tiempo. Tiempo para acumular más poder y tiempo para postergar la posibilidad de ir a la cárcel. De hecho, la alerta roja de Jaime Durán Barba y la sospecha de que Cristina estaría superando a Macri en las primarias ya está haciendo recular a varios fiscales y algunos jueces.
Parece mentira, pero los mismos que antes dictaminaban en su contra sin que les temblara la mano, ahora la están empezando a ver un poco más pura y menos deshonesta de lo que la consideraban antes. De hecho, el Operativo Santa Cristina no está dejando nada librado al azar. Así como durante más de dos años mantuvo el luto después de la muerte de su marido, ahora insiste con el blanco, el color de la pureza, la transparencia y la bondad. Apuesta a que aunque sea un puñado de los millones de argentinos que no la votarían ni ebrios ni dormido se conmueva ante sus gestos de victimización. Hasta ahora, tan mal, no le está yendo.