En el Día Mundial contra el Cáncer, la oncogeriatría se posiciona como una necesidad asistencial, todavía con retos por alcanzar, ya que la esperanza de vida se alarga y la incidencia de cáncer aumenta conforme cumplimos años.
De los 296.103 nuevos casos de cáncer previstos en España para 2025, casi el 60 % se diagnosticarán en mayores de 65 años (176.981), según el informe “Las cifras del cáncer en España” de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) en colaboración con la Red de Registros de Cáncer (Redecan).
“Ha habido un cambio de paradigma porque antes se desestimaba el tratamiento activo única y exclusivamente por edad”, explica a EFEsalud el coordinador de la Sección de Oncogeriatría de la SEOM, el doctor Borja López de San Vicente.
Señala que, aunque hay casos en los que la fragilidad del paciente no permite hacer un tratamiento oncológico específico, “disponer de nuevas herramientas terapéuticas menos tóxicas y más eficaces facilita atender a mayor número de población, entre ellos a las personas mayores”.
Y este es, por ejemplo, el caso del cantante Raphael que con 81 años está inmerso en el tratamiento contra un linfoma cerebral primario en el Servicio de Hematología del Hospital 12 de Octubre de Madrid.
Valoración geriátrica, el primer paso
El perfil del paciente geriátrico, a partir de los 70 años, según la Sociedad Internacional de Oncología Geriátrica, es el de una persona que puede tener una o varias enfermedades crónicas de base (cardiovasculares, diabetes, obesidad…) y factores propios de la edad (incontinencia urinaria, riesgo de caída o falta de autonomía y movilidad).
“La atención a personas mayores con cáncer es más compleja. Los tratamientos estandarizados no siempre se adaptan a sus necesidades”, apunta López de San Vicente, también oncólogo en el Hospital Universitario de Basurto, en Bilbao.
Por su parte, la doctora Gemma Soler, de la Sección de Oncogeriatría de SEOM y médica en el Instituto Catalán de Oncología (ICO) de Hospitalet de Llobregat, en Barcelona, precisa que ahora no basta con conocer la edad cronológica del enfermo, sino también la edad biológica que determina su estado.
“La valoración geriátrica, aunque no ha demostrado un aumento de la supervivencia global, sí ha mejorado la calidad de vida y la autonomía del paciente y ha supuesto una reducción de los ingresos hospitalarios”, asegura el médico.
Y ahora se puede avanzar aún más con las herramientas de inteligencia artificial que, sobre todo, predicen la respuesta del paciente al tratamiento y anticipan los posibles efectos adversos.
¿Qué le falta a la oncogeriatría en la sanidad pública?
Para dar una mejor asistencia al paciente mayor, la oncogeriatría persigue cambiar el enfoque, pero es una especialización que no está implementada por igual en los hospitales públicos.
“Aunque hay una mayor concienciación y más estructuras, todavía nos queda mucho por hacer”, ya que no existen protocolos únicos ni equidad en el acceso a este tipo de atención, precisa el doctor, quien ve también necesaria la formación en oncogeriatría.
Para la oncóloga del ICO, otro de los problemas es la escasez de recursos, en especial de profesionales sanitarios, como geriatras o enfermeras, estas últimas con un papel importante en el cribado del paciente.
“Lo ideal -comenta- es ir de la mano de los geriatras para que hagan la valoración del paciente” y que se integren en los comités de tumores para debatir la viabilidad de una tratamiento, pero también es importante la coordinación con otras especialidades que sigan la evolución de los efectos secundarios, como cardiólogos o neurólogos.
Y sin olvidar otros aspectos básicos en la atención al paciente geriátrico como la nutrición, el apoyo psicológico o la necesidad de ejercicio físico y rehabilitación para mejorar su funcionalidad por parte de fisioterapeutas, figura que también escasea en los hospitales, además de trabajadores sociales para ayudarles según las circunstancias.
Necesidad de más evidencia científica
Los oncólogos de SEOM coinciden en poner el foco en la falta de evidencia científica relativa al paciente mayor con cáncer ya que no suele estar incluido en los ensayos clínicos sobre avances médicos.
“El paciente mayor está infrarrepresentado y no podemos extrapolar los resultados obtenidos en pacientes más jóvenes a pacientes ancianos”, lamenta la doctora Gemma Soler .
Puntualiza que el paciente mayor frágil no es apto para un ensayo clínico, pero sí otro que se encuentra en mejores condiciones para poder beneficiarse de los resultados de estas pruebas.
El papel de las asociaciones de pacientes
La Asociación Española contra el Cáncer (AECC) ofrece servicios gratuitos para mejorar la calidad de vida y el bienestar del paciente mayor mediante atención psicológica, social, jurídico-laboral y sanitaria (nutrición, fisioterapia, orientación y logopeda).
También el voluntariado acompaña a estos pacientes para minimizar el sentimiento de soledad e incorporarlos a actividades de entretenimiento que favorezcan la socialización.
Alejandra Agudo, psicóloga de la AECC, explica a EFE que hay que ayudar al paciente oncológico mayor, y también a sus familias, a manejar emociones como el miedo a la muerte y al dolor o el sentimiento de culpa al considerarse una carga, además gestionar situaciones como la pérdida de independencia, el aislamiento social o el riesgo de depresión y ansiedad.
La decisión de enfrentarse a un tratamiento contra el cáncer es otra situación sensible en los mayores. Los médicos lo tienen claro, la última palabra siempre es del paciente pero siempre de la mano del oncólogo y de la familia.