La anestesia, seguridad vital del paciente
“No sólo nos ocupamos de que la intervención se desarrolle sin accidentes, sin efectos adversos o de que el paciente no sienta dolor alguno y tampoco sea consciente de lo que está ocurriendo, sino que somos responsables de que esta persona se encuentre en las mejores condiciones físicas posibles al despertar”, añade.
“La seguridad se define así como el intento consciente de evitar cualquier daño innecesario al paciente. La anestesiología, por tanto, es un componente fundamental de la calidad asistencial en el Sistema Nacional de Salud, donde las anestesiólogas tenemos un papel muy relevante”, recalca la especialista de la Clínica IMEMA.
La Dra. María Lema Tomé también es médico adjunto en el Servicio de Anestesiología y Reanimación del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid, miembro de la Sociedad Europea de Anestesiología y Cuidados Intensivos y profesora de Medicina en el Departamento de Medicina Legal, Psiquiatría y Patología de la Universidad Complutense (UCM).
En su formación académica destacan su licenciatura en Medicina por la Universidad de Sevilla, su doctorado en la UCM, su especialización en Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor, su máster ASECMA/SCCMA de cirugía mayor ambulatoria o su máster en Medicina Estética en la Universidad de Alcalá.
¿Qué tipo de anestesia se utiliza en el cuerpo humano?
La anestesia se conforma a través de una serie de técnicas con las que se administran un conjunto de fármacos que suprimen o atenúan el dolor. Son técnicas adecuadas a cada tipo de cirugía, donde el paciente siempre mantendrá sus constantes vitales en los rangos de la normalidad.
Podemos resumir estas técnicas en tres grandes grupos.
Anestesia general: en esta categoría se puede englobar la sedación leve, moderada y profunda, así como la anestesia general, técnica que requiere un control completo de la vía aérea, lo que incluye la necesidad de intubación orotraqueal manteniendo al paciente relajado.
El paciente, además, permanecerá conectado a una máquina que realizará la función pulmonar.
Esta técnica se utiliza, por ejemplo, en cirugías cardíacas o en cirugías abdominales, en las que necesitamos que el paciente esté totalmente dormido, muy relajado y no se mueve absolutamente nada.
La anestesia general es muy habitual en cirugía plástica para mamoplastia de aumento.
Anestesia locorregional: se emplea en procedimientos en los que se requiere que sólo una parte del cuerpo humano se quede y permanezca anestesiado el tiempo necesario para la intervención.
Por ejemplo, una anestesia raquídea para tratar una hernia inguinal, una anestesia epidural para un parto o bloqueos del nervio plexo periférico para dormir un brazo o una pierna, que además se pueden bloquear a diferentes niveles, como pueda ser una mano.
La anestesia locorregional se lleva a cabo con ayuda de ecografía o neuroestimuladores para localizar exactamente los nervios que queremos anestesiar.
A este grupo de anestesias podemos añadir la sedación pertinente para que el paciente se encuentre confortable durante la intervención.
Anestesia local: se infiltra un anestésico local en la zona que queremos dormir, que no puede ser muy extensa. Esta técnica se realiza, por ejemplo, en el trasplante capilar, donde administraremos el anestésico en la zona donante y en la zona receptora de la cabeza, o en lesiones cutáneas.
¿Y cómo se administran estas anestesias en el paciente?
En anestesia general se utiliza una vía intravenosa para producir una inducción del sueño del paciente, que se podrá mantener bien con fármacos intravenosos en perfusión continua o bien mediante gases inhalatorios.
La mascarilla de inhalación de gases de inicio aporta oxígeno al paciente, pero luego se podrán introducir fármacos inhalatorios a través del tubo que les ayuda a respirar.
En la anestesia regional inyectamos el anestésico en aquellos nervios que queramos insensibilizar. Con la anestesia local, como su propio nombre indica, el anestésico inyectado irá exactamente a la zona que queremos dormir.
Prácticamente tod@s tendremos que ser hospitalizad@s en algún momento de nuestras vidas para recibir un tratamiento médico que precise la utilización de anestesia… Doctora Lema Tomé, ¿qué acciones preoperatorias se deben acometer antes de entrar a un quirófano?
Para garantizar la seguridad del paciente durante una intervención médica que requiera el uso de anestesia, todas ellas y ellos tienen que pasar una consulta de preanestesia. La anestesiología está presente a lo largo de todo el proceso perioperatorio.
La anestesióloga, como es mi caso, tratará de recabar toda la información de interés sobre el estado de salud del paciente, especialmente sobre diferentes patologías previas y medicaciones relacionadas (se realizarán los ajustes necesarios en los fármacos habituales).
Pero no sólo eso, sino que tendrá que averiguar el historial detallado de cirugías previas, con o sin incidentes, sus hábitos tóxicos (fumar, beber alcohol, drogas, sedentarismo, etc.).
También, el peso, la talla, si el paciente realiza ejercicio, si se fatiga o si padece algún tipo de alergia o intolerancia.
Valoramos todas esas variablesy datos médicos en fución de la cirugía a la que tenga que someterse y al estado basal del paciente (nivel de funcionamiento básico del organismo en ausencia de estímulos externos y enfermedades).
Además, se estudiarán analíticas de sangre, orina u otras, así como una radiografía de tórax o un electrocardiograma, entre otras pruebas diagnósticas.
El objetivo no es otro que optimizar al paciente para que llegue en el mejor estado de salud posible a la intervención para evitar que se produzcan efectos adversos o cualquier tipo de incidente imprevisto.
Cualquier condición previa es importante para determinar si el paciente es apto o no a la intervención en cada momento.
Doctora, ¿hasta qué punto es necesario abandonar los hábitos tóxicos como fumar, beber alcohol y las drogas, o comunicar las alergias que sufrimos, antes de someternos a una intervención quirúrgica?
Frente a una intervención quirúrgica, como debiera suceder en la vida diaria, es fundamental evitar los hábitos tóxicos… Y no sólo durante la cirugía, sino antes y después.
El tabaco, un tóxico muy consumido por un porcentaje muy alto de la población, produce una irritación crónica de las vías respiratorias.
Esta irritación crónica podría generar una serie de problemas respiratorios durante la acción de la anestesia, lo que podría provocar una crisis de asma entendido como un broncoespasmo; circunstancia que pone en riesgo la vida del paciente al sufrir una importante desaturación de oxígeno.
Algunas drogas conllevan arritmias durante el intraoperatorio, provocando, incluso, una parada cardíaca en el paciente.
Por tanto, es prioritario detectar cualquier consumo de tóxicos en la consulta de preanestesia; situación análoga si hablamos de las alergias que sufre el paciente.
Utilizamos diferentes fármacos que actúan en diferentes vías, no sólo a nivel anestésico. Habrá que evitar las reacciones alérgicas en relación al dolor y la inflamación.
¿Y l@s pacientes preguntan por ir en ayunas a la cirugía?
Por supuesto. Se recomienda el ayuno mínimo de seis horas para cualquier sólido o líquido salvo la ingesta de agua, que se podrá tomar hasta dos horas previas a la intervención, como norma general.
Esta precaución disminuye la incidencia de una complicación muy infrecuente pero potencialmente mortal: la broncoaspiración.
Los fármacos anestésicos provocan que se pierdan los reflejos de la vía aérea, de ayudarnos a no atragantarnos, a que no tengamos vómitos, ni que refluya la comida o cualquier fluido aparatoso.
Es decir, que parte el contenido del estómago pase a los pulmones y le pueda producir una neumonía aspirativa, que es una complicación muy grave.
Dra. María lema Tomé, anestesióloga, ¿cómo se vigila la seguridad del paciente durante la intervención?
Es muy característico que muchas personas piensen o manifiesten que el papel del anestesista es dormir al paciente y ahí finaliza su misión. Este pensamiento es un mito sin base ni argumento alguno.
Durante el intraoperatorio mantenemos todas las constantes vitales del paciente: a lo largo de la operación, y gracias a una monitorización exquisita, conseguimos su estabilidad tanto respiratoria como hemodinámicamente.
Monitorizamos el corazón, la frecuencia cardíaca, la tensión arterial o la saturación de oxígeno.
En el caso de anestesia general, monitorizamos, además, la profundidad anestésica, es decir, vemos cuánto y cómo de dormido se encuentra el paciente y cuáles son sus requerimientos anestésicos.
También vigilamos la mecánica ventilatoria, puesto que una máquina está sustituyendo la función pulmonar del paciente.
Podemos medir otra serie de parámetros en función del tipo de cirugía. Por ejemplo, en una cirugía cardíaca necesitamos medir la presión arterial de manera más invasiva, así como otras características del paciente.
En el postoperatorio nos encargamos de que el despertar del paciente se realice de manera adecuada, sin alteraciones a nivel cardiovascular o respiratorio.
Y tratamos cualquier complicación que pueda surgir y optimizamos el tratamiento ante el dolor, las náuseas y los posibles vómitos.
Doctora, ¿el paciente se puede despertar en medio de una intervención quirúrgica o sufrir dolor?
Es cierto que existe esta complicación que se llama despertar intraoperatorio, pero la incidencia es muy muy baja.
La anestesiología es una de las especialidades médicas que ha presentado un mayor desarrollo en los últimos 50 años, y no sólo en su vertiente farmacológica, cada vez más seguros, sino desde el punto de vista de la monitorización intraoperatoria.
Llevamos a cabo un manejo estrecho del paciente, las complicaciones que puedan aparecer, así como trabajar en sintonía con el cirujano para que la intervención se desarrolle en las mejores condiciones quirúrgicas.
Ante cualquier evento que por causa de la cirugía pueda aumentar el nivel de alerta, nosotr@s pondríamos todos los medios para que el paciente no llegara a despertarse y, desde luego, no sientiera dolor.
Es más, entre nuestros objetivos se incluye que el paciente no recuerde absolutamente nada de la intervención quirúrgica.
Doctora, ¿qué efectos tiene la anestesia en el paciente cuando se despierta?
Los pacientes, cuando despiertan, lo normal siempre es que reflejen un cierto mareo y desorientación. Este efecto se pasará a los pocos minutos o en una hora, puesto que siempre son trasladados a una unidad de reanimación postoperatoria.
Si bien es cierto que la anestesia es segura, no está exenta de riesgos, algunos de ellos inherentes a la condición quirúrgica y otros que dependen de la naturaleza y el estado de salud general del paciente.
Entre los más frecuentes y menos graves tenemos la aparición de náuseas y vómitos en el postoperatorio, irritación de la garganta tras anestesia general debido a la intubación o reacciones alérgicas a algunos fármacos administrados.
Por ejemplo, si un paciente es hipertenso tendrá más riesgo de que se descompense su tensión arterial, tanto que suba como que baje. Lo tendríamos previsto.
Siempre vamos por delante y podemos poner solución al problema, incluso evitar que ocurra, sobre todo en relación a las náuseas y vómitos postoperatorios.
¿Y existe algún tipo de riesgo mayor causado por la anestesia?
Los eventos adversos más graves son muy infrecuentes y suelen ir asociados a patologías preexistentes en el paciente. El riesgo cero no existe.
Por ejemplo, que haya algún tipo de parada intraoperatoria y el paciente puede llegar a fallecer; que haya algún tipo de embolismo o un “shock” o conmoción anafiláctica debido a un fármaco del cual se desconocía que el paciente fuera alérgico.
Todo puede pasar, pero son riesgos extremadamente raros y que el anestesiólogo siempre está preparado para poder tratarlos en el quirófano.
Dra. María lema, ¿qué sucedería si se interviene a un paciente sin anestesia?
Esa posibilidad es que ni se plantea a nivel profesional. Si un paciente necesita anestesia, siempre hay que brindársela. Es un acto médico insustituible para la salud y la integridad del paciente.
En ocasiones, habrá que escoger cuál es la mejor forma de administrar esta anestesia, porque podemos optar por varias técnicas, pero siempre garantizando la seguridad del paciente.
Por último, doctora, ¿qué diferencias existen entre anestesia y sedación?
La sedación se administra de la misma forma que la anestesia general, es decir, a través de la vía intravenosa. Son fármacos para que el paciente se relaje, se quede dormido y esté confortable.
En mi opinión, la sedación es parte de la anestesia, que yo siempre la encuadro dentro de la anestesia general, y se emplea en tres niveles:
Sedación leve, en la que el paciente está hablando, consciente pero muy tranquilo. Sedación moderada, en la cual el paciente ya está más dormido, pero responde a los estímulos cuando le hablamos o le tocamos.
Y sedación profunda, en la cual el paciente necesitaría más estímulos para percibir la realidad que le rodea
En estos tres niveles de sedación, la característica princial es que el paciente respira por sí mismo y se le puede ayudar con oxígeno a través de pequeñas cánulas nasales para mantener una mejor oxigenación.
Sin embargo, cuando ya pasamos a una anestesia general, el paciente va a estar totalmente inconsciente y muchas veces no podrá moverse, por lo cual recibirá ventilación mecánica.
Intubaremos al paciente mediante un tubo endotraqueal y a partir de ahí le conectaremos a una máquina que va a estar realizando la función respiratoria de sus pulmones.