Israel logra un enorme éxito militar, pero sigue sin haber día después


La pregunta clave después de este importante éxito militar israelí con la eliminación de líder de Hamas en Gaza, Yahya Sinwar, y el inminente bombardeo a Irán, es qué hay después. Cuál es el plan que define el día siguiente. Hay una bruma donde debería existir una respuesta.

El primer ministro Benjamín Netanyahu, al celebrar el notable avance que significa para su estrategia la muerte del jefe terrorista de la Franja, se limitó a sostener que es el principio del fin, pero que aun hay mucha tarea por realizar. No se detendrá la guerra. La ofensiva militar continuará en todos los frentes en los que se ha abierto, incluyendo Gaza y Líbano y se verá qué destino acarreará el choque con la potencia persa.

Significa que la muerte de Sinwar y hace un tiempo la de su lugarteniente Mohamed Deif, las cabezas reales de la banda en la Franja y del ataque del 7 de octubre, no abre paso a un cese de hostilidades y a la necesaria reconstrucción y amparo de los civiles palestinos, víctimas indirectas del conflicto.

Netanyahu no dio detalles. Hizo eje en que en ese camino que sigue resta el rescate de los israelíes secuestrados por la banda ultaislámica el 7 de octubre de 2023 durante la masacre de los más de 1.200 civiles judíos en el sur del país, al otro lado de la valla de Gaza, notoriamente descuidada aquel día.

Israel se ha centrado en una excluyente ofensiva militar, que se mantuvo haciendo equilibrio para derribar toda alternativa de diálogo y cese del fuego que impulsó especialmente EE.UU., su principal aliado. La visión de Washington es que la crisis abre la puerta para una solución diplomática efectiva con la construcción de un Estado Palestino y un Ejecutivo de ese pueblo reforzado por los países del vecindario árabe que permitiera disolver definitivamente la existencia de Hamas y de los otros grupos que ampara Irán. Sin la crisis nacional palestina, no se sostendrían estos fundamentalismos.

El ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, conversa con el jefe del Estado Mayor del Ejército israelí, Herzi Halevi, junto al jefe del Shin Bet, Ronen Bar. Foto EFE

Es la arquitectura del día después que defienden junto a la Casa Blanca también la UE y la ONU. Pero el actual gobierno de Israel, descarta de modo absoluto. Por el contrario ha preferido eliminar prácticamente a la totalidad de las cabezas de las organizaciones proiraníes en la región tanto de Hamas como de Hezbollah que acosan de modo crónico al país hebreo, como parte del “eje de la resistencia” fundado por los halcones de Teherán que han usado el litigio de riente Medio como una vía para legitimarse.

Tampoco ellos lo quieren perder, por eso sostiene un furioso desprecio al liderazgo palestino de Ramallah. Por el otro lado, en las naciones árabes vecinas, no hubo protestas por las muertes de esta dirigencia, y tampoco las habrá por Sinwar. Los árabes sí se retuercen frente a la alfombras de escombros que Israel ha producido en la Franja de Gaza con la intención, admitida por los aliados más extremistas del gabinete de Israel, de recolonizar el enclave palestino, en principio en el norte del territorio.

Las internas en Gaza

La colonización es un borrador por el momento que de realizarse provocaría una extraordinaria resistencia internacional y también en el entorno de Israel, pero cuyo impacto se disolvería detrás de una guerra de proporciones. El posible intercambio bélico con Irán, dejará muy atrás el drama de la Franja.

Este escenario tan complejo tiene como principal responsables al terrorista abatido este jueves. Hamas es una organización con multitud de jefes, anárquica y tremendas rivalidades internas que explican el ataque del 7 de octubre, que solo cabría en la imaginación de un liderazgo alucinado.

En enero de este años, Israel asesinó en Beirut a uno de los jefes de alta importancia de la organización, Saleh al Arouri, jefe adjunto de la oficina política, contacto elevado con Irán, creador de las brigadas Izz al Din al Qassam y estratega de la presencia militar de la banda terrorista en Cisjordania.

Las crónicas de la muerte de Al-Arouri lo describían como el número 2 del grupo y uno de los responsables de los ataques del 7 de octubre. Pero ninguno de los dos supuestos son exactos. Especialistas en Israel señalaron a este cronista que en Hamas no es muy claro quién manda, pero ciertamente no era al-Arouri. Se sabía en cambio de una dura interna que sostenía con Sinwar.

Al-Arouri era una figura estratégica para la organización, era el fundador del brazo militar de Hamas y construía una estructura similar en Cisjordania, con armas iraníes. Por eso Israel lo tenía en el blanco y EE.UU. ofrecía una recompensa por su cabeza. Aún así, se movía detrás de una ambiciosa negociación en El Cairo que buscaba cesar la actual guerra al costo incluso de un acercamiento con el partido Al Fatah del Ejecutivo de Ramallah, denostado por la banda de Gaza.

El Financial Times señaló tiempo atrás que la masacre del 7 de octubre tuvo como posible origen esta disputa interna. El diario británico cita a una fuente cercana a ambos rivales que revela que “Sinwar se sentía marginado… veía que solo se hablaba de Cisjordania… y era por este tipo, Saleh al-Arouri” de modo que en su furia irracional buscó alterar el curso de los sucesos. Una tremenda hipótesis que hace aún más pavoroso el horror de aquella mañana de octubre.

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