La Argentina volvió al mercado internacional de créditos, quizás como un preludio de lo que habrá de suceder con el Fondo Monetario Internacional a través de un nuevo acuerdo con desembolso de fondos frescos (es decir, nueva deuda) o tal vez otra entidad o un pool de prestamistas dispuestos a una operación con la Argentina bajo modelo libertario. Como sea, Economía consiguió en principio 1.000 millones de dólares a un plazo de cinco años con una tasa de interés fija de 8,8%. Caro, pero… es lo que el «mercado» está dispuesto a arriesgar con un deudor consuetudinario. Hasta aquí, el ministro Luis «Toto» Caputo ha hecho lo que mejor sabe hacer: jugar con las finanzas. Por algo el Presidente lo comparó con Messi. Un poquito exagerado el parangón, pero en el universo libertario todo es así, gobierna la desmesura.
Se puede decir que Caputo ha cumplido con su tarea, ha sido fiel a sus antecedentes. Lo que no sucedió hasta ahora es la aparición del famoso inversor -individuo o grupo- dispuesto a poner 30.000 millones de dólares cash para levantar el cepo y dolarizar la economía nacional, tal como señaló Javier Milei en plena campaña.
«¿Querés que te muestre el teléfono?», le dijo a Fantino, el entonces candidato. Quizás fue sólo otra exageración, un invento muy redituable para la campaña. Sin embargo la fanfarronada está grabada, el problema es que por ahora pululan los indulgentes que no se animan a pasar el archivo al Presidente.
Está claro, no hay 30.000 millones de dólares, tal vez nunca existieron; no hay suficientes reservas para sostener hoy el tipo de cambio; no hay espaldas para afrontar una demanda de divisas para las importaciones en caso de que la industria se reactive. ¿Habrá dólares para pagar los vencimientos de la deuda este año? Dicen que sí.
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