¿Guerra en el Sudeste asiático? Las claves de los enfrentamientos mortales entre Tailandia y Camboya, enemigos históricos



Una nueva guerra en un mundo poblado de conflictos, con profundas raíces hostiles de hace siglos entre Tailandia y Camboya, se perfila en el sudeste asiático. Para este viernes fue convocado de urgencia el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para tratar de evitar un estallido en una zona delicada del mundo, cada vez más inestable por la difusión de guerras locales.

Tailandia ordenó evacuar más de cien mil nacionales de la frontera en conflicto, de ochocientos kilómetros, y se han producido los primeros choques por incursiones camboyanas, con un saldo de catorce muertos. Y es solo el comienzo.

En Roma se están juntando más de un millón de jóvenes para celebrar desde el lunes 28 hasta el 3 de agosto el Jubileo Mundial del Año 2025 dedicado a la Juventud bajo la popular consigna de dar “un grito contra la guerra”, que sería conmovido por un abierto conflicto entre Tailandia y Camboya.

En ambos países el poder militar es determinante en el gobierno del país desde hace muchos años. Tailandia, con 71 millones de habitantes distribuidos en 53.000 kilómetros cuadrados de territorio es predominante sobre Camboya, con 17 millones de habitantes repartidos en 181 mil kilómetros cuadrados y un fuerte aparto militar bien entrenado.

En el siglo XX, Francia, la potencia colonial, diseñó en 1907 los confines entre Camboya y el reino de Siam, la actual Tailandia, asignando una buena parte a los camboyanos. Hasta 1953 Francia ocupó Indochina. Las fronteras nunca fueron aceptadas por los dos países y hasta hoy se prolongan los choques armados.

El jueves los ataques principales los lanzó Camboya y Tailandia ordenó la evacuación y respondió con incursiones aéreas. Los sentimientos nacionalistas aumentan los odios mutuos. Pero también la lucha se exalta con la religión, en la lucha por la posesión de los numerosos templos budistas e hinduistas, que se remontan a muchos siglos y están parcialmente en ruinas, aunque son de una gran belleza y valor arquitectónica, además de su importancia religiosa.

Ya en mayo pasado la crisis había escalado, con la muerte de un soldado camboyano y las graves heridas de un militar tailandés tras pisar una mina en el confín de Chong Bok.

El premier thailandés Phumtham Wechayachai acusó a Camboya de colocar nuevas minas en la vasta área en contienda. Los camboyanos rechazaron las protestas, advirtiendo que el gobierno de Phnom Penh, la capital, defenderá la integridad territorial “en cualquier circunstancia y a cualquier costo”

En los dos países el poder militar respalda el “no pasarán”. En 2011 los choques causaron treinta muertos. Todos saben que si los enfrentamientos no son controlados la violencia se derramará en toda la frontera.

Tailandia demuestra el ulterior deterioro de las relaciones bilaterales rebajando “al nivel más bajo” las relaciones diplomáticas. Su gobierno llamó al embajador en la capital de Camboya y echó del país al embajador camboyano.

Hace dos meses que la situación va precipitando, con controles fronterizos intensificados. Tailandia ha cerrado muchos pasos con su potencial enemigo, con represalias camboyanas inmediatas. Camboya anunció que se implanta la extensión del servicio militar obligatorio desde enero de 2026.

Camboya ha prohibido la importación de fruta y verdura. También de combustible, desde Tailandia. Ambos países han reducido la duración de los permisos de residencia mutuos.

Las medidas continuas que atacan la convivencia a través de las frontera, se han intensificado en los últimos meses también en zonas donde hasta ahora no hubo enfrentamientos.

Estados Unidos se ha limitado a hacer llamados a los dos países para negociar una convivencia pacífica, pero no se muestra decidido a una mediación que, por otra parte, no le han pedido ni Tailandia ni Camboya.

La crisis progresiva repercute en la política interna de los contendientes. El gobierno tailandés ha sido acusado por la oposición y sectores de las mismas fuerzas de la mayoría, pidiendo la dimisión de la premier.

Lo mismo ocurre en Camboya, que además se ha apelado en el reciente pasado a la Corte Internacional de Justicia para resolver las controversias sobre las fronteras.

Tailandia no acepta la jurisdicción de la Corte y prefiere resolver las cuestiones “a través de negociaciones directas”, que muchas veces no dan resultado y llevan a enfrentamientos directos, que esta vez tienen una perspectiva muy grave.

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